Opinión

Volver a Múnich

La Conferencia de Seguridad de Múnich que se realiza anualmente cada mes de febrero sienta las expectativas de los retos de seguridad global para los próximos meses. En esta ocasión, la cumbre se ocupó de asuntos clave como la suspensión de Donald J. Trump del Tratado de Misiles de Mediano Alcance (IFN) existente con Moscú desde 1987. Siria, Venezuela, Yemen, Corea del Norte, la proliferación nuclear, el cambio climático y el terrorismo fueron otros temas prioritarios.

Ya en su edición de 2018, el informe de seguridad de Múnich alertó sobre la posibilidad de sobrevenir una gran guerra a nivel mundial. El foco estaba en las tensiones entre Occidente y Rusia, las cuales siguen vigentes.

El ascenso de China también plantea retos de seguridad para EE UU y sus aliados, en particular Taiwán, Japón y Corea del Sur. La estrategia Indo-Pacífico de Trump, que sepulta la ‘Pivot to Asia’ de Barack Obama, tiene precisamente en perspectiva contener el ascenso de Beijing y sus avances estratégicos de alianza coyuntural con Rusia, tal y como se vio en la Conferencia Económica del Este celebrada en Vladivostok (Rusia) en septiembre pasado.

En la edición 2019, fue notable la ausencia del presidente ruso Vladimir Putin.

Las relaciones ruso-occidentales pasan por bajo nivel, toda vez parecen definirse tácitos intereses geopolíticos (Siria, Ucrania, Venezuela) en los que sigue predominando el reparto de esferas de influencia. No se debe olvidar que en la edición 2008 de esta cumbre, Putin presentó un discurso que puede considerarse como histórico, al restituir las expectativas geopolíticas rusas a nivel global.

Para vacunarse de temores del pasado como el nacionalismo agresivo, la anfitriona canciller alemana Ángela Merkel apostó por el multilateralismo. Pero resulta complejo analizar esta perspectiva en tiempos de Trump, quien apuesta por el unilateralismo a ultranza. Toda vez, el avance de populismos de todo tipo en Europa, que puede consolidarse en las próximas elecciones al Parlamento europeo de mayo, reabre estas expectativas de colisión y de conflicto.

En 1937, el Pacto de Múnich permitió a Adolf Hitler chantajear al primer ministro británico Neville Chamberlain para recuperar los Sudetes de mayoría de población germana. El resultado fue que el canciller nazi se apropió progresivamente del resto de Checoslovaquia. Por ello las conferencias de Múnich que se realizan desde 1963 buscan un compromiso multilateral hacia la paz y el consenso. Dos valores poco estimados en los tiempos actuales.