La pérdida de socios y la ausencia del relevo generacional, dos de las causas

Varios centros gallegos pioneros en Europa han cerrado sus puertas en los últimos años

Las asociaciones han jugado siempre un papel muy importante para la emigración. Han sido el espacio primordial donde se ha cultivado y mantenido la identidad cultural de los emigrantes en el exterior. La pérdida de socios y la ausencia del relevo generacional, además de la infraestructura necesaria para mantener los locales, principalmente, han derivado en el cierre de muchas de estas entidades en Europa y puesto en peligro la continuidad de otras tantas.

Varios centros gallegos pioneros en Europa han cerrado sus puertas en los últimos años

Las asociaciones han jugado siempre un papel muy importante para la emigración. La necesidad de agruparse, intercambiar informaciones, interactuar en un mismo idioma, conservar y compartir tradiciones y costumbres, combatir la soledad y no sentirse desubicado han sido los ingredientes básicos para crear estos puntos de encuentro tan necesarios. Han sido el espacio primordial donde se ha cultivado y mantenido la identidad cultural de los emigrantes en el exterior. Lo que comenzó como una ‘xuntanza’ entre amigos con el fin de mantener la identidad cultural, alcanzó un carácter organizativo adoptando el rol intermediario entre los dos países y asumiendo un papel tanto social como económico. Se han fundado sólidas asociaciones que durante generaciones han ofrecido al recién llegado un espacio donde sentirse arropado y asesorado.

Ha sido muy difícil sobrevivir a través de los años. La pérdida de socios y la ausencia del relevo generacional además de la infraestructura necesaria para mantener los locales, principalmente, han derivado en el cierre de muchas de estas entidades y puesto en peligro la continuidad de otras tantas. Las terceras y cuartas generaciones están más que integradas; no tienen la necesidad de acercarse a una asociación para comunicarse, relacionarse o mantener latente una identidad. Para la mayoría de estos casos se trata de doble identidad, por un lado, está la cultura arraigada a sus raíces y, por otro lado, está la cuna de la cultura en la que han nacido y se han criado en el país receptor. Bien cierto es que estamos ante una riqueza cultural muy importante que sirve para estrechar lazos entre ambos países con facilidad.

La emigración actual, sin embargo, cuenta con el manejo de las nuevas tecnologías, con inquietudes diferentes a las de la emigración de los años 60, con las facilidades para viajar y las ganas de conocer mundo, por lo que muchos de ellos no se plantean pasar demasiado tiempo en el mismo lugar. Tampoco son portadores de la implicación y sacrificio altruista que se necesita para mantener activa una asociación, lo que deriva en la desaparición por falta de continuidad y de una economía solvente para hacer frente a los gastos mensuales que conlleva mantener un local digno. En la actualidad, los emigrantes optan por las nuevas tecnologías y el internet se convierte en el nuevo punto de encuentro para agruparse, estrechar lazos con otras culturas y mantener viva la identidad. No necesitan una sede física para llevar a cabo todo este tipo de funciones o realizar actividades. El concepto de asociacionismo, en definitiva, se mantiene vivo, pero se interpreta de forma distinta y, en la mayoría de los casos, la nueva generación de emigrantes no se siente identificada con las entidades existentes.

Cada vez son menos los centros gallegos que se mantienen activos por los diferentes países europeos y, a este paso, se presume que acabarán desapareciendo. Los alquileres de las instalaciones se hacen insostenibles para una asociación sin ánimo de lucro y las cuotas de los escasos socios no alcanzan. Algunos de ellos acaban cediendo ante los regentes de los locales que los convierten en restaurantes privados y otras entidades consiguen explotar el servicio de hostelería y, así, salir a flote. También han tenido que adaptarse a las nuevas legislaciones para mantener la ‘Ley de Galeguidade’ o entrar dentro de los nuevos registros de la ‘Nueva Ley de Galeguidade’, cambiar los estatutos para dar cabida a otras nacionalidades y ampliar así el abanico de posibles nuevos socios... Varias entidades pioneras, con una gran historia y con la ‘Ley de Galeguidade’ en su poder, han cerrado sus puertas en los últimos años.

