Opinión

Couto

El Estado no tiene ningún problema en perseguir por todas las vías los actos y declaraciones que alientan el terrorismo (el terrorismo contra ese mismo Estado, no otros terrorismos) porque está convencido de que ahí está el caldo de cultivo para conformar el verdugo final, una pieza casi accidental aunque la mortífera.
El Estado no tiene ningún problema en perseguir por todas las vías los actos y declaraciones que alientan el terrorismo (el terrorismo contra ese mismo Estado, no otros terrorismos) porque está convencido de que ahí está el caldo de cultivo para conformar el verdugo final, una pieza casi accidental aunque la mortífera. Sin embargo, cuando se producen crímenes de mujeres con la única argumentación machista, el Estado mira hacia otro lado y carga toda la culpa sobre el asesino, que no deja de ser un criminal pero no es más que una consecuencia de un caldo de cultivo que genera personas que no ven otro camino que matar. Me pregunto si alguien conoce a un atracador que al salir del banco con el botín coge el coche para ir a la primera comisaría a entregarse. Habría que preguntarse por qué se entregan algunos asesinos machistas y por qué estos días se suicidó en la cárcel el último criminal machista de Galicia, Couto Durán. Por eso en los campos de Luisiana se le iba la mano al negrero y morían por cientos los esclavos, porque existía una conciencia general de supremacía blanca sobre la negra, tal y como hoy seguimos rodeados de políticos, jueces y pensadores –hombres y mujeres– cargados de tanto machismo en sus gestos inconscientes que se niegan a ver que ellos mismos son el caldo de cultivo de los crímenes de raíz machista, son los que generan individuos letales como el criminal Couto.