Visitas a Japón e Irán para iniciar la expansión comercial a Asia

Los viajes al exterior de Manuel Fraga estuvieron marcados por los encuentros con la colectividad gallega, pero algunos también adolecieron de un marcado carácter comercial.
En 1996, el presidente de la Xunta sorprendió en el mes de marzo con un viaje de negocios a Japón al que se llevó a medio centenar de empresarios gallegos para incrementar los intercambios comerciales entre Galicia y el país nipón.
Con esta visita, Galicia tuvo voz propia en los principales foros comerciales y empresariales japoneses, para dar a conocer sus posibilidades de negocio en sectores como la pesca, el turismo o la industria.
Por aquel entonces, el presidente japonés, Mashiko Foods, le presentó a Fraga un proyecto para construir en Galicia una fábrica de Sushi –comida japonesa elaborada con pescado crudo sobre arroz– con una inversión de más de 900 millones de pesetas.
En noviembre, y para continuar con la política de expansión comercial, el presidente gallego se llevó a Irán a una delegación de 16 empresarios de sectores de la alimentación, maquinari, obras públicas, astilleros y madera, pero la iniciativa, que desveló grandes oportunidades, también dejó entrever grandes incertidumbres.
Los empresarios aludieron a las diferencias en el modo de hacer negocios, a la compleja estuctura de poder, a la alta intervención estatal y al interés por recibir tecnología y buscar el autoabastecimiento como las principales características de este mercado.
Sin embargo, empresas como Calvo concretaron un acuerdo, que se prolongó hasta 1999, para faenar en aguas iraníes con dos atuneros.
En 1996, el presidente de la Xunta sorprendió en el mes de marzo con un viaje de negocios a Japón al que se llevó a medio centenar de empresarios gallegos para incrementar los intercambios comerciales entre Galicia y el país nipón.
Con esta visita, Galicia tuvo voz propia en los principales foros comerciales y empresariales japoneses, para dar a conocer sus posibilidades de negocio en sectores como la pesca, el turismo o la industria.
Por aquel entonces, el presidente japonés, Mashiko Foods, le presentó a Fraga un proyecto para construir en Galicia una fábrica de Sushi –comida japonesa elaborada con pescado crudo sobre arroz– con una inversión de más de 900 millones de pesetas.
En noviembre, y para continuar con la política de expansión comercial, el presidente gallego se llevó a Irán a una delegación de 16 empresarios de sectores de la alimentación, maquinari, obras públicas, astilleros y madera, pero la iniciativa, que desveló grandes oportunidades, también dejó entrever grandes incertidumbres.
Los empresarios aludieron a las diferencias en el modo de hacer negocios, a la compleja estuctura de poder, a la alta intervención estatal y al interés por recibir tecnología y buscar el autoabastecimiento como las principales características de este mercado.
Sin embargo, empresas como Calvo concretaron un acuerdo, que se prolongó hasta 1999, para faenar en aguas iraníes con dos atuneros.