Tribuna abierta de David Casarejos

La nueva forma de hacer política ya está aquí… si queremos

En los últimos años y con el auge de las redes sociales y nuevas tecnologías de la información se están abriendo nuevos caminos a la colaboración, creación de vínculos y asociaciones ‘informales’ que sirven para ofrecer herramientas de ayuda a la población.

La nueva forma de hacer política ya está aquí… si queremos
Casarejos
David Casarejos.

Allí donde las instituciones y los políticos no llegan ni quieren llegar, se están formando grupos colaborativos que se informan entre sí, y que además pueden llegar a crear grupos de presión que consiguen mejoras reales en la vida de muchos.

Cuando hablaba de políticos, me refería a aquellos que cobran de esta función obviando que, en realidad, políticos en mayor o menor medida los somos todos. Toda intervención o contribución en nuestros barrios o colegios, o ayudando en nuestra comunidad ofreciendo altruistamente nuestro tiempo, es un acto político que en algunos casos tiene mayor impacto que el de esos ‘políticos’ profesionales que nos dan su tiempo gracias a los altos salarios que ganan o a la promesa de puertas giratorias con salarios aún más altos en el futuro.

Mucho del trabajo altruista en los últimos años se ha movido de la presencialidad y el espacio físico compartido a la colaboración a distancia y a través de pantallas de ordenador, móviles o tabletas y esta ayuda llega a tener en ocasiones una repercusión mucho más grande debido a que la audiencia se ha multiplicado exponencialmente de aquel número de personas que entraban en la sala de la casa de cultura al espacio ilimitado que ofrecen las redes sociales.

Hay políticos de profesión que, por otro lado, hay que recalcar que trabajan igualmente de manera voluntaria y altruista en muchos de los pueblos de nuestro país. Sin remuneración alguna y con horas y horas de trabajo que solo se ven recompensadas por la gratitud de los vecinos.

Durante la pandemia salieron muchos grupos de ayuda, y en Reino Unido varias organizaciones de españoles se juntaron para crear Acción Coronavirus que ayudó con charlas varias, ayuda a enfermos, o incluso con el cuidado de mascotas y que mostró la mejor cara de nuestra comunidad.

La pandemia igualmente popularizó una nueva manera de interaccionar y de reunirse telemáticamente que antes se usaba principalmente en el ámbito laboral y ahora ha pasado a facilitarnos la vida y permitirnos organizar charlas o cursos a distancia sin los problemas de tener que alquilar salas, organizar entradas u obligar al desplazamiento de un número de gente a un local, cuando se ha comprobado que pueden ser igualmente de beneficiosas desde el sofá de su casa. 

Esta nueva forma de interacción podría ser utilizada más frecuentemente por gobiernos, ayuntamientos y demás instituciones para escuchar a su ciudadanía de manera directa.

En los próximos días una de las instituciones españolas como es el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, que depende de la Secretaría de Estado de Migraciones y del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, va a celebrar un Pleno extraordinario de manera telemática.

Habrá que preguntar ¿por qué razón no se utilizó este formato durante la pandemia y periodo electoral de 2019, obligando a parar la actividad del foro que representa a los emigrantes entre junio de 2018 y julio de 2022?

Las consejeras y consejeros generales que se reunirán el día 10 de febrero aparte de representar a ministerios, comunidades autónomas, patronal o sindicatos también está formada por voluntarias y voluntarios que representan a la diáspora, bien a través de asociaciones o a través de los consejos de residentes españoles en el exterior.

Sin prebendas y teniendo que utilizar días de vacaciones para reuniones y para desplazarse por sus países de destino a dar charlas o informar a la población española.

Evidentemente siempre nos encontraremos con representantes de asociaciones o consejos de residentes que puedan utilizar estos roles para correr a afiliarse a partidos políticos y sumarse al intento de no quedarse sin su trozo de pastel, aunque normalmente se les ve a la legua y su altruismo queda desmontado a primeras de cambio cuando se demuestran los intereses por dirigir una u otra organización.

La Ley de Memoria Democrática ha sido un ejemplo de cómo se puede organizar la ciudadanía para servir de lobby de presión, así como informar cómo se va articulando esta ley en los diferentes consulados generales españoles desperdigados por el mundo, ayudando a identificar aquellos lugares que actúan de manera irregular y necesitan un toque de atención por parte de la Dirección General de Españoles en el Exterior y de Asuntos Consulares.

En España también se ha organizado los posibles beneficiarios de esta ley para elevar una queja contra el Ministerio de Justicia por la dejadez y falta de estandarización de procedimientos en la red de Registros Civiles… y la queja conjunta se escucha y ayuda a solucionar poco a poco el problema.

En países como Cuba o Argentina son numerosos los grupos de WhatsApp, Facebook y Telegram que llevan meses ayudándose entre sí, e informando sobre los procedimientos y dista mucho de lo que ocurría en los lejanos 2007 cuando la Ley de Memoria Histórica se aprobó, y no existía la cantidad de redes sociales y herramientas con las que actualmente contamos.

La tecnología reduce las distancias y quizás las organizaciones tradicionales con presencia física estén pagando la nueva manera de interaccionar, pero sin duda se están creando nuevas redes que están democratizando el acceso a la información: a obtenerla, a propagarla, y a crearla.

Los partidos siguen utilizando las vías más tradicionales y a pesar de estar en redes sociales quizás siguen filtrando la información que producen y parece que muchos de los eventos online son solo para los afiliados, manteniendo cierta distancia con la plena transparencia y la inclusión a toda la sociedad, manteniendo sus ghettos y asegurándose que solo conocen plenamente su trabajo los ‘convertidos’.

Estas actitudes siguen impulsando los proyectos sociales y cívicos fuera de los partidos y ayuda a que muchos empecemos a creer que la tecnología bien usada puede mejorar nuestras maneras de gobernar a la vez que prescindimos de trepas, vendehúmos y políticos ‘profesionales’.

David Casarejos Moya

Presidente de la Comisión de Derechos Civiles y Participación del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior y presidente del del Consejo de Residentes Españoles de Manchester.