Opinión

Antiguo homenaje de Ferrol a José Canalejas

José Canalejas Méndez, en la esfera de lo privado, era una persona sincera y contraria a la ostentación; enamorado de los libros y, sobre todo, de su familia. Muy aficionado a caminar, eso hacía cuando halló la muerte, tiroteado en Madrid el 12 de noviembre de 1912 por un anarquista, en plena plaza de la Puerta del Sol, mientras contemplaba las publicaciones expuestas en el escaparate de una célebre librería.
Antiguo homenaje de Ferrol a José Canalejas
José Canalejas Méndez, en la esfera de lo privado, era una persona sincera y contraria a la ostentación; enamorado de los libros y, sobre todo, de su familia. Muy aficionado a caminar, eso hacía cuando halló la muerte, tiroteado en Madrid el 12 de noviembre de 1912 por un anarquista, en plena plaza de la Puerta del Sol, mientras contemplaba las publicaciones expuestas en el escaparate de una célebre librería. Tal vez la causa del crimen se encontrase en la represión de diversos desórdenes sociales y de intentonas revolucionarias. Por aquel entonces Canalejas ocupaba la presidencia del Consejo de Ministros. Aparte de un representante oficial del Ayuntamiento de Ferrol, su ciudad natal, a sus exequias asistieron los directores del Diario de Ferrol y del Cantaclaro. También, el presidente del ‘Ateneo Ferrolano’. Si bien Canalejas no mantenía una especial relación con la ciudad que lo viera nacer, en más de una oportunidad manifestó su anhelo de residir en ella, cuando dejase su vida política tan activa. Con esa intención se le obsequiaron, por suscripción popular, unos terrenos en Caranza, mas el súbito y sangriento atentado anuló el ofrecimiento municipal.
Ahora bien, en 1895, la Corporación del Ayuntamiento ferrolano determinó designarlo ‘hijo predilecto’, como así consta en la placa que hasta hace unos años figuraba en la casa donde nació. Aquel 17 de agosto de 1907 –época en que ocupaba la presidencia de las Cortes– había recibido un ferviente homenaje de su pueblo que lo saludaba en la condición de “salvador de una ciudad deprimida”. Eran unas quince mil personas, cuando el vapor Argonauta exhibía sus galas y gallardetes a la entrada de la espaciosa Ría. Ya en el teatro ‘Jofre’ –con la representación de todas las instituciones y sectores de la sociedad–, le ofrecieron un almuerzo; por la tarde él pronunció un entrañable discurso desde el balcón de la Municipalidad. “Tengo en mí”, expresaba, “no haber merecido estos extremos de vuestra simpatía, estos homenajes de vuestro corazón. Me duele el pensar que no hice nada por mi Patria, por mi Ferrol, tan digno de ser pagado con los desvelos de los que en él hemos visto la luz. Mas no es tarde para la reparación. Os la debo”.
Tan emocionado, José Canalejas continuaba revelando su corazón: “¡Cuán grandes y cuán puras añoranzas despierta en mí, en estos solemnes instantes, este Ferrol de mis amores! La casa en que nací, el taller en que trabajó mi padre en un oficio honrado, compartido con el humilde, el modesto, el laborioso obrero de los Arsenales”. Y agregaba: “Quizás se acerquen días difíciles, horas de zozobra, momentos de peligro para este Astillero y estos Arsenales”. Y más adelante: “Trabajad. Tenéis diputados, tenéis Cámara de Comercio, tenéis Ayuntamiento”. “Quiero venir a veros”, concluía, “de nuevo, con la ejecución de algo práctico para vosotros. Tened esperanza en mí. Yo algo valgo. Pues bien, lo que valga será para vosotros”.
Únicamente un retrato suyo en las dependencias del Ayuntamiento y el nombre de un muelle del puerto ferrolano evocan la memoria de esta egregia personalidad que antaño tuviera una placa y una calle. Mientras tanto, aguarda por una artística estatua que rescate y perpetúe su figura.