Descubre el relato más íntimo de quien fue esposa del Nobel Juan Ramón Jiménez

El Centro de Estudios Andaluces inaugura en Madrid una exposición dedicada a Zenobia Camprubí

El Centro de Estudios Andaluces y la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, en colaboración con la Oficina de la Junta de Andalucía en Madrid, la Secretaría General de Acción Exterior y la Casa de Úbeda en Madrid, rescatan la figura de Zenobia Camprubí, con motivo de la conmemoración del 60º aniversario de su muerte, el 28 de octubre de 1956 en Puerto Rico, sólo tres días después de la concesión del Nobel de Literatura a su marido, Juan Ramón Jiménez.

El Centro de Estudios Andaluces inaugura en Madrid una exposición dedicada a Zenobia Camprubí
Expo Zenobia Camprubí1
Parte de la exposición de Zenobia Camprubí,

El Centro de Estudios Andaluces y la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, en colaboración con la Oficina de la Junta de Andalucía en Madrid, la Secretaría General de Acción Exterior y la Casa de Úbeda en Madrid, rescatan la figura de Zenobia Camprubí, con motivo de la conmemoración del 60º aniversario de su muerte, el 28 de octubre de 1956 en Puerto Rico, sólo tres días después de la concesión del Nobel de Literatura a su marido, Juan Ramón Jiménez.

Estrenada el pasado mes de septiembre en el Museo de la Autonomía de Andalucía, la muestra ‘Zenobia Camprubí, en primera persona’ llega a Madrid tras haber itinerado por otros puntos de Andalucía: Moguer (Huelva), localidad de natal de Juan Ramón Jiménez, y Priego de Córdoba. Se podrá visitar del 5 de octubre al 2 de noviembre en el centro de la UNED en Escuelas Pías.

Coordinada por la doctora en Filología Española y profesora de la UNED Emilia Cortés Ibáñez, la muestra ofrece un recorrido cronológico dividido en seis secciones, en las que ella misma, en primera persona, revela sus vivencias y pensamientos más íntimos: desde los recuerdos de su infancia, marcada por los constantes traslados familiares debido a los cambios de destino laboral de su padre, ingeniero de profesión (Sarriá, Tarragona, Valencia...), hasta el fin de sus días en el exilio. En total, casi un centenar de documentos, entre escritos y fotografías procedentes del archivo familiar Zenobia-Juan Ramón Jiménez, la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez y el Archivo Histórico Nacional, integran esta muestra a modo de excepcional testimonio de la historia en femenino de la primera mitad del siglo XX.

Gran parte del testimonio de Zenobia, sobre todo, la parte que se corresponde con su primera etapa norteamericana hasta su regreso y establecimiento en España, se encuentra recopilado en ‘Diario de juventud. Escritos. Traducciones’, editado por el Centro de Estudios Andaluces y la Fundación José Manuel Lara. Se trata del diario inédito de juventud de Zenobia escrito entre 1905 y 1911 y recuperado por Emilia Cortés, al que además se suman artículos, relatos, trabajos de clase, reseñas, conferencias, poemas y traducciones de Zenobia.

En primera persona

Zenobia Camprubí Aymar (Malgrat del Mar, Barcelona, 1887-San Juan, Puerto Rico, 1956), no es sólo esposa del poeta, sino que fue una mujer muy culta, independiente y emprendedora. Traductora, escritora, editora y maestra, dominaba varias lenguas (español, inglés y francés) y tenía una amplia formación en literatura, historia y música. Viajera inagotable, fue precursora de los negocios de exportación de artesanía popular y una de las primeras mujeres en España con carnet de conducir. Solidaria y comprometida, se involucró a lo largo de su vida en numerosas iniciativas culturales y sociales de diversa índole como la protección de la infancia y la conquista por los derechos y las libertades de la mujer.

A consecuencia de la ruptura conyugal de sus padres, Zenobia se traslada con su madre a Nueva York en 1905, acompañada por sus hermanos Jo, Raimundo y Augusto ‘Epi’. Allí da rienda suelta a sus inquietudes, compaginando las actividades de ocio con su formación, dirigida siempre en casa por profesores particulares hasta su ingreso en la Columbia University en 1908. Son años decisivos en los que forja su condición de mujer independiente y emprendedora.

“Estoy tan encantada y tan entusiasmada con todo, que no creo que haya ni una persona que disfrute de la vida más que yo”.

En 1909 regresa a España junto a su madre, concretamente a La Rábida (Huelva), donde obtiene destino su hermano Raimundo. Desde allí, escribe sobre las impresiones que le causan sus constantes viajes y excursiones por Andalucía, escritos que plasma en sus ‘Primeros cuadernos’ y también en artículos para revistas norteamericanas, a modo de periodista de viajes.

La plácida vida en La Rábida fue sustituida un año después por la ebullición social y cultural de Madrid, donde se integra plenamente. Llegó en 1910 con las inquietudes propias de una joven veinteañera, educada en gran parte en Norteamérica, deseosa por imbuirse de su espíritu cosmopolita. Entonces no sabía que sólo unos años más tarde se convertiría en la mujer del Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, a quien acompañaría fielmente hasta el fin de sus días y con quien colaboraría activamente en el éxito de su carrera literaria.

