Opinión

La achicoria

Algunos lectores recordarán cuando el café se mezclaba con achicoria porque el primero era un producto demasiado caro para la España de hace cuarenta años. A medida que aumentaba la riqueza del país, disminuía el consumo de achicoria. Alguien interesado en mantener el caduco sector de la achicoria gritaría a los cuatro vientos que España entraba en crisis porque se reducía el consumo de su producto.
Algunos lectores recordarán cuando el café se mezclaba con achicoria porque el primero era un producto demasiado caro para la España de hace cuarenta años. A medida que aumentaba la riqueza del país, disminuía el consumo de achicoria. Alguien interesado en mantener el caduco sector de la achicoria gritaría a los cuatro vientos que España entraba en crisis porque se reducía el consumo de su producto. Salvando las distancias, esto sucede con el poderoso sector automovilístico-petrolero, como en su momento hicieron los constructores de máquinas de vapor, que vieron cómo sus negocios se desplomaban a favor de los motores de explosión y la energía eléctrica. Crisis, lo que es crisis en el sentido de empobrecimiento general, la hay en África, donde unos y otros se mueren de hambre real. A lo mejor deberíamos replantearnos esta palabra en los países ricos y reconvertir nuestro sistema productivo y, sobre todo, el modo en que nuestros políticos se someten a los intereses de los nuevos fabricantes de máquinas de vapor, que estos años han producido y vendido por encima de las necesidades reales de la sociedad. Los pobres están tan en crisis hoy como siempre, pero sucede que en esta época de cambios económicos son los propios señores feudales los que tratan de buscar su sitio a costa de algunos de sus barones. ¿Quién va a tener el valor de sustituir miles de camiones y toneladas de asfalto por un flujo terrestre constante y eficaz, de doble vía férrea, entre Vigo y Madrid?