Sánchez Millares, un defensor de la comunidad gallega

Hijo predilecto de Noia en 1980, alcalde honorario de Sada en 1982, Orden del Mérito Civil en el grado de comendador, otorgada por el Rey Juan Carlos ese mismo año, presidente honorario del Centro Noia-Rianxo en 1991, presidente honorario de la Agrupación Breogán en 1991 y Medalla Castelao en 1992 son algunos reconocimientos otorgados a Eduardo Sánchez Millares

Sánchez Millares, un defensor de la comunidad gallega

Hijo predilecto de Noia en 1980, alcalde honorario de Sada en 1982, Orden del Mérito Civil en el grado de comendador, otorgada por el Rey Juan Carlos ese mismo año, presidente honorario del Centro Noia-Rianxo en 1991, presidente honorario de la Agrupación Breogán en 1991 y Medalla Castelao en 1992 son algunos reconocimientos otorgados a Eduardo Sánchez Millares por dedicar una parte importante de su vida al progreso de Galicia y de los gallegos dentro y fuera de su patria.

Viudo de Adelaida Luzuriaga y con una hija, dos nietos y un bisnieto, tuvo energías acumuladas para ser, a los 86 años, delegado de la Secretaría Xeral para as Relacións coas Comunidades Galegas de la Xunta de Galicia en Buenos Aires, tarea que le permitía, según sus propias palabras, “unir a esta edad, la visión y el progreso de la Galicia actual que se proyecta en la Galicia del exterior y proteger a sus hijos en distintas geografías”.

Sánchez Millares emigró a Argentina en 1930 por razones familiares y económicas. Tiempo después, comentaría que a bordo del barco que lo llevó desde Villagarcía de Arosa a Buenos Aires, se celebró la festividad del 25 de julio con una escala en Portugal y que la gente aprovechó la ocasión para recorrer Lisboa, “pero yo me quedé en el barco pensando que en ese día, el día de Galicia, me alejaba sin saber cuándo regresaría”, dijo Millares. Y cuando por dentro se sintió desgarrado al ver que se alejaba de su amada tierra, recordó las palabras de Castelao: “los gallegos dejan atrás siempre la luz de la casa encendida”. Con el tiempo a sus espaldas, se daría cuenta de que eso fue justamente lo que él hizo: “Yo la dejé así. Por eso, como todo gallego, caminé hacia delante mirando hacia atrás. Basilio Losada dijo una vez que para acallar tanta pena los gallegos inventaron una palabra ‘saudade’. Ese sentimiento y esa palabra han estado siempre conmigo”.

Su vida en la emigración estuvo marcada por el trabajo. “Residí siempre en Buenos Aires. Continuamente digo que una estrella me ha amparado, ya que no tuve jamás problemas de integración con la sociedad argentina. Me adapté de forma tal que pensando en gallego siempre pienso en argentino. Son como las dos caras de mi persona. Recién llegado, empecé a trabajar en la empresa de un paisano mío. Se llamaba Pedro Vilariño, y allí, en ‘La Hispano Argentina, Curtiembre y Charolería’, en la que llegué a ser gerente, trabajé toda la vida. Argentina fue y es una tierra hospitalaria. Me gusta siempre resaltar la integración de los gallegos con los argentinos, tanto con una mirada retrospectiva como prospectiva”.

Su visión de Galicia, en estos últimos años, fue la de una Galicia doble. “Una Galicia campesina y marinera que conserva el valor de lo arcaico (éste es sin duda alguna el factor de su magia) y una Galicia pujante, inmersa en el modernismo y el progreso, con su democracia constituida y con la defensa igualitaria de su lengua”.

Eduardo Sánchez no pudo regresar a Galicia hasta pasados 40 años -en los comienzos de la década del 70-, aunque después pudo viajar en varias ocasiones.

Participó en distintas asociaciones de la colonia gallega, en las que realizó diferentes trabajos. Algunas de esas agrupaciones fueron el Centro Gallego de Buenos Aires, la Agrupación Celta pro Centro Gallego, Agrupación Breogán pro Centro Gallego, Hogar Gallego para Ancianos, Centro Galicia de Buenos Aires y, por supuesto, en el Centro Noia-Rianxo de Buenos Aires, donde aún sigue latente su espíritu.

En su ‘currículum’ se debe incluir también, la Presidencia de la Federación Mundial de Sociedades Gallegas, en función de la cual dirigió los congresos celebrados en A Coruña en septiembre de 1974 y agosto de 1980.

Su función de delegado de la Xunta de Galicia en Buenos Aires, exigió de él la misión de desarrollar las tareas de coordinación necesarias para las ayudas a los gallegos en el exterior que se conceden desde la Secretaría Xeral para as Relacions coas Comunidades Galegas y gestionar nuevas estrategias de cooperación entre Argentina y Galicia en el área cultural. En este sentido, declaró con satisfacción, que “he prestado mi colaboración a dos jóvenes nietos de gallegos que, actualmente, son autoridades en la Universidad de Buenos Aires para la firma del primer convenio marco entre la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia y esta Universidad nacional”.

En el año 1992, fue distinguido con la Medalla Castelao, galardón que se entrega a aquellos gallegos que por sus destacados trabajos demostraron ser continuadores de Castelao en el amor a Galicia.

Como prueba de la vitalidad que tuvo hasta los últimos días de su vida, escribió, conjuntamente con una escritora nieta de gallegos, Graciana Vázquez Villanueva, un libro titulado ‘Medio Siglo de Historia del Centro Gallego de Buenos Aires’, dejando este legado último para Galicia y su emigración.