“ESTA DISTINCIÓN, MÁS QUE PARA MÍ, ES PARA LOS MILES DE GALLEGOS EN EL MUNDO”, DIJO MANUEL FRAGA

Su labor en favor de la diáspora le hizo merecedor de la Medalla de Oro de la Emigración en 1997

La reelección de Manuel Fraga como presidente de la Xunta, en 1997, tuvo para él un doble motivo de satisfacción, ya que, tras el acto de toma de posesión, el ministro de Trabajo del momento, Javier Arenas, acompañado por la directora general de Ordenación de las Migraciones, Ángeles Muñoz, le hacía entrega en Galicia de la Medalla de Oro de la Emigración.
Su labor en favor de la diáspora le hizo merecedor de la Medalla de Oro de la Emigración en 1997
 Javier Arenas impuso a Manuel Fraga la Medalla de Oro de la Emigración en un acto celebrado en Santiago.
Javier Arenas impuso a Manuel Fraga la Medalla de Oro de la Emigración en un acto celebrado en Santiago.

La reelección de Manuel Fraga como presidente de la Xunta, en 1997, tuvo para él un doble motivo de satisfacción, ya que, tras el acto de toma de posesión, el ministro de Trabajo del momento, Javier Arenas, acompañado por la directora general de Ordenación de las Migraciones, Ángeles Muñoz, le hacía entrega en Galicia de la Medalla de Oro de la Emigración, en señal de reconocimiento a la ingente labor desarrollada por el mandatario gallego en favor de los residentes en el exterior. “Es francamente difícil encontrar a alguien que tenga hecho más por la emigración española que Manuel Fraga”, dijo Arenas durante al acto de entrega. “Esta distinción, más que para mí es para los miles de gallegos en el mundo”, respondió Fraga.

“La historia de la humanidad es la historia de las grandes migraciones, los grandes mestizajes, la superación de los tribalismos”, dijo el presidente Fraga durante la concesión de la Medalla de Oro de Galicia por parte del Gobierno central, que decidió otorgar el galardón al dirigente gallego no como un acto de agradecimiento, sino en señal de “reconocimiento a la trayectoria humana y vital de Manuel Fraga; de reconocimiento a lo que significan los gallegos en el mundo”, que son “la dignidad de España”, dijo el ministro.
“Creo que a lo largo de toda la historia de su vida pública, Manuel Fraga ha visto en innumerables ocasiones cómo desde la emigración española se respondía con profundo agradecimiento y confianza a su preocupación y a su vocación por la emigración”.
Señalando al grupo de emigrantes gallegos que le acompañó durante el acto de toma de posesión y también en la concesión de la Medalla, Fraga dijo: “Es para ellos, más que para mí. Ellos son los que realmente la reciben”.
Por eso, el presidente autonómico no quiso dejar escapar la oportunidad de resaltar, una vez más, que el colectivo de gallegos en la diáspora redimió hipotecas, creó escuelas en los más remotos lugares cuando el Estado no se ocupaba de estos asuntos, puso en marcha instituciones benéficas allá donde se asentó y está promoviendo colegios en el exterior para mantener viva la huella de su cultura.
Por eso, “con razón”, alegó, el Estatuto de Autonomía de Galicia y la propia Constitución Española le reconocen su papel.
El presidente de la Xunta también fue objeto de innumerables condecoraciones, como la Medalla al Mérito en el Trabajo, que acordó concederle el Gobierno central en 1996. Es una condecoración española de carácter civil que se concede a una persona, corporación, asociación, entidad o empresa, en mérito de una conducta útil y ejemplar en el desempeño de cualquier trabajo, profesión o servicio habitualmente ejercido; o en compensación de daños y sufrimientos padecidos en el cumplimiento de ese deber profesional. Equiparable a la categoría de Gran Cruz, las personas condecoradas con la Medalla de Oro tendrán el tratamiento de excelencia.