Opinión

Debate

Me produce un sonrojo enorme vivir en un país que va a hacer un debate entre dos –y sólo dos, precisamente los más parecidos– de los candidatos a la presidencia de España que va a costar un millón de euros. Incluso se ha construido, sólo para la ocasión, un nuevo decorado y un plató en un recinto ferial de Madrid.
Me produce un sonrojo enorme vivir en un país que va a hacer un debate entre dos –y sólo dos, precisamente los más parecidos– de los candidatos a la presidencia de España que va a costar un millón de euros. Incluso se ha construido, sólo para la ocasión, un nuevo decorado y un plató en un recinto ferial de Madrid. Para muchos lectores puedo resultar muy suspicaz, pero alcanzar estas cotas de frivolidad y desprecio por los miles de españoles que lo están pasando verdaderamente mal hace imposible que el ciudadano medio se sienta identificado con estos tipos que aparentan ser la única clase política. Cómo se atreven a hablar de austeridad cuando viven en un derroche del que ni siquiera son conscientes. El mismo sonrojo me lo produce que, en efecto, haya personas que cambien su voto de la noche a la mañana por ver durante unos minutos a dos tipos sobreactuando en una guerra puramente estética, ajena al mundo real. Y peor sonrojo me produce que estos políticos se aprovechen de ello y no se preocupen de convencernos con el ejemplo de toda su trayectoria personal y política. Y los medios, sin comentarios, más preocupados de obtener rendimientos del espectáculo que de la labor moral que tanto se atribuyen cuando hablan de sí mismos. Este es mi país y pasaré en él toda mi vida, pero no estoy obligado a pensar que esto es un sistema democrático. Votar cada cuatro años no tiene nada, absolutamente nada, qué ver con la democracia.