Opinión

Castigado por enfermo

Se abusa mucho, últimamente en España, de la palabra nazi para descalificar acciones de terceros. Las modas, también las de la dialéctica, siempre tienen un cretino –o un asesor de comunicación– que las lleva al absurdo.

Se abusa mucho, últimamente en España, de la palabra nazi para descalificar acciones de terceros. Las modas, también las de la dialéctica, siempre tienen un cretino –o un asesor de comunicación– que las lleva al absurdo. Quien más ha hecho estos meses por devaluar el valor trágico de la palabra nazi ha sido el PP, que desde su posición de dominio sobre el aparato político, policial, judicial, empresarial y mediático de España ha acusado a la asociación de desahuciados por las hipotecas de nazis por ir con pitos y pancartas a silbar a la puerta de algunos políticos del Gobierno. Imagine a Rudolph Hess en el campo de Auschwitz llamando nazis y poniendo cara de víctima ante un grupo de judíos díscolos que protestan ante el pelotón que los arrastra a la cámara de gas. España –en donde hace 500 años los reyes ultracatólicos firmaron el decreto de la Alhambra contra los judíos– tiene tan poca cultura política que es capaz de digerir la estrategia de victimismo de su propio maltratador. Estas acciones de marketing en las que todo vale no se pueden tolerar. Si queremos hablar más en serio, habría que hablar con rigor sobre lo que está sucediendo en España, un país rico, con los recortes sanitarios que obligan a pagar parte de las medicinas o las prótesis ortopédicas. Hablando en serio, cualquier ideología en la que un ciudadano es penalizado por su mala salud, en lugar de mimarle y curarle sin absolutamente ningún tipo de exigencia, es lo más parecido al nazismo que nos podemos encontrar en un modelo político. Que una persona sea castigada económicamente por no estar sana es lo más abyecto que nos podemos encontrar, sobre todo en un país rico en el que aumenta el desigual reparto de la riqueza.