Opinión

Islamodólar

El dinero es la única medida de todas las cosas en nuestro modelo de sociedad, por eso no hay que fiarse de las repentinas campañas que lanzan los medios castigando a unos y ensalzándolos al día siguiente. Por mucho que aludan a derechos humanos o a tragedias personales, las empresas de comunicación sólo sirven a lo que son: intereses empresariales.
El dinero es la única medida de todas las cosas en nuestro modelo de sociedad, por eso no hay que fiarse de las repentinas campañas que lanzan los medios castigando a unos y ensalzándolos al día siguiente. Por mucho que aludan a derechos humanos o a tragedias personales, las empresas de comunicación sólo sirven a lo que son: intereses empresariales. Observe, lector, la campaña que desde hace unos meses están haciendo las dictaduras árabes en el llamado Occidente. Los cheques del petrodólar aumentan en la misma proporción en que nuestros gobiernos y nuestros medios se bajan los pantalones. En pocas semanas se han ofrecido reportajes televisivos, hasta en la TV pública, ensalzando presuntos valores de estos regímenes feudales y machistas. Se ha concedido a uno de esos países la celebración del Mundial de fútbol, a pesar de que no tiene ni afición por el deporte, ni audiencia, demostrando que las federaciones también son como los gobiernos. Se ha llegado al espanto de que el FC Barcelona compaginará en su camiseta la publicidad de Unicef con la de uno de estos reinos medievales, que ha pagado una cantidad mareante, propia de un soborno. Estos días se celebró en Dubai el campeonato del mundo de natación, en un lujoso e inmenso recinto que siempre estaba vacío de público; sólo cámaras de televisión y los atletas, porque allá no se nada ni en el acuario del jeque. Todos son maravillosos pero, curiosamente, se quedan fuera de esta adulación los palestinos y los saharauis. Son pobres antes que musulmanes.