Opinión

Prodigiosas lecciones de las ‘Fábulas Africanas’

“En África las fábulas no se cuentan sólo para deleitar, sino también, y sobre todo, para enseñar. Por eso no se cuentan muchas a la vez ni el narrador puede ser un cualquiera. Su marco es la noche, junto al fuego, y es un anciano el encargado de narrar; un anciano con experiencia de vida y con autoridad moral”, escribe Juan G.
Prodigiosas lecciones de las ‘Fábulas Africanas’

“En África las fábulas no se cuentan sólo para deleitar, sino también, y sobre todo, para enseñar. Por eso no se cuentan muchas a la vez ni el narrador puede ser un cualquiera. Su marco es la noche, junto al fuego, y es un anciano el encargado de narrar; un anciano con experiencia de vida y con autoridad moral”, escribe Juan G. Núñez en las palabras de ‘Presentación’ del libro Fábulas Africanas, Editorial ‘Mundo Negro’, Madrid, 2009, acompañado de los bellos dibujos y portada de Arturo Arnau, en su 5ª edición. “Su cuento es como una lección ­–prosigue–. Cierto, también un niño o un joven le puede contar a otros una fábula, pero eso no es más que un juego. Algo así como cuando una niña remeda con una muñeca los gestos que ha visto hacer a la madre con su hijo”.

Sabemos que las fábulas son “verdad”. Mas no lo que a primera vista aparece. El león nunca hará su camino en tanto discute con el conejo. La “verdad” de la fabulística no se halla ahí sino en que, al hablar de animales, las fábulas “no hablan” en puridad de animales. “Hablan” del hombre. De él y sus astucias. De él y de todas sus mezquindades y sus miedos y pasiones. También “hablan”, no obstante, acerca de su nobleza y sabiduría y fidelidad. Y es al hombre, ¿cómo no?, a quien va encaminada la consabida “moraleja” que se desgrana de cada episodio.

En cuanto a su estructuración, Juan G. Núñez clasifica las fábulas en tres grandes apartados. El primero de ellos abarca los contenidos de ‘Familia’, ‘Amistad’ y ‘Fidelidad’. El segundo, la ‘Vanidad’, la ‘Envidia’ y el ‘Egoísmo’. Y el tercero abraza los temas del ‘Engaño’, de la ‘Astucia’ y de la ‘Sagacidad’. Leemos ‘Akoli y el ánfora de vino’, ‘Los tres compañeros de viaje’ y ‘La república de los animales’. Después, ‘La zorra y el águila’ y ‘¡Qué gran cosa es la familia!’. A continuación, ‘El cuervo compasivo’, ‘Por qué escarba la gallina’ y ‘Las siete mujeres del rey’. Y nos maravillamos ante ‘Los hijos de la vaca sin cuernos’ y el graciosísimo ‘Por qué mueve la cola el perro’.

Entre las fábulas agavilladas en el segundo grupo, ¿cómo no mencionar ‘Haz a los demás lo que…’ y ‘Enemigos por la piel’? Inolvidables son ‘Tres amigos por una cabra’, ‘Animales parlantes’ y ‘El gallo y el murciélago’. Asimismo, ‘El león no es el rey de los hombres’ y ‘El elefante y sus malvados amigos’. Más adelante, ‘El conejo envidioso’, ‘La mona y la tortuga’ y ‘Democracia en la jungla’. ¿Quién sería capaz de olvidar ‘Moxia y la trampa’, ‘La hiena y el conejo’, al igual que ‘El chacal y el erizo’ y ‘La liebre con cuernos’?

De gran alarde imaginativo son, dentro del postrer grupo, ‘El gallo que venció al león’, ‘Miedo contra miedo’ y ‘La tortuga, el hipopótamo y el elefante’. Tras estas fábulas, ‘Ganó el más listo’ y ‘El astuto vence al fuerte’. ‘La piedra que ve’, ‘El animal con más fuerza en las patas’. Luego, ‘Los glotones’, ‘El brujo malvado’ y ‘La ardilla astuta’. También, ‘La hiena malvada’, ‘El vendedor de consejos’ y ‘El rabo de la liebre’. De enorme expresividad son ‘La paz universal’, ‘La araña y la hiena’ y ‘La vieja iguana’, así como ‘El chacal glotón’, ‘La astucia del gallo’ y ‘La zorra y el león’.