Opinión

Fichas

Nuestra especie ha pasado por distintos momentos de enfermedad social. Le sucedió a la Alemania nazi, con familias convencidas de su buena fe que distinguían con refinamiento perverso entre un judío, un gitano o un comunista e infligían castigos proporcionales. Veían matices donde vemos un pogromo. La burguesía de Alabama era capaz de separar a sus esclavos negros en distintas calidades y castigos.
Nuestra especie ha pasado por distintos momentos de enfermedad social. Le sucedió a la Alemania nazi, con familias convencidas de su buena fe que distinguían con refinamiento perverso entre un judío, un gitano o un comunista e infligían castigos proporcionales. Veían matices donde vemos un pogromo. La burguesía de Alabama era capaz de separar a sus esclavos negros en distintas calidades y castigos. Cuenta Howard Zinn que cuando EEUU entró en la II Guerra y embarcó a sus tropas en trasatlánticos, la cúpula militar se cuidó de meter a los soldados negros en las bodegas más profundas y a los blancos arriba, encima. Volvían a cruzar el océano como sus antepasados. Ahora sólo vemos esclavos con sueños de cimarrón. Hoy hay intelectuales que se echan las manos a la cabeza por el dinero que se ha gastado el Real Madrid en fichar a Cristiano Ronaldo. Estos tipos, que no hablan de contabilidad sino de ética, alegan que se ha sobrepasado un presunto límite moral, y son capaces de digerir una presunta clasificación ética de salarios multimillonarios. Dicen que el límite está en cien millones. Dicen, por lo tanto, que setenta millones sí son aceptables, y son capaces de convencer a precarios, explotados y familias en paro de que hay jugadores que ‘generan’ lo que cobran. Y yo me pregunto lo contrario: cuánto valen para estos tipos los desgraciados que no generan más que la propia desdicha de haber nacido con un pedazo de hambre bajo el brazo. Son matices a los que sólo alcanza una sociedad enferma, como el torturador que valora entre romperte los dedos con un martillo o serrarlos.