Opinión

La voz de Robert Desnos

Singular, hasta trágico destino el de Robert Desnos. Nacido justamente con el siglo, el 4 de julio de 1900, y nada menos que en el barrio des Halles de París...

La voz de Robert Desnos

Singular, hasta trágico destino el de Robert Desnos. Nacido justamente con el siglo, el 4 de julio de 1900, y nada menos que en el barrio des Halles de París, desde muy joven su suerte se liga con la del grupo de quienes iban a revolucionar la poesía del siglo XX: Benjamin Péret, André Breton, Louis Aragon, Tristan Tzara, Georges Ribemont-Dessaignes, Paul Éluard, Philippe Soupault, René Crevel. Con ellos, le tocó vivir la etapa heroica e “inocente” (al decir de René Bertelé) del surrealismo, aquella que en la década del veinte creía hacer realidad a la vez todos los sueños y todos los deseos. Y en la cual participó no sólo con algunos de los libros más significativos de ese período fulgurante (en 1924: Deuil pour deuil; en 1927: La Liberté ou l´Amour!; en 1930: Corps et biens), sino también hasta exponiendo su cuerpo y su psiquis en inolvidables sesiones de ensoñación hipnótica que lo conducían a un auténtico trance. Por eso, sin duda, pudo decir con justicia André Breton: “Nadie como él ha cargado con la cabeza baja en todas las vías de lo maravilloso”.
Pero también le tocó a él percibir –y manifestar–, llegado el momento, que el surrealismo había caído ya en el “dominio público” (título que se daría póstumamente, en 1953, a un volumen con la mayor parte de su obra poética: Domaine public), y que estaba en consecuencia “a disposición de los heresiarcas, de los cismáticos y de los ateos”. Después de romper con el exigente casi puritanismo au rebours de André Breton, aquel ortodoxo de la heterodoxia a quien muchos terminaron tildando de Papa del surrealismo, Robert Desnos volcó en el periodismo, la radio, la canción, el cine y, aunque fugazmente, hasta en la publicidad, su genio y su ingenio.
Heroico participante en la Resistencia francesa contra la ocupación nazi, fue arrestado una mañana de febrero por la siniestra Gestapo. Internado primero en Buchenwald, conoció luego la siniestra serie de los campos de concentración del hitlerismo. Y murió en el tristemente célebre de Terezin, en Checoslovaquia, el 8 de junio de 1945, muy poco después de ser liberado por las tropas aliadas. Entre sus ropas, se encontró un poema de amor seguramente destinado a Youki, la mujer de su vida, extrañamente similar a otro escrito muchos años antes (“Tanto he soñado contigo”). Otro blasón del surrealismo, “el amor loco, el amor único”, se había hecho en él carne palpitante.
Exponente de las mejores virtudes, no sólo estéticas, por supuesto, que emergieron con la rebelión surrealista, la poesía de Robert Desnos nos inquietó con las experiencias inefables de Rrose Sélavy (un personaje imaginario creado por telepatía con el pintor Marcel Duchamp), se anticipó con mucho a las inquietudes de la lingüística sin dejar nunca de ser poeta en L´Aumonyme o Langage cuit, y nos deslumbra en textos como los de A la mystérieuse y Les ténèbres con un lirismo límpido y poderoso, entrañable y fraterno, siempre enamorado de las fuentes más hondas y fecundas de la vida.