Conecta con nuevas amistades y asiste con frecuencia a reuniones sociales y eventos organizados por los círculos intelectuales más selectos de la capital, al tiempo que participa activamente en numerosas iniciativas con fines solidarios, educativos y culturales. Colabora en los Roperos de las Calatravas, de Santa Cecilia y de Santa Rita; se inscribe en el Comité Femenino de Higiene Popular; contribuye a fundar la Enfermera a domicilio... Tareas que compagina con la corresponsalía en Madrid del periódico neoyorquino ‘La Prensa’, propiedad de su hermano Jo, y la asistencia a cursos y conferencias en la Residencia de Estudiantes.

En una de estas conferencias, en los cursos de verano de 1913, unos buenos amigos, los Byne, vecinos de Juan Ramón, le presentan al poeta. Él comenzó a cortejarla rápidamente y aunque en un principio ella también se sintió atraída por él, lo rechazó influenciada por su madre, quien no dudó en poner de nuevo rumbo a Norteamérica con intención de dar por concluida la relación. Fue en vano. Él la siguió hasta allí. La pareja contrajo matrimonio en Nueva York en marzo de 1916, regresó a Madrid y fijó su residencia. Comienza entonces una etapa muy prolífica para ambos.

Las actividades y viajes del matrimonio son variados e intensos, al igual que la producción de obra de Juan Ramón, a quien Zenobia asiste en las labores de traducción y edición. Poesía británica y estadounidense de escritores contemporáneos, además de algunos clásicos como Shakespeare y Poe, suman nuevas traducciones, una labor que Zenobia iniciaría en 1915, animada por Juan Ramón, con la traducción de ‘The Crescent Moon’, ‘La Luna nueva’, obra del Premio Nobel de Literatura indio Rabindranath Tagore.

“[...] Como no me casé hasta los veintisiete años, había tenido tiempo suficiente para averiguar que los frutos de mis veleidades literarias no garantizaban ninguna vocación seria. Al casarme con quien, desde los catorce, había encontrado la rica vena de su tesoro individual, me di cuenta de que el verdadero motivo de mi vida había de ser dedicarme a facilitar lo que era ya un hecho y no volví a perder más tiempo en fomentar espejismos”.

Lejos de abandonar sus actividades de soltera, en este tiempo Zenobia se involucra en nuevos proyectos en los que pone en valor sus contactos y experiencia en Norteamérica. En 1928 abre una tienda de artesanía popular y antigüedades y llega a ostentar la secretaría del Comité de Becas de la Junta para Ampliación de Estudios, que organizaba estancias en el extranjero para los estudiantes españoles, junto a María Goyri, María de Maeztu, Trinidad Arroyo y José Castillejo. Especial fue su vinculación a la Residencia de Señoritas, dirigida por María de Maeztu, ya que gracias a su labor de mediación muchas alumnas consiguieron bolsas de viaje para estudiar en varios ‘colleges’ norteamericanos.

Aunque el matrimonio Jiménez-Camprubí no tuvo hijos, los niños sí tuvieron protagonismo en la vida de Zenobia. Ya durante su estancia en La Rábida, tuvo tiempo de montar una escuela en el patio de su casa para hijos de obreros; y en Madrid, además de colaborar con diversas iniciativas solidarias de atención a la infancia, se mostró especialmente sensible cuando, a consecuencia del estallido de la Guerra Civil, acogió a doce niños en su casa.

Al igual que al cuidado a estos niños, que deja al cargo de una prima, Zenobia tuvo que renunciar a su vida en Madrid cuando la pareja decide abandonar el país, el 20 de agosto de 1936:

“[...] Vivíamos felices en nuestra torre de marfil y lamentábamos que el tiempo se acabase. De repente, el conflicto de la guerra irrumpió. De manera que, como si se enrollase una alfombra mágica, la paz y la belleza de la ciudad desaparecieron. Todo quedó erradicado por el feroz resplandor de los edificios ardiendo, por el hedor de las sucias calles y, por encima de todo, por la crueldad de los hombres”.

Abocados al exilio

Abocados al exilio, el matrimonio comienza un acelerado periplo por diferentes destinos en Norteamérica y Cuba, hasta recalar definitivamente en Puerto Rico. Son años de dolor, de pérdidas familiares, en los que, sin embargo, no cesa la actividad intelectual y de compromiso social de Zenobia.

Víctima de un cáncer de útero, experimenta progresivamente un deterioro importante de su estado de salud, lo que no le impide continuar con sus clases en la Universidad y otros proyectos como la culminación de la ‘Tercera Antología Poética’ o la propuesta de Juan Ramón para el Premio Nobel, en colaboración con la Universidad de Maryland.

Resignada a su final, no se marchó sin antes asegurarse de procurarle a Juan Ramón bienestar físico y mental. Convocó al sobrino del poeta, que viajó desde España para confiarle su cuidado y la gestión de su legado en su ausencia.

“Todos mis ilusionados proyectos han ido al cesto de papeles pero tengo alternativas demasiado graves para ponerme a llorar ahora”.