Opinión

‘Abriendo Horizontes’, la ‘Lectura’ de Susanita

“Una leyenda guaraní nos relata así el origen de la gallineta de monte, pájaro de la región mesopotámica al cual los indios llaman ‘pacaá’. Cuenta la tradición que un misionero, extraviado en las regiones del norte de Corrientes, llegó, exhausto y enfermo, hasta el rancho de unos indios guaraníes.
‘Abriendo Horizontes’, la ‘Lectura’ de Susanita

“Una leyenda guaraní nos relata así el origen de la gallineta de monte, pájaro de la región mesopotámica al cual los indios llaman ‘pacaá’. Cuenta la tradición que un misionero, extraviado en las regiones del norte de Corrientes, llegó, exhausto y enfermo, hasta el rancho de unos indios guaraníes. Golpeó a la puerta pidiendo, con voz casi apagada, unas hojas de yerba y un poco de agua para preparar la infusión que había de reanimarle”, así leía Susanita Berta Beguiristain Salinas en el pueblecito de Los Pinos, partido y municipalidad de Balcarce, en la pampa húmeda, provincia argentina de Buenos Aires, cuando en Abriendo Horizontes –libro de lectura para 4º Grado, en su tercera edición– daba sus primeros pasos en su aprendizaje para leer y escribir durante sus años escolares en la escuelita pública que tanto amaba, junto a toda su extensa familia de estirpe vasca.
Con los ojos bien abiertos, Susanita, bajo la férula del señor Núñez, la prosapia asturiana, y de su querida prima doña Maruja, maestra balcarceña y esposa del gallego ‘Nene’ Vidal, buenos amigos de su paisano Juan Manuel Fangio, el mítico quíntuple campeón automovilístico, proseguía enfrascada en las páginas de su añorado manual: “Los moradores del rancho, al ver aquel ‘ser blanco’ de luenga barba y sayal obscuro, se atemorizaron. En su imaginación, poblada de duendes y de espíritus, creyeron ver en el recién llegado a un genio maléfico de la selva. Y corriendo los cerrojos de la puerta, hicieron oídos sordos a los lamentos del desventurado peregrino. Entre temerosos y hostiles gritaban: ‘¡Opa-caá! ¡Opa-caá!, que en su lengua significa: ‘¡Se nos acabó la yerba!”.
Los textos escolares de la colección “H.M.E.” fueron redactados por “maestros experimentados en el arte de enseñar y conocedores de los adelantos pedagógicos actuales”, podía leerse en el ejemplar de Susanita, “impreso durante la primera quincena de febrero de 1952, año 85” de la “Casa Peuser”, en sus talleres de Patricios 599, Buenos Aires, Argentina. El de Susanita nos muestra el sello “Casa Rey. Librería. Imprenta. Mar del Plata”. “El misionero continuaba implorando caridad y albergue –avanzaba la niña Susanita, de nueve años, en su amoroso libro–; mas no recibió otra respuesta que el monótono grito: ‘¡Opa-caá! ¡Opa-caá!’. Cuando, el indio y su mujer, tranquilizados por el silencio, creyeron que se había alejado, abrieron confiados. Cuál no fue la sorpresa al ver al misionero tendido en el suelo. Se inclinaron sobre él, llenos de temor supersticioso, y sólo pudieron verle expirar; mientras, con una mirada de infinita compasión, les perdonaba su falta de piedad”.
“Todos los textos están cuidadosamente impresos en excelente papel y llevan mucha ilustración en negro y en colores”, se señala en los preliminares del texto escolar. ‘Carteles’ y ‘Aprendo a leer’, ‘Ya sé leer’ y ‘Nuevos Albores’, ‘Auras argentinas’ y ‘Abriendo Horizontes’, ‘Cruz del Sud’ e ‘Iniciación literaria’: he aquí algunos de los títulos de ‘Lectura’ de esta Editorial. “Muy luego comenzó a soplar un viento huracanado que, al filtrarse entre los árboles, producía un silbido muy lúgubre. Nubes sombrías obscurecieron el horizonte y pronto se convirtieron en copiosa lluvia. Presos del remordimiento, los indios se aferraron al cadáver del misionero. Sus cuerpos iban cubriéndose de plumas y sus manos eran garras. Eran ahora pájaros. Sólo gritaron: ‘¡Opa-caá!’. Las dos aves culpables levantaron el vuelo. Desde entonces, siempre juntas, confesando su egoísmo”, remató Susanita.