Opinión

Tres goles de Uruguay

Los muchachos de la esquina están roncos. Menos mal que fueron solamente tres goles los que metió la celeste en la final de la Copa América, ya que de otra manera estarían un mes afónicos. El triunfo los hace felices y les aumenta un poco la autoestima después de demasiados años de recibir cantidad de goles en contra de los gobiernos blancolorados.–Usted, don José, está contento... se le nota...
Los muchachos de la esquina están roncos. Menos mal que fueron solamente tres goles los que metió la celeste en la final de la Copa América, ya que de otra manera estarían un mes afónicos. El triunfo los hace felices y les aumenta un poco la autoestima después de demasiados años de recibir cantidad de goles en contra de los gobiernos blancolorados.

–Usted, don José, está contento... se le nota... pero vemos que la voz la tiene bien. No creemos que se haya reprimido de gritar con ganas porque vamos bien en fútbol al mismo tiempo que el país mejora con nuestro honrado presidente Mujica.
–Bueno, muchachos la verdad es que me tuve que joder y aguantar sin poder gritar los golazos de Forlán y Suárez. Se acordarán que el viernes tenía cita con mi encantadora dentista por la mierda del flemón que me salió justito al lado de la muela del juicio. A pesar de la hermosa sonrisa de Blanca me alivió mucho, igual me recetó media docena de antibióticos y el domingo todavía tenía molestias. Lo bueno de la consulta fue que recomendó deje el azúcar para siempre y que lo sustituya por el edulcorante natural que se extrae de una hierba que se llama Stevia Rebaudiana. Además la campeona me regaló dos sobrecitos de la marca “Veracruz”.
–¡Pero, bueno, cómo nos vamos a olvidar! Si lleva todo el año hablando maravillas de Blanca. Si hasta nos contó que fue muy amigo del padre que era un viejo comunista apellidado Pésaro. Tengo que reconocer que soy flor de cagón para los asuntos odontológicos pero a lo mejor me animo y voy a conocerla. Quiero confirmar que las virtudes pregonadas por usted son ciertas. De paso me ahorro unos mangos porque usted también nos dijo que además de buena dentista es una experta psicóloga conductista.
–No se que esperás, Tito. Andá a verla, hacéme caso. Al verla, enseguida notás que se te aplacan las molestias. En ella no hay artificio. Es una botija bárbara. Para mi es como una nieta que aconseja a su abuelo. Debería ser al revés pero yo no quiero aburrirla con mis cuentos de peridodista jubilado.
–A lo mejor me animo. Si le caigo bien, la sorprenderé con una propuesta. Se va a sorprender, no tengo la menor duda. Lo primero será invitarla al estadio a ver a Peñarol y cuando estemos sentados en la Olímpica, morfando nuestros buenos choricitos, le diré que me gustaría viniese conmigo a hacer el Camino de Santiago. Creo que la dejo impresionada y pensará que no soy ningún mersa ignorante.
– ¡Pero, Pocho, sos una caja de sorpresas! Me parece bien que vayas a verla pero no entiendo lo del Camino de Santiago. Supongo que será para caminar en peregrinación y vos, loco, cuando más championes gastás es el domingo en la feria de Tristán Narvaja. Reconozco que si la mina dentista-psicóloga te da bola, los goles de Forlán se quedan chiquitos delante de tu hazaña.
–Tengo que explicarme, Tito. Lo de peregrinar a Santiago de Compostela es porque lo prometí antes de la final. Nadie lo sabe, pero me comprometí a realizar unas etapas si Uruguay salía campéon. Ustedes me conocen...es cierto que prefiero chuparme unas cervecitas a la sombra, tranquilo, pero si la ricura de Blanca me acompaña el camino será como darme una vuelta por la feria desde la esquina de “18” hasta Paysandú.
–Bueno, botijas, como mis amores son del siglo pasado me gustaría seguir con el triunfo de la celeste. Estoy recontra-feliz. Los goles que metimos en la final son la confirmación más clara de que estamos mejorando. El país tiene un buen gobierno que siembra riqueza y recibe una cosecha en forma de éxitos deportivos. Ayer, nomás, con los presidentes Sanguinetti, Lacalle y Batlle no ganábamos ni a la bolita. Era una tristeza pero la mayoría del pueblo optó por sacarse a los milicos de encima, como si con eso se solucionase todo. Aquellos años fueron perdidos. No se pensó en el país en su conjunto. Se miró el bolsillo y lo llenaron un grupito de chorros con el afane coimero de miles de mangos.
–Coincido con usted, don José. Es evidente que estamos en una dinámica positiva en la que la política honrada del Frente Amplio inyecta directamente en las venas de nuestros jugadores un producto natural –que por desgracia, escasea– llamado ética solidaria. Nuestros jugadores saben que son unos privilegiados pero como son buenos artiguistas no se olvidan de lo que recibieron del país cuando eran unos pibes que iban a entrenar en el ómnibus. Ahora nos devuelven lo que le dimos con goles y sobre todo con una actitud de firme compromiso con el futuro. Ahora tengo poca voz pero voy a gritar igual: ¡Gracias, campeones!