El presidente del Centro Gallego de Salamanca subraya el incremento de las partidas de la Xunta

José Ignacio Paz: “El espíritu de la ‘galeguidade’ sigue existiendo, pero no sabemos qué va a pasar con nuestras casas en el futuro”

El presidente del Centro Gallego de Salamanca cuenta con la experiencia de haber asistido a todos los plenos del Consello de Comunidades Galegas desde el año 1985. En todo este tiempo, las políticas relacionadas con la Galicia exterior han “evolucionado mucho”, comenta; hay más participación y más presupuesto, incluso “el espíritu de la ‘galeguidade’ sigue existiendo”, pero la incógnita está en saber qué va a pasar con las entidades si los jóvenes se mantienen alejados de ellas.

José Ignacio Paz: “El espíritu de la ‘galeguidade’ sigue existiendo, pero no sabemos qué va a pasar con nuestras casas en el futuro”

Treinta y ocho años después de la celebración del primer pleno del Consello de Comunidades Galegas, la convocatoria “ha evolucionado mucho”. “Al principio había mucha gente, pero poca participación”, ahora, “la gente está cada vez más implicada y la Administración, también”, reflexionó José Ignacio Paz Bouza, presidente del Centro Gallego de Salamanca, durante el XIII Pleno del Consello, celebrado los pasados días 22 y 23 de septiembre, en Ourense.

Su experiencia en esta clase de actos se remonta a los comienzos de unas sesiones de trabajo en las que se elegía a los integrantes de la Comisión Delegada del Consello, que ya entonces se reunían para exponer sus demandas a los responsables de la Xunta en materia de emigración, que se encargaban luego de aprobar programas de ayudas que favorecieran la continuidad de las instituciones. Pero también para paliar las necesidades de primer orden que por aquellos años aquejaban a los gallegos que habían resultado menos favorecidos en la, de por sí, complicada experiencia de emigrar.

Corría el año 1985 y la ciudad de Santiago acogió el primer pleno del Consello. Desde entonces, José Ignacio Paz ha acudido a todos los encuentros de esta naturaleza que se han ido convocando, unas veces dentro del territorio, y otras, en América, en lugares donde la presencia de gallegos es numerosa, como es el caso de Cuba o Argentina. Incluso formó parte de la última Comisión Delegada, que fue renovada el pasado día 22. De ahí su legitimidad para analizar con perspectiva una convocatoria que, según dijo a ‘Galicia en el Mundo’, “ha evolucionado” desde los primeros años, en que “los recursos eran escasos”, hasta lo que se observa en los últimos, un “incremento de las subvenciones [a los centros] muy importante”, lo que ya se daba en tiempos en que el Gobierno de la Xunta estaba en manos de Alberto Núñez Feijóo, y se mantiene ahora con Alfonso Rueda. Por eso, “la gente está más animada” y se muestra “más agradecida”, confiesa Paz Bouza.

El problema radica en conseguir la implicación de los jóvenes con estas entidades, porque, si bien es cierto que “el espíritu de la ‘galeguidade’ sigue siendo el mismo” y se van “tratando de mantener” las casas “a flote”, la realidad es que “nos falta juventud, y esa es una de las grandes preocupaciones” que existen actualmente en lo que se refiere al futuro de las colectividades, reconoce Paz, quien asegura que las entidades “se están convirtiendo en casas de mayores”.

La falta de relevo generacional está causando más de un quebradero de cabeza a todos los directivos, porque el problema es extensible al resto de instituciones del exterior, y hay quienes se muestran tan pesimistas al respecto que “piensan que, en 15 o 20 años, van a desaparecer”, lamenta, preocupado, el presidente del Centro Gallego de Salamanca. Porque hay que “conservar y mantener un patrimonio”, apostilla. No obstante, añade: “Yo soy más optimista”. De hecho, “todas las casas tienen muchas actividades, gracias a la Xunta, que nos subvenciona parte de las cosas que hacemos” y “hemos hecho muchas inversiones en comunicación y en redes sociales, que ahora es por donde tenemos que ir”, comenta.

Consciente de que los tiempos han cambiado la manera de ver y afrontar la vida, José Ignacio Paz recuerda su llegada a Salamanca para estudiar en la universidad cuando muy poca gente cursaba estudios fuera de Galicia. “Al año ya era socio del Centro Gallego”, asegura, mientras que “ahora hay 800 estudiantes, pero solo cinco de ellos son socios". La comunicación entonces estaba limitada y el encuentro con la familia se producía solo en Navidad y a final de curso. “Ahora van a casa todos los fines de semana”, por lo que “se ha perdido la ‘morriña’ y la ligazón con la entidad”, dice Paz, y ello hasta el punto de que “me encuentro con gallegos que llevan años en Salamanca que no han ido nunca al Centro Gallego; solo han visto la bandera colgada, pero no van a ninguna actividad”, comenta, con pesar.

Comparado con sus tiempos jóvenes, las cosas, efectivamente, han cambiado, porque antiguamente “iba un conferenciante” a la entidad, e “íbamos todos a escucharlo”; “ahora no se sabe que va”, y eso a pesar de las nuevas tecnologías y de que existen mayores posibilidades de estar comunicados, añade.

Esa facilidad en la comunicación –a través de los medios telemáticos– fue fundamental para mantener conectados a los directivos de las entidades en tiempos de pandemia, y, en parte, se sigue haciendo uso de ellas para asistir a algunas reuniones, lo que no está resultando del agrado del máximo responsable del Centro Gallego de Salamanca, quien relata: “Todas las reuniones que hacíamos antes y en las que nos veíamos, ahora son telemáticas, lo que supone que tenemos facilidad para reunirnos, pero falta el calor humano, el boca a boca que había antes y el contacto directo, que ha hecho que los que pasamos por ahí [por la Comisión Delegada] hoy seamos como una gran familia, porque nos vemos con gentes de todos los países”.

Pero, pese a las reuniones en la distancia, el ‘espíritu’ de la ‘galeguidade’ se mantiene, dice, y reitera: la incógnita es saber “lo que va a pasar con nuestras casas”.