Opinión

Garzón

Qué difícil es, a veces, tomar posiciones sobre algunos asuntos que se manipulan maliciosamente. Sucede estos días con la última ocurrencia del juez español Garzón para ‘procesar’ la dictadura de Franco y remover las fosas anónimas en las que los golpistas arrojaron a los republicanos o a quien les vino en gana durante cuatro décadas.
Qué difícil es, a veces, tomar posiciones sobre algunos asuntos que se manipulan maliciosamente. Sucede estos días con la última ocurrencia del juez español Garzón para ‘procesar’ la dictadura de Franco y remover las fosas anónimas en las que los golpistas arrojaron a los republicanos o a quien les vino en gana durante cuatro décadas. La ultraderecha española está que se sube por las paredes contra el polémico juez y lo hace porque, sinceramente, se siente heredera de aquel período criminal. Pero ese no es motivo para que yo pueda apoyar a un juez disparatado y egocéntrico que, en mi opinión, representa lo más opuesto a la democracia: un tipo que va por libre abriendo procesos porque le apetece, no porque exista un acuerdo popular o político para ello. No es que esté por encima de la ley; es que piensa que él es la ley. A mí lo que me molesta, y muchos lectores de Galicia en el Mundo en América lo entenderán, es que este señor se lanzó hace unos años a una campaña para procesar las dictaduras latinoamericanas mientras miraba hacia otro lado con los políticos y criminales españoles que mantuvieron la dictadura de Franco y que se mantuvieron hasta hoy en cargos políticos o en las comisarías en las que se torturó a mucha gente. Parecía que tenía que venir un español a enseñar a un chileno o a un argentino cómo había que hacer una transición. Los americanos se preguntaban por qué viene a darles lecciones un tipo que convivía plácidamente con la escoria que nunca se juzgó en España. Por eso no entraré en su juego.