Opinión

El artista ferrolano Juan Carlos Alonso

“¡Cuántas biografías de ferrolanos ilustres, queridos Susana e Isaac! Estoy segura de que no pocos originarios o residentes en Ferrol las ignoran por completo”, me confiesa la adorable y bondadosa y simpática Doña Francisca Díaz Rojo de Lamas desde su casa de Robaleira, en Valdoviño, en las galaicas tierras de la provincia de A Coruña. Relevante personalidad es la de Juan Carlos Alonso, quien nació el 6 de febrero de 1886.
El artista ferrolano Juan Carlos Alonso
“¡Cuántas biografías de ferrolanos ilustres, queridos Susana e Isaac! Estoy segura de que no pocos originarios o residentes en Ferrol las ignoran por completo”, me confiesa la adorable y bondadosa y simpática Doña Francisca Díaz Rojo de Lamas desde su casa de Robaleira, en Valdoviño, en las galaicas tierras de la provincia de A Coruña. Relevante personalidad es la de Juan Carlos Alonso, quien nació el 6 de febrero de 1886. Al fallecer su padre –contramaestre de la Armada– se queda falto de medios económicos para subsistir. A los quince años emigra a la Argentina: en un pueblo del interior trabaja como cajero en la tienda de un pariente; pero pronto será puesto de patitas en la calle por consumir continuamente sus horas realizando caricaturas y haciendo caso omiso de sus deberes laborales. Ya en Buenos Aires, se emplea como camarero y, tiempo después, en la célebre revista Caras y caretas trabaja como recadero, ascensorista y ayudante de redactores. En compañía del gran dibujante, nacido en Vigo, Federico Rivas, disfruta de la clásica bohemia de la capital porteña, musical y bulliciosa. A los veinticinco años, sin haber llevado a cabo estudios artísticos, dibuja con enorme voluntad de estilo espléndidas caricaturas junto a José María Cao, sin duda una de las más descollantes figuras de la denominada “caricatura política”. Al cabo de un par de años, Alonso se convierte en uno de los humoristas gráficos más aplaudidos de la Argentina, hasta el extremo de que es aupado a ‘jefe de sección’ de la anteriormente citada publicación –apartado de ilustradores–, la cual dirigirá él mismo a partir de 1919.
El arte de Juan Carlos Alonso se caracteriza –mediante dibujos, carteles y caricaturas– por una excelente concepción en cuanto a la singular idea a la vez que por una ágil ejecución. Sus rasgos son sobrios; sus realizaciones, huérfanas de dudas o rectificaciones. Pinceladas fisiognómicas que le sirven para conseguir un grotesto sentido de semejanza y sugerente espacio para la conciencia imaginativa. Ingenioso y agudo en el retrato psicológico –singularizado por su sutilísima hiperestesia–, nos obsequia con su procedimiento pictórico favorito: el pastel, que maneja con generosa fluencia cromática. Pero, ¿cómo olvidarnos de aquella serie de ‘escenas porteñas’, rebosantes de emoción y fiel realismo, manifestándonos un rico repertorio de recursos tanto expresivos como técnicos?
Juan Carlos Alonso colabora como ilustrador en el semanario Crítica, bajo el sobrenombre de ‘Piquillín’. Funda también la renombrada revista Plus Ultra, de gran lujo, en la que, como director de la misma, proyecta y plasma sus ideas nítidamente “iberoamericanistas”. Su trascendencia y celebridad es palmaria en casi todos los diarios y publicaciones del cosmopolita y ‘Goliat’ Buenos Aires, la “metrópolis” que tan bellamente describiera Ezequiel Martínez Estrada. Editorialista y artista de primera línea, Alonso obtiene asimismo como pintor el primer premio en muchos concursos y exposiciones: Buenos Aires, Río de Janeiro, París, Berlín, Madrid. El Gobierno español le concede la Encomienda de ‘Caballero de la Orden de Alfonso XII’. Miembro de la Real Academia Argentina, presidente de la Comisión Estética de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y ‘corresponsal’ de la Real Academia Gallega. Falleció en Buenos Aires el 15 de febrero de 1945, abrazado por el fervor periodístico, ciudadano, artístico y popular.