Un cubano retornado lanza al mercado el chorizo gallego en conserva

‘Delicatessen’ a la gallega con rumbo a Latinoamérica

La cocina tradicional gallega cuenta con un nuevo producto de ‘delicatessen’ en su despensa: chorizos de pueblo en conserva, que se propone exportar el empresario cubano retornado Miguel Ángel Alvelo. ‘Chorizo gallego ahumado en aceite’, se puede leer impreso en las latas con las que ‘Conservas Alvelo’ comienza a comercializar este manjar culinario. La edición de lujo se prepara para ser transportada en una maleta de madera imitación de la que en otros tiempos acompañaba a los emigrantes en su partida.

‘Delicatessen’ a la gallega con rumbo a Latinoamérica

El arte de la buena cocina se basa en la capacidad de innovar; experimentar y combinar productos básicos con nuevos aderezos a los que solo los grandes chefs son capaces de sacar todo el ‘jugo’ para deleitar con ellos a los paladares más exquisitos. El gusto por la calidad y lo sofisticado se impone en la restauración –con prioridad para los alimentos tradicionales, ecológicos y saludables–, y también a la hora de la comercialización, con presentaciones de diseño en envases y etiquetas que aportan valor añadido a la oferta.

La iniciativa que Miguel Ángel Alvelo (Camagüey) pone en marcha desde Galicia con ‘Conservas Alvelo’ va por esa dirección: colocar en el mercado chorizos de primera calidad al estilo casero, ahumados en aceite, en conserva y con una presentación de lujo para distribuirlos por Europa y América Latina, principalmente en Cuba, país desde el que este ‘hijo de la emigración’ llegó a Galicia a comienzos del actual milenio haciendo el camino a la inversa del emprendido por su abuelo, allá por 1929, para dedicarse en el Caribe a la fabricación de calzado artesanal.

‘Chorizo gallego ahumado en aceite’, reza en la lata. Y añade: “Con orgullo hecho en Galicia”. La idea nació de las anécdotas que le contaba su padre acerca del negocio que en torno a los años 50 regentaba la abuela de este en Camagüey –‘El Colmado’–, en el que vendía productos españoles, incluyendo latas de chorizos. “Mi padre decía que era una mujer muy lista”, comenta Alvelo, quien sitúa el nacimiento de su bisabuela, gallega emigrada a Cuba, en la localidad lucense de San Ciprián.

Estas y otras anécdotas son las que le han marcado el “camino para emprender esta aventura empresarial” que, como primer paso, acometió un estudio de mercado para delimitar aquellos lugares donde no existe esta variedad de chorizo en conserva. La conclusión fue que tanto en el mercado latinoamericano como en el de residentes extranjeros en España se percibe una preferencia por el chorizo gallego ahumado en aceite. De ahí que sean esas zonas las elegidas para comenzar el proceso de comercialización que, en una primera fase, contempla la venta en origen para que sea directamente el consumidor y los pequeños distribuidores los que hagan el reparto. “Esta primera producción no es excesivamente grande en volumen, por lo que el arranque debe ser gradual”, sostiene Alvelo.

Con un precio asequible y en dos formatos de presentación, lata de 500 y 1.000 gramos, se escogió este material por dos razones, primero, explica, porque la lata es mejor para la conservación y el transporte (minimiza incidencias por roturas) y porque cumple con las normativas fitosanitarias que exigen las aduanas. En segundo lugar, por el largo periodo de caducidad que garantiza, ya que asegura hasta cuatro años para la consumición del producto en perfectas condiciones. 

Distribución en agencias de viajes, aeropuertos y centros gallegos

Por tratarse de un alimento dirigido a la exportación, pensando sobre todo en Cuba, se ha optado por el envasado en aceite, con el fin de que este producto, tan preciado en España, lo puedan utilizar también en la isla para cocinar otras elaboraciones, ya que no es fácil en este país caribeño encontrar el apodado como ‘oro líquido’.

En el momento actual, los promotores ya detectan interés por el chorizo en conserva en República Dominicana y Panamá, aunque su intención es seguir trabajando para iniciar la relación comercial con importadores de otros países del área.

El público al que se dirige esta iniciativa empresarial “es amplio”, comenta el ‘padre’ de la idea, y se piensa en diferentes formas de distribución: agencias de viajes, así como de logística y transporte, que hacen la ruta a Cuba y a otros lugares de Iberoamérica; distribuidores de alimentos del ámbito nacional y pequeños distribuidores dedicados a la importación y exportación; compañías aéreas; tiendas ‘duty free’ –tiendas libres de impuestos– en aeropuertos; así como casas, centros gallegos y asociaciones de la colectividad en el exterior en los que, a buen seguro, esta propuesta será bien acogida, confía Alvelo. 

Lo que se pretende, apunta, es que “personas con origen en España puedan llevar en la maleta un sabor de antes, un sabor que recoge la esencia gallega a sus familiares en el exterior”.

