Opinión

Cocina Gallega

El evangelista Lucas pone en boca del padre, que recibe al hijo prodigo ante las protestas del que detentaba el mayorazgo, estas palabras: “Este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.

El evangelista Lucas pone en boca del padre, que recibe al hijo prodigo ante las protestas del que detentaba el mayorazgo, estas palabras: “Este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”. El emigrante, si bien en algunos casos también tenía que buscar un futuro lejos de su tierra por ser hijo segundón o mujer sin herencia (la institución del antiguo derecho castellano promulgada mediante las Leyes del Toro en 1505 conocida como Mayorazgo hacía que los bienes pasaran íntegramente al heredero, generalmente el hijo varón mayor. Y si bien fue derogada por la Ley de Desvinculación de 1820, por uso y costumbre especialmente en zonas rurales se respetaba), no siempre regresaba como rico indiano sino, como alguien que no lograba romper el cordón que lo mantenía unido indisolublemente a sus raíces. Ese vínculo se mantiene intacto entre los que nunca regresaron.
El fotógrafo Dani Yako, cuando viaja a Polonia para conocer el pueblo de sus abuelos, exterminados con su familia por los nazis, encuentra recelo en las pocas personas que se dignan hablarle para decirle que allí no viven judíos, que no conocieron a ninguno (algo real porque nunca regresaron de Treblinka). Finalmente un chófer le da la explicación correcta: “En todos estos pueblos viven atemorizados esperando el regreso de los descendientes de los deportados, tienen miedo de que reclamen sus bienes”.
He visto en los ojos de algunos parientes esa inquietud en la mirada, pero no siempre los brazos abiertos del padre que se menciona en la conocida Parábola. Claro, que no siempre es así. En una carta de lectores del diario ‘Clarín’, Diego Cerutti relata emocionado el viaje hacia Bergondo para conocer la “casa grande” de su abuela Violeta: “…el promedio de edad de la gente que salía era muy mayor, hablando un gallego indescifrable (…). Finalmente pronuncié la palabra clave: sastres, ya que mi abuela, su padre y toda su familia eran sastres. Me señalaron una casa y me atendió una mujer de unos 85 años, amiga de la infancia de mi abuela, que me llevó a otra casa donde vivían los primos de la abuela. Ellos me acompañaron unos 100 metros hasta la casa de piedra, con tejas rojas, intacta. Como si los 300 años que tiene no le hubieran hecho cosquillas. Por cinco minutos no tuve palabras. Luego siguieron muchas invitaciones a comer y el relato de las generaciones que pasaron por la vivienda”.
La historia, cuenta Diego, cerró en Navidad en Buenos Aires, mostrando a la abuela Violeta las fotos del pueblo, aquellas casas, aquellas gentes. Ella recordó: “Mi papá siempre nos decía, quieran a la Argentina porque es la tierra que nos da de comer”.
Los emigrantes estábamos muertos (lo suficiente como para inspirar la frase “viudas de vivos” que imaginó Rosalía sin hacerse a la mar), pero revivimos en obras, ayudas oportunas, promoción de nuestra cultura a lo largo y ancho del mundo, orgullo de declararnos gallegos; estábamos perdidos, nadie sabía de nuestros trabajos y desvelos, y comienzan a descubrirnos, a valorar nuestras experiencias, nuestro potencial para hacer una Galicia grande y generosa.
Esperamos que nuestros hermanos, los que se quedaron en la tierra, sepan apreciar los beneficios que pueden aportar nuestros conocimientos, nuestra férrea voluntad de trabajo, nuestra experiencia en vencer adversidades y crisis en tierras ajenas, los sentimientos de pertenencia en hijos y nietos.
Esperemos que el interés no se limite a la posibilidad de recoger un voto necesario. Galicia merece más. En honor al sacrificio de millones de hombres y mujeres “desterrados” debe extender sus fronteras al confín del mundo donde sobreviva nuestra cultura, donde sigue habiendo gallegos que no se sienten emigrantes, pero lo serán con el correr de los años, cuando enraícen en la tierra de acogida, cuando sus hijos y nietos insistan en reclamar la identidad de origen.


Ingredientes-Abadejo con fideos y almejas: 1 kilo de abadejo/ 16 almejas cocidas/ 500 grs. de fideos/ 1 cebolla/ 2 tomates/ Aceite/ 1 vaso de vino blanco/ 1lt. De caldo de pescado/ 1 hoja de laurel/ Azafrán/ 2 dientes de ajo/ 1/2 morrón rojo/ Sal/ Pimienta/ Perejil picado.


Preparación: Picar la cebolla, el ajo, el tomate (eliminando piel y semillas) y el morrón. Rehogar en aceite añadiendo el laurel. Echar el vino y cuando todo esté tierno incorporar el caldo y llevar al hervor. Salpimentar el pescado. Cuando el caldo este hirviendo añadir los fideos procurando que el líquido los cubra. A los cinco minutos agregar el pescado y el azafrán. Cocer otros cinco minutos y poner las almejas en el guiso. Cuando los fideos estén a punto, retirar del fuego y servir espolvoreando perejil picado.