Opinión

Contenido y desarrollo de ‘Los Miserables’ de Víctor Hugo

‘Fantine’, ‘Cosette’ y ‘Marius’ –títulos de cada una de las tres partes de la obra Los Miserables de Víctor Hugo– narran los caminos de los principales personajes en dirección a la barricada de la calle Chanvrerie, donde se encontrarán todos, de modo visible o invisible reunidos, el 5 y 6 de junio de 1832.

Contenido y desarrollo de ‘Los Miserables’ de Víctor Hugo

‘Fantine’, ‘Cosette’ y ‘Marius’ –títulos de cada una de las tres partes de la obra Los Miserables de Víctor Hugo– narran los caminos de los principales personajes en dirección a la barricada de la calle Chanvrerie, donde se encontrarán todos, de modo visible o invisible reunidos, el 5 y 6 de junio de 1832. Será conveniente recordar que cada una de las partes se inicia con un capítulo que introduce y prepara la acción. Así, “Un justo” nos forzará a admitir la actitud del obispo en presencia de Jean Valjean. ‘Waterloo’, como sabemos, es un preliminar algo extenso, pero que nos adentra en las figuras de Thénardier y el coronel Pontmercy, al tiempo que nos anuncia, aunque desde la distancia, los fervores napoleónicos de Marius.

El abigarrado cosmos de la ciudad de París es estudiado en profundidad a la vez que deja prever la conducta del “heroísmo”, explicando la miseria de Gavroche. Diremos que el retrato que realiza del rey Luis Felipe –al igual que las reflexiones acerca de su régimen– pergeñan y diseñan el decorado político ante el que se va a representar el drama de “la barricada”. Por otro lado, ‘Patron-Minette’ sitúa a Thénardier en los extremos de la miseria y del crimen. Y, en fin, el “5 de julio de 1832” nos muestra las justificaciones del “desorden”, estableciendo la diferencia entre “el motín” y “la insurrección”. Digamos que en la última parte –titulada ‘Las entrañas de Leviatán’– se nos ofrece un claro pretexto para la descripción y la elocuencia, a la par que completa el “cuadro” de París, que no es sino uno de los “héroes” de la monumental obra literaria Los Miserables.

Víctor Hugo –en medio de los fragmentos de la exposición histórica y social– nos sumerge en la acción propiamente dicha. Se detiene, no obstante, a intervalos con cierta regularidad, a fin de indicarnos las “fases” de otra acción, la cual tiene correspondencia espiritual con las de las almas de los personajes. De tal manera que una serie de capítulos describen la “conciencia” de Jean Valjean, la “evolución política” de Marius, el “despertar sentimental” de Cosette y las “perplejidades” de Javert. Hemos de afirmar que cada uno de estos seres interpreta un “rol” en el mundo, en tanto que simboliza una de las aspiraciones de la Humanidad: la aspiración a Dios mediante “el sacrificio”, a la justicia social por la “generosidad”, a la dicha por “el amor”, al orden por el culto ciego al “deber de estado”. ¿Su drama? Posee dos caras. Los capítulos de acción relatan aquello que puede verse exteriormente del drama, mientras que las inmersiones en las conciencias nos hacen intuir las “repercusiones” del drama visible dentro del espíritu interior de cada ser.

Es preciso tener presente que el romántico Víctor Hugo debía salvaguardar la “coherencia” de las fechas. Al comienzo de cada una de las tres primeras partes la acción se sitúa en una fecha anterior al final de la parte precedente: ‘Fantine’ nos conduce desde octubre de 1815 al término del invierno de 1823. En cuanto a ‘Cosette’, del 18 de junio hasta mediados de marzo de 1824. Y ‘Marius’, desde el Imperio hasta febrero de 1832. El escritor francés intentaba seguir los diferentes “caminos” por donde los principales personajes se dirigían “a la barricada”, esto es, al lugar de la confrontación en que se manifestarán a sí mismos y a los demás. Mas, a partir de la Cuarta parte, excepto un último retorno al Libro tercero, el relato evoluciona cronológicamente. Todos los héroes se han reunido y continúan sus destinos de modo simultáneo.