Una maleta para la edición de lujo

Habla de maleta porque para la edición de lujo se ha diseñado una maleta de madera, en la que tienen cabida los dos formatos elegidos para llevar al mercado esta conserva. Su presentación está inspirada en la figura del emigrante gallego, y de modo especial, en su abuelo, Miguel Alvelo Gil, y deberá servir como elemento identificador de la marca, tanto por parte de los distribuidores como del cliente final y de los seguidores en redes sociales. 

Se trata de una ‘maleta viajera’ porque, más que dos latas, “lo que realmente transporta es toda mi ilusión, que es lo más importante; mi esfuerzo, mi proyecto hecho realidad, que se materializa en ‘Conservas Alvelo’ y su producto”. 

Del diseño de las etiquetas y de la cartelería se ocupó el diseñador cubano Iván Alejandro Batista, residente en La Habana –“Estoy muy complacido por haber podido contar con él y poder unir nuevamente los dos países” gracias a “un producto fabricado en España, pero con la aportación de un excelente profesional creativo cubano”, sostiene–, pero la fabricación de la maleta recayó en un “buen amigo” cubano residente en Galicia desde 1967, Jorge Núñez. “La fabricó con maestría –comenta–, de forma totalmente artesanal y como copia exacta de aquellas maletas que los emigrantes portaban en sus viajes rumbo a Europa o América”.

La idea de emprender este negocio le rondaba por la cabeza a Alvelo desde hace tiempo, pero fue tras el fallecimiento de su padre, hace dos años, cuando se decidió a llevar a la práctica lo que este tantas veces le había propuesto. Miguel Ángel, de quien su hijo tomó el nombre, descansa para siempre en San Mamede de Torre Tomada, en Taboada (Lugo), a donde se trasladó a vivir con su esposa después de un tiempo residiendo en Lanzarote. Se trata de un lugar con “muy pocas casitas” y donde se respira una “paz muy grande”, comenta Alvelo. A este lugar próximo a Chantada, que abandonó el abuelo para partir rumbo a Cuba en el primer tercio del siglo pasado, se desplaza de vez en cuando el protagonista de esta historia, desde Baiona –donde se instaló en su segunda estancia en Galicia–, para depositar sobre la tumba de su padre algunas flores en señal de recuerdo y como muestra del cariño que le profesa. 

A Baiona lo condujo el amor por su compañera, Elena Pérez Pardo, quien desarrolla su actividad laboral en el marco de la distribución de productos gourmet de Galicia y le acompaña en esta aventura empresarial. 

Baiona supone para él poder contemplar y disfrutar de la “enorme belleza” que la circunda, con vistas a Islas Cíes y la fortaleza medieval de Monterreal, que alberga en la actualidad el Parador Nacional de Turismo Conde de Gondomar, y a donde corresponden parte de las fotos con que promociona su producto estrella.

Baiona es, además, según recuerda Alvelo, un lugar con trascendencia histórica, ya que sería a esa villa marinera del sur de la provincia de Pontevedra adonde arribaría en marzo de 1493 la carabela ‘La Pinta’, comandada por Alonso Pinzón, que llegaba con una de las noticias de más trascendencia de la historia de la Humanidad: la primicia del descubrimiento de América por el viejo mundo.    

A Galicia, con una beca de la Xunta 

Pero el primer contacto de Alvelo con la comunidad gallega se produjo en 2001 como beneficiario de una beca para deportistas que le concedió la Xunta de Galicia en tiempos de Manuel Fraga como presidente. Tras este periodo, se mudó a Lanzarote, donde se desarrolló profesionalmente en el ámbito de la enseñanza de la natación, hasta el punto de poner en marcha en el año 2003 la Federación Canaria de Natación, como continuación de lo que había venido desarrollando en Cuba, donde creó el primer equipo de natación que albergó la Sociedad Rosalía de Castro de La Habana. 

De Lanzarote a Madrid, donde escribió el libro ‘Manuel Fraga, un gallego cubano. Fidel Castro, un cubano gallego’, con prólogo del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Dicho libro se presentó en el antiguo Centro Gallego de La Habana con motivo de la visita del presidente gallego a Cuba en diciembre de 2013.

Miguel Ángel Alvelo siempre ha estado vinculado al mundo gallego, y una muestra de ello fue cuando le condecoraron en noviembre de 2017 con la Orden Enxebre da Vieira, en La Habana. Como ‘hijo’ de gallego, dicha condecoración se la dedicó a su mentor, Fernando Amarelo de Castro, quien fuera secretario xeral de Emigración de la Xunta de Galicia en la etapa de Fraga, y a Carlos de Blas Armada, uno de los fundadores de la Orden da Vieira, junto a Enrique Santín. Actualmente es colaborador de ‘Crónicas de la Emigración’, donde firma en una sección de entrevistas sobre el trabajo de los diplomáticos españoles en exterior. Sobre estas conversaciones prepara su segundo libro, titulado ‘Cuerpo Diplomático Español en Exterior’. 

De su iniciativa empresarial dice sentirse muy orgulloso porque, “por primera vez, un cubano lanza al mercado una conserva tradicional gallega” y lo hace “movido por el recuerdo” de su familia “emigrante en Cuba”. Al orgullo que eso le supone, añade el sentirse afortunado por tener dos patrias: “una, mi Cuba del alma; la otra es Galicia”.