Crónica de una muerte anunciada

En Suiza, la ‘Promoción da Cultura Galega’, de Zurich, inaugurado por el fallecido presidente de la Xunta Manuel Fraga Iribarne y cuna de la actual ‘Asociación As Xeitosiñas’ fue el primer capítulo de la crónica de una muerte anunciada. Los altísimos costes de mantenimiento, una directiva incierta y malas gestiones, entre otras cosas, la llevaron a la disolución. Nada se sabe de su importante inventario y, durante varios años constó como un centro activo dentro de la ‘Ley de Galeguidade’ en la Xunta porque nadie había informado por escrito de su disolución.

Siguió sus pasos en 2014 el ‘Lar Galego de Róterdam’, en Holanda, único centro gallego en el país y poseedor también de la ‘Ley de Galeguidade’. La falta de interés e implicación por parte de una directiva con relevo generacional lo llevó al cierre. 35 años de historia marcada por una muy buena cooperación con las instituciones holandesas. Es el único centro europeo que ha editado varias obras gallegas al holandés: ‘Adiós ríos, adiós fontes’, de Rosalía de Castro; ‘Cancións do Lusco ao Fusco’, de Manuel María, con la ayuda de Bertus Dijk.

El Centro Cultural Gallego de Fráncfort, con una liquidez de 15.000 euros, fue el siguiente de la lista. Un centro situado en el corazón de los rascacielos de la capital financiera, muy conocido por ser todo un referente en la celebración de la Semana Cultural Gallega y partícipe, entre otras cosas, del Desfile de las Culturas, organizado por la ciudad. Sin duda, uno de los centros más importantes y activos de Alemania cerraba sus puertas para convertirse en un restaurante privado de tres pisos. Nada se sabe del paradero de su gran biblioteca ni del inventario.

En la cuerda floja

Los centros gallegos de Hamburgo y de Cuxhaven estuvieron en la cuerda floja varias veces, pero, por el momento, se mantienen activos. Núremberg, sin embargo, apunta a un necesario pero inexistente relevo generacional que tome las riendas del restaurante y de la entidad. El Centro Gallego de Bonn, cuya foliada es todo un referente para los amantes de la música tradicional estuvo a punto de despedirse el pasado mes de noviembre, pero habrá que esperar a enero para averiguar si se dan una nueva oportunidad para continuar.

A Nosa Galiza de Ginebra cerró las puertas de su local, vendió todo lo que pudo del inventario, pero no han dado de baja la entidad. A día de hoy unos pocos socios están buscando un nuevo local para intentarlo de nuevo. Sin embargo, en la ciudad alemana de Hannover se cierra todo vínculo existente con Galicia. Por un lado, el ‘Barrio Galego e.v.’, creado en 2012 se disuelve por falta de una nueva directiva que tome las riendas, falta de socios, de actividad y de apoyo y, por otro lado, y tras 40 años de entrega a la emigración y también portador de la ‘Ley de Galeguidade’, el ‘Centro Galego de Hannover e.v.’, que no consigue una nueva directiva y menos aún, el relevo generacional que se implique lo suficiente para hacer frente a una sociedad de estas características y a las deudas que acarrea. Aunque ambos tenían previsto cerrar a finales del mes de diciembre, un fatídico imprevisto ha alargado un par de semanas más el plazo del Centro Galego de Hannover e.v. Su presidente, Angel González Trigo, un icono, sin duda, del mundo asociativo en la ciudad, lamentablemente, ha fallecido hace unos días dejando un gran vacío, pero también una gran impronta para el mundo de la emigración.

La necesidad de seguir defendiendo, compartiendo y manteniendo una identidad lleva a los emigrantes a crear nuevos formatos de asociacionismo cuyo futuro se centra en las nuevas tecnologías. Se gesta así embaixada.gal, una plataforma informativa y participativa donde los nuevos emigrantes muestran la necesidad de expandir y compartir la cultura gallega en los países receptores sin perder el vínculo con Galicia de una forma más económica, más global, más completa, con perfiles preparados para todo tipo de asesoramiento y más políglota. Un punto de encuentro donde el intercambio, la orientación, el apoyo y toda contribución al desenvolvimiento de la misma alimenten las nuevas inquietudes de la emigración del siglo XXI sin la necesidad de salir de casa.