ARTÍCULO DE VÍCTOR FAGILDE SOBRE LA INAUGURACIÓN EN PUNTA ARENAS DEL ‘CRUCEIRO’ DONADO POR LA XUNTA

Aquí estuvo España

El pasado 14 de abril, a unos cuantos kilómetros al sur de la austral Punta Arenas (Chile), y encima del Cabo Froward, final, físico, de la tierra firme del continente americano, y con un magnífico día, se inauguraba el cruceiro, obra de la Escola de Canteiros de Pontevedra, que la Xunta de Galicia donó a la colectividad gallega y española en aquellas tierras, como homenaje y reconocimiento a unos de los más intrépidos capitanes de la Conquista, el gallego Pedro Sarmiento de Gamboa quien, en ese preciso lugar, al que llegó al mando de la ‘Nuestra Señora de la Esperanza’ fundó, el 25 de marzo de 1584, la ciudad del Rey Don Felipe.
Un momento de la inauguración del 'cruceiro'.
Un momento de la inauguración del 'cruceiro'.
El pasado 14 de abril, a unos cuantos kilómetros al sur de la austral Punta Arenas (Chile), y encima del Cabo Froward, final, físico, de la tierra firme del continente americano, y con un magnífico día, se inauguraba el cruceiro, obra de la Escola de Canteiros de Pontevedra, que la Xunta de Galicia donó a la colectividad gallega y española en aquellas tierras, como homenaje y reconocimiento a unos de los más intrépidos capitanes de la Conquista, el gallego Pedro Sarmiento de Gamboa quien, en ese preciso lugar, al que llegó al mando de la ‘Nuestra Señora de la Esperanza’ fundó, el 25 de marzo de 1584, la ciudad del Rey Don Felipe. Ahora, el cruceiro y la Cruz de los Mares, que preside el confín del continente, acompañan juntos a la Historia y a la memoria.
La fundación y desenlace de la ciudad del rey Don Felipe mecería, por su magnitud y dignidad, formar parte de la mejor de las tragedias de la Grecia clásica. Estoy convencido de que si Eurípides hubiera conocido el paso de Sarmiento de Gamboa por el estrecho de Magallanes, le hubiera dedicado el más encendido de sus poemas porque, aplazando su pelea con la adversidad, aquel domingo de Ramos, después de la misa y de la procesión, fundó la ciudad, colocando la primera piedra de su iglesia –dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación–, trazó la plaza y las calles, e hizo el puerto de San Blas.
El cansancio, lo inhóspito del escenario y la falta de alimentos –las semillas que pudieron salvar de la travesía no alcanzaron a germinar antes de la llegada del invierno– agotaron las fuerzas de los pioneros, obligando a Sarmiento de Gamboa a zarpar en busca de alimentos y auxilio. El destino, cruel con la grandeza, jugó en contra de todos. De los primeros pobladores de la ciudad, porque nunca volvieron a verlo, ni recibieron auxilio; y de Sarmiento de Gamboa, porque murió frente a las costas portuguesas, en su tercer y fallido intento por volver al sur y socorrer a sus compañeros.
Nada se volvió a saber de los habitantes de la ciudad del Rey Don Felipe porque, agotadas las fuerzas y perdida la esperanza, volvió la adversidad para, esta vez sí, ganar la batalla a la vida.
El 10 de enero de 1587, el pirata holandés Thomas Cavendish, llegó al puerto de San Blas, no encontrando sino desolación y muerte, rebautizando la ciudad fundada por Sarmiento de Gamboa como ‘Puerto del hambre’, denominación que, a lomos de la tragedia, ha llegado hasta nuestros días.
El 26 de marzo de 2010, la Marina chilena, la dotación del ‘Juan Sebastián de Elcano’, la colectividad española y la ciudad de Punta Arenas, rindieron homenaje a Sarmiento de Gamboa y a los primeros pobladores en el lugar en donde estuvo enclavada la ciudad. Desde el 14 de abril el escenario de lo que fue la ciudad del Rey Don Felipe, está presidido por un cruceiro. A la ceremonia asistieron las más altas autoridades militares, presididas por el contra almirante Rivera, y civiles, entre las que estaban el Intendente de la provincia, Miguel Schwaitzer; el alcalde de Punta Arenas, Vladimiro Mimica; el obispo, Bernardo Bastres –quien bendijo el cruceiro–; los concejales del Ayuntamiento, Danilo Tovar Salinas, de la Universidad de Magallanes, que glosó al figura de Sarmiento de Gamboa, residentes en Punta Arenas, la colectividad española, con su Presidente, Alfredo Barbería, y el Cónsul Honorario de España, Rodrigo Fernández, quienes agradecieron al Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, su sensibilidad, tan cercana a pesar de la distancia, y la generosa aportación de los gallegos.
Las banderas y los himnos, la banda de gaitas de la Sociedad Española y la patrullera chilena anclada a la entrada del muelle de San Blas, nos recordaron que, efectivamente, al pie del cruceiro, y como reza la placa del monolito que está en lo que fuera la plaza de la ciudad del Rey Don Felipe, “Aquí estuvo España”.