Opinión

Fogoneros

Produce cierto rubor escribir sobre este tema a aquellos lectores de Galicia en el Mundo que están en países donde la gente corriente sufre problemas ciertamente acuciantes, empezando por comer todos los días. Hace unos años, en muchas familias españolas te podía tocar el pescuezo del pollo en medio del guiso de patatas y tenías que apañarte con esa ración, pues eran las proteínas del día.
Produce cierto rubor escribir sobre este tema a aquellos lectores de Galicia en el Mundo que están en países donde la gente corriente sufre problemas ciertamente acuciantes, empezando por comer todos los días. Hace unos años, en muchas familias españolas te podía tocar el pescuezo del pollo en medio del guiso de patatas y tenías que apañarte con esa ración, pues eran las proteínas del día. Hoy, en ciertos ambientes, el pollo es carne de segunda y no se puede bajar de la blanquita y el solomillo. Aquí, en España, se ha formulado un debate que ocupa a periodistas y pensadores en relación con los estilos de los grandes ‘chefs’ mediáticos del país, que se han dividido en dos bandos. Unos se acusan a otros de traiciones incruentas por emplear determinados aditivos o romper tradiciones ancestrales. En realidad, sólo hay un bando: un grupo de cocineros millonarios que se hacen de oro cobrando por un plato de comida lo que algunas personas tardan en ganar dos semanas de duro trabajo. Por supuesto que pueden hacer lo que quieran, pero es obsceno que la sociedad y los medios participen y alienten este debate estúpido como si nos fuera la vida en ello. Aunque siga habiendo españoles que las pasen canutas, en eso consiste el enriquecimiento del país: en que hablemos de los problemas de los ricos como si fuéramos nosotros mismos e ignorar a los que son cada vez más pobres. La ideología dominante es la ideología de la clase dominante.