El secretario xeral de Emigración visitó el negocio que abrió en la calle Barcelona en enero de este año

Zoila Martínez, la florista viguesa retornada de Lyon que anima a la gente a volver “cuando sienta que le falta algo”

La ronda del secretario xeral de Emigración, Antonio Rodríguez Miranda, por los negocios de los retornados que reciben la ayuda de la Xunta al emprendimiento le llevó este jueves a Vigo, donde visitó la floristería de Zoila Martínez, una retornada de Lyon, que quiere transmitir en la ciudad olívica una nueva forma de concebir los arreglos florales.

Zoila Martínez, la florista viguesa retornada de Lyon que anima a la gente a volver “cuando sienta que le falta algo”
Miranda-Zoila floristeria 2
El secretario xeral de Emigración visitó la floristería que montó Zoila Martínez con la ayuda de la Xunta.

Los vecinos de la calle Barcelona (Vigo) y de sus aledaños tienen el privilegio de contar en la zona con un establecimiento pensado para aportar frescura y originalidad a la decoración de sus hogares, así como a los acontecimientos familiares y sociales que celebran. En el número 34 de esa calle se abrió en enero de este año una floristería – La Bohème– cuya especialidad es la confección de arreglos florales con el toque personal de su propietaria, Zoila Martínez, quien acaba de retornar de Lyon (Francia) con la intención de reafirmarse en su ciudad natal en su condición de mujer emprendedora. “El trabajo que hago es diferente; a la gente le gusta y ha encajado genial, aunque también intento ser resolutiva y si alguien quiere algo más clásico, también lo hago”, asegura Zoila.

El negocio que regenta recibió esta mañana de jueves la visita de Antonio Rodríguez Miranda, máximo responsable de la Secretaría Xeral de Emigración, como parte de la ronda de contactos que cada cierto tiempo realiza a los beneficiarios de las ayudas que se conceden a los recién llegados que se embarcan en una acción emprendedora. Unas ayudas que “pueden ir para cualquier gallego”, aclaró, porque parten de la Consellería de Emprego, Comercio e Emigración, pero que, en el apartado migratorio, están orientadas a proporcionar “un apoyo especial a los retornados”. De este modo, Miranda recordó que cualquier “persona retornada que se dé de alta como autónomo, en cualquier actividad profesional, puede recibir una ayuda inicial de 6.000 euros”, que se puede incrementar en 1.000 euros si la beneficiaria es una mujer y en 3.000 en el supuesto de que el negocio se establezca en una zona del rural. En total, la cuantía de la ayuda oscila entre los 6.000 y los 10.000 euros, dependiendo de las circunstancias, para lo que el departamento de Emigración de la Xunta dispone de un presupuesto de un millón de euros en el presente ejercicio, ampliable en el caso de que sea necesario, “para que ningún emprendedor se quede sin ayuda”, confirmó.

El secretario xeral apuntó que, en lo que va de año, se han registrado más de 140 iniciativas emprendedoras en Galicia por parte del colectivo de retornados –en 2024 se contabilizaron 150–, y las previsiones apuntan a que se va por el buen “camino”, ya que se prevé que al cierre de 2025 se pueda “batir nuevamente un récord de peticiones”.

“Es muy importante ayudarlos –sentenció Miranda, en relación a las partidas que se conceden a este colectivo–, porque cualquiera que llega” de nuevo a Galicia “incorpora su saber”, aporta “visiones distintas” y un “conocimiento especial” producto de su experiencia de haber salido al exterior.

Reflejo de esta circunstancia es el caso de Zoila, quien se vio “obligada a emigrar” y a poner en práctica fuera de su tierra los conocimientos en floristería que había adquirido en Madrid y en Asturias. Descendiente de una familia dedicada al sector, eligió Lyon para establecerse –allí “no tenía contacto con españoles”, lo que le beneficiaba para aprender el idioma– y después de 10 años en Francia, se decidió a volver para disfrutar de su familia, principalmente de su hija, que “se quedó aquí estudiando”, comentó, durante la visita de Miranda.

Zoila no quería seguir perdiéndose detalles de la vida de su hija, porque “es muy difícil dejar un hijo atrás”, lamentó, y aunque nunca perdió la relación con ella, “ahora es mucho más cercana “. Además, a su edad –tiene 47 años– ya se plantea una vida “más tranquila”, en su ciudad, que “es maravillosa para vivir, en todos los sentidos, y la gente es más campechana, más accesible”. En definitiva, más de su estilo, porque “yo también soy una chica tranquila, muy de barrio”, dice, y por eso, cree "haber dado con el sitio ideal”.

El enclave que eligió para implantar el establecimiento está rodeado de todo tipo de comercios  –mercerías, pescaderías…–, a los que los vecinos acuden a comprar, “y eso hace barrio” y propicia que “el pequeño comercio avance y no tenga que cerrar”, lo que, a su juicio, es “muy importante para la ciudad en general”.

Como otros emigrantes que se animan a retornar, para poner en marcha su negocio, se sirvió de sus ahorros, de ahí que la visita a las dependencias de la Xunta para solucionar problemas de papeleo le resultara de lo más beneficioso. Una vez allí, la dirigieron a la Oficina Integral de Asesoramiento e Seguimento ao Retorno, donde le facilitaron todo tipo de información necesaria para formalizar su situación administrativa, pero también le ofrecieron asesoramiento sobre las ayudas que podía solicitar para iniciar su actividad. Ello “supuso para mí una tranquilidad tremenda”, comentó, aliviada, porque, cuando se da un paso así, “te lo juegas a todo o nada” y lo lógico es sentir "vértigo".

Consciente de que “el primer año es el más complicado en todos los negocios”, reconoce que ha tenido mucha suerte, porque ha “encajado en el barrio”, y, además, le acaban de conceder el kit digital, que le permite crear una página web para difundir la particularidad de su negocio a través de las redes sociales, que hoy en día considera muy importantes para darse a conocer.

Motivada y con un gran afán por potenciar cada vez más las posibilidades que le ofrece su profesión, Zoila se confiesa amante de su trabajo, al que trata de imprimir su propio estilo, lo que le resulta posible gracias a los años en que pasó formándose, lo que ahora le permitiera “innovar” y “hacer cosas diferentes”. “La flor es el producto estrella” de su establecimiento, y, aunque también se venden plantas, “las flores es lo que me motiva; mezclar colores, texturas, maderas... Se puede hacer lo que se quiera, porque el límite está en tu imaginación”, dice, muy segura de sí misma.

Meses después de haber abierto la floristería percibe que su idea “está teniendo muy buena acogida” en la zona. Por tal motivo, confiesa que se siente “muy agradecida a la calle Barcelona, a Vigo en general y a la Xunta también”, que le facilitó la ayuda para sacar adelante su negocio, aunque tampoco se olvida de Lyon, ciudad que le dio la oportunidad de desarrollarse profesionalmente en un momento determinado de su vida. Pasado ese tiempo, y totalmente integrada en su Vigo natal, no duda a la hora de animar a la gente a volver “cuando sienta que le falta algo”, ya que, si bien es cierto que dar el paso “da miedo –“al final, es volver a meter tu vida en la maleta otra vez”–, hay que animarse y ser valiente”, porque lo peor que puede pasar, reflexiona, “es que haya que empezar otra iniciativa”. “Pero hay que intentarlo, siempre”, sentencia.