Opinión

Cuentos persas

Federica Moguerini, la responsable de la política exterior de la Unión Europea (UE), declaró recientemente que el pacto nuclear con Irán “debe continuar porque es imprescindible”. Declaraciones que contrastan con el clima anti-iraní que se vive al otro lado del Atlántico, en la convulsionada Casa Blanca tras un mes de intenso, caótico y polémica presidencia de Donald John Trump.
Irán puede convertirse en una de las claves geopolíticas del 2017. Pero las sensaciones sobre estas claves no son exactamente buenas. Mientras Moguerini defendía el pacto de Occidente con el país persa, Trump se reunía en Washington con otro de sus amigos, el premier israelí Benjamín Netanyahu, para crear un ‘frente anti-iraní’ en Oriente Próximo. 
Las redes de conexión llevan inevitablemente a otras latitudes como Venezuela, considerado en Washington como el principal aliado hemisférico de Teherán. La reciente presión de Donald Trump hacia Caracas puede tener efectos colaterales con la actitud ‘anti-iraní’ del nuevo gobierno estadounidense.
Los iraníes elegirán el próximo 19 de mayo un nuevo presidente. El actual mandatario Hassan Rouhaní se presenta para la reelección hasta 2021, pero la ‘línea dura’ de los ayatolás busca un candidato radical (se habla del actual alcalde de la capital Mohammed Qalibaf) para neutralizar o reducir la incipiente apertura iniciada por Obama. En este sentido, las posiciones parecen irónicamente conciliadoras tanto en Washington como en Teherán: en ambos casos, la ‘línea dura’ quiere radicalización para sepultar la apertura de Obama.
‘En medio de este tenso clima, Teherán lanzó la disuasión militar, con un ensayo misilístico a finales de enero que elevó las alarmas. Washington lo consideró una violación de las resoluciones de la ONU previstas en el pacto nuclear de 2016. Pero Teherán pareció más bien tensar calculadamente la cuerda con signos disuasorios, toda vez el programa nuclear de Corea del Norte también entró súbitamente en escena.
La impredecible actitud de Donald J. Trump anuncia escenarios de elevada tensión entre Washington y Teherán. Y en el medio está Rusia, aliado estratégico iraní y que busca, por ahora infructuosamente, la reconciliación estadounidense vía Trump. Nadie sabe si Vladimir Putin puede ser el malabarista que logre mantener el equilibrio. Pero un laberinto de complejos intereses coloca a Irán en el epicentro de atención para este surrealista 2017.