Opinión

El genocidio silenciado

El genocidio silenciado

En mayo próximo se cumple el centenario del genocidio armenio, cuando las autoridades del entonces imperio otomano ordenaron el desplazamiento y exterminio de poblaciones armenias históricamente asentadas en la provincia de Anatolia. Así, el año de 1915 constituye un doloroso recuerdo para los armenios, y para muchos su dolor ha sido el primer genocidio de la historia contemporánea.
El genocidio armenio ha sido objeto de polémica durante años. La diáspora armenia en Europa, EE UU y América Latina ha sido especialmente activa a la hora de presionar a través de lobbies para que se reconozca la matanza de armenios por parte de las autoridades otomanas. De hecho, en 1965, la República Oriental del Uruguay, que cuenta con una notable diáspora armenia, fue el primer país en reconocer oficialmente este genocidio.
Por su parte, la actual República de Turquía, sucesora del imperio otomano, se ha negado sistemática y oficialmente a reconocer este genocidio, un aspecto que ha provocado una fuerte tensión, principalmente en las relaciones turcas y armenias con diversos países, principalmente europeos.
Es de reconocer que la actual República de Armenia es un país independiente desde 1991, tras la desintegración de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). Durante casi todo el siglo XX, siete décadas, entre 1921 a 1991, la actual Armenia formó parte de la URSS como República Socialista Soviética de Armenia, sin capacidad legal y jurídica como país independiente como para erigirse en el portavoz estatal y oficial de la condena y reconocimiento de este genocidio. De allí a que, entre otras cosas, diversos historiadores denominen al mismo como el “genocidio silenciado”.
Según diversas fuentes, el genocidio armenio cobró la vida de más de millón y medio de armenios. El presidente estadounidense Woodrow Wilson reconoció la existencia de este genocidio en 1918, incluso estipulando la independencia de Armenia tras la disolución del imperio otomano. Otras fuentes, principalmente armenias, presuntamente adjudican a Adolf Hitler su justificación del Holocausto judío reconociendo que “los turcos hicieron los mismo con los armenios” en 1915.
Cien años después, la polémica sigue servida. Armenia celebrará un genocidio que ha sido paradójicamente un símbolo de su identidad nacional. Por su parte, Turquía celebrará en esa misma fecha su triunfo en la batalla de Gallípoli de 1915, donde lograron derrotar el dominio naval británico.
El estratega de esta defensa otomana en Gallípoli, ubicada en el estratégico estrecho de los Dardanelos, fue un joven oficial, Mustafá Kemal, posteriormente nombrado Atatürk, creador de la moderna República turca en 1923, y a quien los armenios también acusan de perpetrar otro genocidio contra armenios y kurdos entre 1922-1923. Memoria histórica mediante, hay heridas que no cierran.