Don Pedro Antonio Cerviño y la ‘Escuela de Náutica
“Hoy allí existe una pujante y moderna ciudad: Ensenada. Con su puerto, destilerías, astilleros e industrias se ha convertido en uno de los polos industriales más importantes de la provincia de Buenos Aires”, escribe el marino, profesor y ensayista Horacio Guillermo Vázquez en su obra Héroes del Tercio de Gallegos (Documentos coloniales de los pontevedreses enlistados en el ‘Tercio de Gallegos’: gloriosos defensores de Buenos
“Hoy allí existe una pujante y moderna ciudad: Ensenada. Con su puerto, destilerías, astilleros e industrias se ha convertido en uno de los polos industriales más importantes de la provincia de Buenos Aires”, escribe el marino, profesor y ensayista Horacio Guillermo Vázquez en su obra Héroes del Tercio de Gallegos (Documentos coloniales de los pontevedreses enlistados en el ‘Tercio de Gallegos’: gloriosos defensores de Buenos Aires en 1807), Excma. Diputación Provincial, Pontevedra, 2003. “Iniciada la relación institucional y personal con Belgrano, Cerviño toma conocimiento de la iniciativa de éste de instalar en la capital virreinal una escuela de náutica. Idea que respalda con su autorizada opinión. También es refrendada por D. Félix de Azara, quien fue convocado para presidir la junta que evaluaría la oposición y antecedentes de los postulantes a ocupar los cargos de directores primero y segundo”, agrega, reproduciendo en el Anexo Documental del libro la carta enviada por el insigne gallego Don Pedro Antonio Cerviño, mediante la cual se postula para la plaza de director, así como también el resultado de las oposiciones.
Por otra parte, por esas fechas, el gran piloto de profesión Don Juan de Alsina, al haberse enterado de tal iniciativa, había solicitado autorización para instalar un aula de náutica bajo la protección del Real Consulado. Mas en torno a esta idea existieron opiniones refractarias, sobre todo en el sector monopolista del comercio: el encabezado por el alcalde de primer voto Don Martín de Alzaga.
Además, asimismo contraria a esta decisión era la Comandancia de la Real Marina con sede en Montevideo, porque allí perseguían la autoridad exclusiva para la implantación de esta academia, la planificación de sus estudios y la elección de su plana mayor. He aquí que estas dos vertientes de enorme influencia política y económica determinaron los severos impedimentos que tuvo que afrontar la recién creada Escuela de Náutica. Sólo así podría explicarse que, luego de siete años de notables resultados del instituto, aquéllos decidieran, justificándose con vanos argumentos, el cierre del citado establecimiento. Con cobardía se habían amparado en la confusión de la situación de posguerra de 1807.
Fue en mayo de 1799 cuando Cerviño y Alsina conocen el proyecto de instalación de una escuela de náutica, presentando su candidatura a la plaza de director. El concurso-oposición otorgó a Cerviño el cargo de director primero y el de segundo de Alsina. Con toda solemnidad el 25 de noviembre de 1799 dieron comienzo los cursos de la flamante Escuela de Náutica, bajo la dependencia y protección del Real Consulado. Don Pedro Antonio Cerviño –en el acto de su designación– pronunció un discurso titulado ‘El Tridente de Neptuno es el Cetro del Mundo’, texto reproducido igualmente en el Anexo Documental del clarividente ensayo del profesor Horacio Guillermo Vázquez. Aquella intervención pública desencadenó furibundas críticas de sus oponentes políticos, comandados por el propio Don Martín de Alzaga, el prior del Consulado. El poderoso vasco afirmó que “ahogó los impulsos que tuvo de ordenar que se suspendiese la arenga”. Una auténtica pieza de oratoria patriótica –muy adelantada para su época en sus conceptos socio-políticos y de soberanía social– que en esencia hacía patente la comunión ideológica con el insigne prócer Manuel Belgrano.
Por otra parte, por esas fechas, el gran piloto de profesión Don Juan de Alsina, al haberse enterado de tal iniciativa, había solicitado autorización para instalar un aula de náutica bajo la protección del Real Consulado. Mas en torno a esta idea existieron opiniones refractarias, sobre todo en el sector monopolista del comercio: el encabezado por el alcalde de primer voto Don Martín de Alzaga.
Además, asimismo contraria a esta decisión era la Comandancia de la Real Marina con sede en Montevideo, porque allí perseguían la autoridad exclusiva para la implantación de esta academia, la planificación de sus estudios y la elección de su plana mayor. He aquí que estas dos vertientes de enorme influencia política y económica determinaron los severos impedimentos que tuvo que afrontar la recién creada Escuela de Náutica. Sólo así podría explicarse que, luego de siete años de notables resultados del instituto, aquéllos decidieran, justificándose con vanos argumentos, el cierre del citado establecimiento. Con cobardía se habían amparado en la confusión de la situación de posguerra de 1807.
Fue en mayo de 1799 cuando Cerviño y Alsina conocen el proyecto de instalación de una escuela de náutica, presentando su candidatura a la plaza de director. El concurso-oposición otorgó a Cerviño el cargo de director primero y el de segundo de Alsina. Con toda solemnidad el 25 de noviembre de 1799 dieron comienzo los cursos de la flamante Escuela de Náutica, bajo la dependencia y protección del Real Consulado. Don Pedro Antonio Cerviño –en el acto de su designación– pronunció un discurso titulado ‘El Tridente de Neptuno es el Cetro del Mundo’, texto reproducido igualmente en el Anexo Documental del clarividente ensayo del profesor Horacio Guillermo Vázquez. Aquella intervención pública desencadenó furibundas críticas de sus oponentes políticos, comandados por el propio Don Martín de Alzaga, el prior del Consulado. El poderoso vasco afirmó que “ahogó los impulsos que tuvo de ordenar que se suspendiese la arenga”. Una auténtica pieza de oratoria patriótica –muy adelantada para su época en sus conceptos socio-políticos y de soberanía social– que en esencia hacía patente la comunión ideológica con el insigne prócer Manuel Belgrano.