Hijas de emigrantes gallegos, voluntarias en las Islas Cies

30 jóvenes de entre 18 y 23 años han estado participando desde el 2 al 15 de julio en el campo de trabajo que la Xunta ofrece en las Islas Cíes. La Secretaría Xeral de Emigración oferta unas plazas mediante sorteo para hijos y nietos de emigrantes gallegos en el exterior. Se trata de un número de plazas reservado al colectivo de la diáspora, con el objetivo de facilitar los lazos que relacionan a estas chicas y chicos con la tierra de sus familiares
Hijas de emigrantes gallegos, voluntarias en las Islas Cies
Todos los participantes del campo de trabajo que se desarrolló días atrás en las Islas Cies, en Vigo.
Todos los participantes del campo de trabajo que se desarrolló días atrás en las Islas Cies, en Vigo.
30 jóvenes de entre 18 y 23 años han estado participando desde el 2 al 15 de julio en el campo de trabajo que la Xunta ofrece en las Islas Cíes. La Secretaría Xeral de Emigración oferta unas plazas mediante sorteo para hijos y nietos de emigrantes gallegos en el exterior.  Se trata de un número de plazas reservado al colectivo de la diáspora, con el objetivo de facilitar los lazos que  relacionan a estas chicas y chicos con la tierra de sus familiares.
Con cinco emplazamientos diseminados por toda la geografíaa gallega, el campo de trabajo de las Islas Cíes es uno de los más aclamados, incluso a nivel internacional, como nos cuenta su coordinador Juan Salvador “en las Cíes tenemos uno de los mejores, sólo en competencia con uno que está en Irlanda”.  
Durante la estancia de 11 días, los jóvenes realizan actividades para la ayuda al mediambiente y conservación del Parque Natural. Con un programa organizado, los chicos y chicas reparten las actividades por grupos o de forma individual, según las características del trabajo. “Labores de mantenimiento, limpieza de las playas, vigilancia de incendios, información a los visitantes, extracción de plantas alóctonas o montaje de pasarelas y vallados” como nos cuenta Juan, son sólo algunas de las actividades que realizan los participantes por las mañanas. Tras un tiempo libre, a partir de las 17.30 h  los voluntarios realizan actividades lúdicas ya programadas por los monitores como concursos de conocimientos, volei-ball, snorkell o cuenta cuentos a los niños del camping.
De entre los 150 jóvenes de la diáspora que se presentaron al sorteo, sólo 40 consiguió una plaza, algunas de estas afortunadas fueron las 4 voluntarias venezolanas que participaron en este campo de trabajo, como en el caso de Vanesa Cid que cuenta que “fue una suerte” por que es mucha gente la que se presenta y las plazas son pocas.
Sofía Saborido, Vanesa Otero y Rocío Taboada son las restantes afortunadas, también venezolanas. Ellas aplicaron para esta actividad en la Oficina de la Xunta de la Hermandad Gallega de Venezuela pero sin opción de elegir el sitio “mandan a cada país a un lado mediante sorteo, por la logística del avión o del autobús” comenta Vanesa Cid, pues así resulta más barato. En su caso no es la primera vez que viene a Galicia, ya estuvo en la Comunidad gallega “hace cuatro años, en el campamento de 2008 en Palas de Rei y Sada” también gracias a la Xunta y la experiencia fue tan grata que decidió repetir y, ya siendo mayor para los campamentos, probar suerte en los campos de trabajo.
Encantadas de esta elección las chicas aseguran que “el grupo es maravilloso” y que “no hay enemistad, ni envidia”, ningún problema entre las 30 personas que son, y les da mucha pena irse. Eso sí, se quedan con los buenos ratos y el buen tiempo que pasaron juntos pero además con la conciencia de haber crecido como personas, que era su objetivo principal, “cuando nos vayamos enseñaremos a la gente todo lo que hemos aprendido”. Vanesa Cid aseguraba que muchas veces no se da uno cuenta de lo que hace hasta que lo ve en el contrario, y explica cuán nerviosa le ponía ver a la gente tirando las colillas al suelo, y cuando les llamaban la atención, lo recogían y lo volvían a hacer “¡Con lo difícil que es recogerlas todas!” exclamaba.
Las 4 aseguran sentirse muy a gusto en tierras gallegas, pero también son conscientes de que su vida está en Venezuela, y no la cambiarían. Vanesa Otero se atreve a imaginar que quizás de pequeña le hubiese gustado vivir aquí “pero de grande ya tengo mi vida en mi país” comenta. Algo parecido le ocurre a Vanesa Cid que afirma estar “muy orgullosa de mi país pero también de mis raíces” y cuenta orgullosa como en su casa se mantiene la tradición gallega “no falta la comida como el pulpo, la tortilla, la empanada y tampoco la muiñeira”  y por eso sus parientes gallegos que emigraron, en este caso sus abuelos, no lo echan tanto de menos.
Sofía Saborido es quizás la menos reacia a volverse de Venezuela. Su padre con tan sólo 20 años tuvo que salir del país con toda su familia porque “no había alimentos” como consecuecia de la Guerra Civil que azotó a España a finales de los 30; José Antonio Saborido tuvo que recorrer varios lugares del mundo como Holanda, Francia y finalmente recaló en Venezuela donde comenzó a trabajar en una carpintería, “sólo me hubiese gustado nacer aquí para estar más cerca de mi familia, porque somos una familia muy unida” dice Sofía.
Todas, aunque no eran amigas, se habían visto alguna vez en la Hermandad Gallega de Venezuela , de la que son orgullosas socias, y  coinciden en que “te hacen sentir en un hogar”. Además tienen múltiples prestaciones tanto para los más jóvenes como para los más mayores. Pueden realizar desde actividades deportivas, como en el caso de Vanesa Otero en el club de natación; actividades lúdicas, como le gusta a su tocalla, Vanesa Cid, que acostumbra a ir los fines de semana con sus amigos “a cenar y pasar un buen rato” mientras sus padres lo hacen con los suyos. Además Cid también cuenta como cuidan a su abuelo,  “mi abuelo está allí en un centro de día y le dan de todo y a bajo coste”. Para ellas este centro es “un pedacito de aquí” y les hace sentirse más cerca de la tierra de sus antepasados.
Las 4 no quisieron marcharse sin tener la oportunidad de mostrarme su agradecimiento hacia la Xunta “porque nos da la oportunidad de venir, porque ayudan mucho a nuestro club en materia de sanidad… y en general porque están muy pendientes de los gallegos que están allí”. De esta forma se despedían las jóvenes dispuestas a hacer las maletas para reunirse con sus familiares que están esparcidos por toda Galicia y con quienes pasarán 30 días, antes de volver a su Caracas natal.