Opinión

Kosovo, otra vez

El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya dictaminó el pasado día 23 de julio que el anuncio de independencia unilateral realizado por la provincia de Kosovo de Serbia en febrero de 2008 “no viola el derecho internacional”. Tras casi dos años de deliberaciones, el TIJ otorga un espaldarazo legal y moral a la independencia formal de Kosovo.Esta decisión traerá serias consecuencias, incluso inesperadas.
El Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) de La Haya dictaminó el pasado día 23 de julio que el anuncio de independencia unilateral realizado por la provincia de Kosovo de Serbia en febrero de 2008 “no viola el derecho internacional”. Tras casi dos años de deliberaciones, el TIJ otorga un espaldarazo legal y moral a la independencia formal de Kosovo.
Esta decisión traerá serias consecuencias, incluso inesperadas. El mismo día de la decisión del TIJ, el primer ministro kosovar Hashim Thaci se encontraba en Washington. EEUU ha sido el gran avalador de la independencia de Kosovo, instando constantemente a la Unión Europea (UE) a seguir el mismo ejemplo.
Por su parte, la UE mantiene una postura similar. Un total de 22 de sus 27 miembros reconocieron formalmente la independencia kosovar, reconocida igualmente por 69 países de los 192 que forman parte de la ONU. Sólo cinco países europeos, España, Chipre, Grecia, Eslovaquia y Rumania, no la reconocieron. Los tres primeros, como se sabe, tienen asuntos separatistas internos, como son los casos de Cataluña, Galicia, Euskadi, Macedonia o la República Turca del Norte de Chipre.
Obviamente, Serbia es la principal perjudicada por esta decisión, pero al igual que Rusia, su principal aliada junto a países de peso como China e India, puede sacar provecho de la misma. Belgrado ya manifestó que nunca reconocería la independencia kosovar pero en caso de que la ‘realpolitik’ y las presiones occidentales se pongan en marcha, la posible adopción de una posición más pragmática por parte de Serbia obligaría moralmente a Bruselas a acelerar las negociaciones de ingreso serbio a la UE.
Una posición similar puede jugar Rusia a partir de ahora, si el pragmatismo hacia la independencia de Kosovo se impone y las contrapartidas en clave geopolítica se ponen en marcha. Moscú puede demandar igualmente ante la ONU el reconocimiento formal de Osetia del Sur y Abjazia, separadas de Georgia tras la breve guerra de agosto de 2008 y que actualmente sólo han sido reconocidas por la misma Rusia, Venezuela, Nicaragua y Tuvalu.
En todo caso, la decisión del TIJ marca un precedente claroscuro en materia de reconocimiento independentista de naciones y territorios sin Estado. Son muchos los ejemplos a nivel global que están a la espera, desde hace muchos años, de un reconocimiento en el cual no han corrido con la misma suerte ni las facilidades jurídicas que ha tenido Kosovo: Sáhara Occidental, Kurdistán, Palestina, Cataluña, Flandes, etc.
Pero la geopolítica y los intereses de poder siguen jugando sus principales cartas, imponiéndose muchas veces por encima de las legítimas demandas y derechos políticos de los colectivos. Para nadie es un secreto que EEUU y sus aliados europeos se apresuraron a iniciar una guerra en Kosovo contra Serbia en 1999 para dar curso a un nuevo Estado independiente en la volátil región balcánica, destinado a afirmar sus intereses militares y geopolíticos.
Una especie de ‘Estado-tapón’ geoestratégicamente ubicado que, seguramente, no tardará en pedir su inmediata admisión en la OTAN y la UE. Un Estado cuya estabilidad institucional resulta aún frágil, en gran medida amenazado por las mafias y la corrupción, lo cual pone en entredicho la efectividad de la misión europea EULEX y de los esfuerzos de Washington y Bruselas por estabilizarlo.
La misma semana en la que el TIJ reconocía la validez de su declaración de independencia, el presidente del Banco Central de Kosovo era arrestado por acusaciones de sobornos, evasión impositiva y corrupción. Con diversos matices, y si bien se ha logrado parcialmente estabilizar y pacificar el delicado mosaico étnico entre albaneses y serbios, muchos expertos especulan con la posibilidad de que Kosovo se diluya en los parámetros de un “Estado fracasado”.