Opinión

De ETA a OTAN

En España, fuera de Euskadi, es casi imposible publicar una discrepancia sobre el conflicto vasco y, por supuesto, sobre los crímenes que el Estado cometió con el aplauso general para acabar con los crímenes de ETA.
En España, fuera de Euskadi, es casi imposible publicar una discrepancia sobre el conflicto vasco y, por supuesto, sobre los crímenes que el Estado cometió con el aplauso general para acabar con los crímenes de ETA. El marketing fue brutal: ETA fue en las encuestas el principal problema para los españoles y españolas que morían en el trabajo (llegó a morir una media de un obrero al día en el andamio), para las mujeres asesinadas por sus machos (en número muy superior a los asesinados por ETA) y para los miles de familias que sufrían una situación laboral y económica terrorífica. El fin de la violencia no cala bien en los ‘expertos en ETA’, un grupo de periodistas y políticos que nunca se ha tomado la molestia de escuchar y observar a su enemigo para entender este desenlace o para tener la certeza de que, por ejemplo, ETA no podía estar detrás del 11-M. Por eso no creo que la banda renuncie a las armas debido a la infiltración y acoso policial; pienso que el Estado español ha frenado la guerra sucia y eso ha generado un cambio social en Euskadi, donde una parte inmensa de la sociedad daba distinto nivel de cobertura a ETA. Sólo al perder ese apoyo social ha sido posible el acoso policial. Lástima que este Estado tan lleno de violencia desde 1936 no renuncie al terror: ahora lo practica a nivel internacional, implicándose en los crímenes de la OTAN sin ningún tipo de rubor. De los juicios de Nuremberg al espantoso asesinato de Gadafi –en el que existe una parte de responsabilidad española– hay un largo camino de corrupción en la aplicación de la justicia mundial.