Artur Mas esperó al recuento del CERA en 2015 para negociar con la CUP

El voto exterior ya movió un escaño en el Parlamento catalán en las autonómicas de 2017

El recuento de votos del exterior puede ser determinante a la hora de configurar los parlamentos y se ha dado el caso, en más de una ocasión, en que hubo que esperar al resultado del CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes) para formar Gobierno. Lo más común es que produzca un ligero movimiento de escaños entre partidos. Cataluña tiene un ejemplo en las autonómicas de 2017, cuando el PP arrebató un escaño a Ciudadanos por Tarragona.

El voto exterior ya movió un escaño en el Parlamento catalán en las autonómicas de 2017

El recuento de votos del exterior puede ser determinante a la hora de configurar los parlamentos y se ha dado el caso, en más de una ocasión, en que hubo que esperar al resultado del CERA (Censo Electoral de Residentes Ausentes) para formar Gobierno. Le ocurrió a Manuel Fraga en 2005, que necesitaba más de 8.160 papeletas de diferencia con respecto al PSdeG de Emilio Pérez Touriño para afrontar su quinta legislatura en la Xunta de Galicia, pero los votos de los emigrantes –en contra de lo ocurrido en la cita de 2001, que le aportaron 8.733–, solo le dieron una ventaja de poco más de 1.800. Al margen de este episodio, lo más común es que el voto del CERA produzca un ligero movimiento de escaños entre partidos, lo que causa tantas sorpresas agradables como desilusiones.

Cataluña tiene un ejemplo claro en las pasadas elecciones autonómicas, las de 2017, cuando el PP logró arrebatar un escaño a Ciudadanos por la provincia de Tarragona.

Aunque esta circunstancia tuvo nula incidencia en la formación de Gobierno –la unión de los partidos independentistas era infalible–, aportó un diputado más a la formación que por entonces lideraba Xavier García Albiol en Cataluña, hasta llegar a los cuatro representantes en la Cámara y restó uno a Ciutadans que, pese a seguir como la fuerza más votada en esos comicios, se quedó con 36 diputados y sin posibilidad de formar gobierno.

Sin embargo, no fue esa la única ocasión en la que la clase política catalana estuvo pendiente del recuento del voto exterior. Con mucha mayor intensidad lo vivió en 2015 Artur Mas –entonces líder de la coalición Junts pel Sí–, a quien el resultado obtenido en el territorio en las autonómicas del 25-S dejó en una situación un tanto indeseada. Los 62 escaños que consiguió en esa ocasión –a seis de la mayoría absoluta– frente a los 63 de las fuerzas no independentistas, le obligaban a negociar el apoyo de la CUP, salvo que el escrutinio del exterior le proporcionara un diputado más en detrimento de los obtenidos por los contrincantes. De ser así, le bastaría con la abstención del partido radical de izquierda en segunda votación para hacerse con la Generalitat. Pero el recuento del voto exterior se le volvió en contra y la realidad dio al traste con sus deseos.

Casi diez años antes, en las generales del 9-M de 2008, el PP arrebató un diputado por Cataluña a CiU, que le situó con 154 diputados en el Congreso de los Diputados. Por el contrario, la voluntad de los emigrantes frenó las aspiraciones del PP de quitar a los socialistas vascos el octavo escaño en litigio por Vizcaya.

El caso más reciente en la comunidad autónoma catalana se produjo en 2019 en Girona con motivo de las elecciones generales del 28-A. En Comú Podem y ERC se mantenían entonces expectantes ante el recuento de los 2.500 votos pendientes de escrutinio del CERA de los que En Comú necesitaba 939 más que Esquerra para quitarle un escaño. Circunstancia un tanto improbable, la cosa no fue a mayores con la apertura de los sobres llegados de fuera.

Otras provincias españolas estuvieron en el periodo postelectoral de esos comicios pendientes también del escrutinio del voto exterior: Palencia, Huelva, Baleares, Navarra, Zaragoza y Vitoria, pero en ninguna de ellas se llegó a modificar el resultado de la noche electoral. El caso más sonado fue el de Vitoria, donde el entonces vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto, que iba de número uno por esa provincia vasca, aspiraba a conservar su escaño. Pero el PP necesitaba 384 votos más que EH Bildu en el escrutinio exterior y solo obtuvo una diferencia de 19, por lo que no consiguió ningún diputado por esa circunscripción en dicha convocatoria.

Meses después, en las generales del 10-N, los populares sí conseguirían arrebatar al PNV un escaño por Vizcaya hasta conseguir los 89 con que cuentan actualmente en la Cámara baja.

El caso de las autonómicas de 2005, que afectó a Manuel Fraga, no fue el único con relevancia en Galicia. En 2009, con Alberto Núñez Feijóo estrenándose como candidato, el PSOE arrebató un diputado por Ourense al PP gracias al voto emigrante, que dejó al partido conservador con 38 escaños, los justos para obtener la mayoría absoluta.

A su favor jugó, sin embargo, el escrutinio del CERA el pasado mes de julio en las autonómicas del 12-J, que devolvió al PP el escaño 12 por la provincia de Pontevedra, en detrimento del PSdeG, y premió a Feijóo con el diputado 42, lo que le proporcionó el mayor número de representantes en el Pazo do Hórreo en su etapa al frente de la Xunta.

En Vizcaya, el recuento del voto emigrante y la revisión de actas permitió en esos mismos comicios a la coalición PP+Cs –hay que recordar que Galicia y Euskadi celebran juntas las elecciones autonómicas– arrebatar un escaño a EH Bildu.

Asimismo, en las autonómicas de 2016 en Galicia, el resultado del voto del CERA validó el diputado del PP por Ourense que estaba pendiente de ratificación.

Otras comunidades autónomas vivieron pendientes de las papeletas llegadas del exterior en algunos de sus comicios que produjeron sorpresas en más de una ocasión. Es el caso de Asturias que en las autonómicas de 2012 llamó la atención por este asunto. El PSOE consiguió arrebatar entonces un diputado a Foro que le dio la llave para formar gobierno con IU y UPyD.

Canarias, en las autonómicas de 2007, se mantuvo al tanto del recuento en Tenerife y La Palma, así como de El Hierro y La Gomera.

Por su parte, el PSOE de Cantabria recuperó con el voto del CERA el escaño 35 que en los comicios autonómicos del pasado 24 de mayo le había sido arrebatado en las postrimerías de la noche electoral por el Partido Regionalista Cántabro (PRC).

En Murcia, socialistas y populares tuvieron que esperar al recuento del voto exterior para consolidar el triunfo del PSOE o dar un vuelco al resultado a favor del PP, aunque es este partido, en coalición con Ciudadanos y con apoyo de Vox, el que gobierna en la Región.