Opinión

Los bucles de consumo y los marcianos

A falta de dios, buenos son los marcianos para rendir cuentas de lo que hacemos en este mundo. Tenemos que asumir que lo que no podamos explicar sobre la convivencia humana a un marciano que nos ve desde el espacio, no debemos aceptarlo como modelo.
Los bucles de consumo y los marcianos
A falta de dios, buenos son los marcianos para rendir cuentas de lo que hacemos en este mundo. Tenemos que asumir que lo que no podamos explicar sobre la convivencia humana a un marciano que nos ve desde el espacio, no debemos aceptarlo como modelo. A ver cómo hacemos los de nuestra especie para explicarle que estos días, a unos metros de personas que no tienen casa ni comida, se pasean unos modelos de la pasarela de moda Cibeles con atuendos inservibles que cuestan tanto como dar de comer a cientos de esos miembros humanos marginados. Es uno de tantos bucles de consumo en los que se pierde la economía mundial: se crean sectores económicos superfluos que ocupan gran cantidad de energía y riqueza cuando todavía no se han consolidado los bucles básicos: casa, comida, salud y educación; a ver cómo explicamos esto a alguien que, desde el espacio, observa que hay riqueza para todos. O que los responsables de estas desigualdades dentro de la especie se pasean como modelos de postín en congresos de sus partidos políticos en los que se habla de todo menos de los problemas de la gente. Lo peor de todo es explicar a los marcianos que todo esto sucede de forma voluntaria porque las víctimas, que son una mayoría abrumadora, eligen una y otra vez a los mismos modelos de postín para que les den una patada en el culo. Si existieran los marcianos nos llamarían estúpidos, sobre todo porque esas víctimas, en Occidente, tienen tal complejo de inferioridad que atacan a aquellos pueblos que tratan de ejercer su soberanía, lo que ellos no se atreven a hacer.