Opinión

El aro de la opinión pública

Existe un aro menguante por el que pasa la opinión pública. Es un aro mediático que empezó a forjarse cuando nos convencieron de que España había hecho una transición desde el franquismo a hoy, un aro progresivamente más pequeñito que revela que la ideología de los medios es la ideología del poder.
El aro de la opinión pública
Existe un aro menguante por el que pasa la opinión pública. Es un aro mediático que empezó a forjarse cuando nos convencieron de que España había hecho una transición desde el franquismo a hoy, un aro progresivamente más pequeñito que revela que la ideología de los medios es la ideología del poder. Y los medios, con sus nuevos propietarios, ya no dejan fisuras, y eso lo debería admitir todo periodista decente con más de veinte años de oficio. Por eso se puede convencer en dos días a millones de españoles para que sigan votando a partidos que van a la guerra o se puede censurar judicialmente a un partido político vasco sin tener la necesidad y la honestidad de admitir que es simplemente un castigo político. Por eso llueve tinta sobre los países árabes y existe un cerrojazo informativo digno de estudio sobre Islandia, el único país ‘occidental’ cuyo pueblo se está enfrentando a los llamados mercados y tumbando banqueros y políticos corruptos. Ni una línea y no pasa nada; las líneas para Portugal. Así se explica que los corresponsales acudan en masa y sin rubor por un muerto israelí, que periodísticamente hablando vale unos veinte o treinta muertos palestinos, incluidos niños. Lo peor no es estar sometidos a un periodismo que no ejerce; lo peor es que la gente lo sabe pero tiene tanto miedo a su propia subsistencia –en el sentido laboral, financiero y de un nivel de vida que se tambalea– que se hace más ignorante de lo que es, se vuelve cínica.