CARLOS LÓPEZ PUJOL, EX SECRETARIO GENERAL DE LA FEDERACIÓN DE ASOCIACIONES DE RETORNADOS

“La Administración concede las subvenciones por simpatías políticas”

Carlos López Pujol acaba de dejar la Secretaría General de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Retornados (Feaer), al frente de la que estaba desde 2002.
“La Administración concede las subvenciones por simpatías políticas”
 Parte del actual Comité Federal de Feaer 2009.
Parte del actual Comité Federal de Feaer 2009: –De izda. a dcha.– Cándido León Alfaya, José María Ramos Álvarez, Manuel Rojas Castro –asesor jurídico de Feaer–, Marina Díaz Huergo y Carlos Díaz Pujol.

Carlos López Pujol acaba de dejar la Secretaría  General de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Retornados (Feaer), al frente de la que estaba desde 2002. No obstante seguirá trabajando en la organización desde su Comité de Relaciones con el Exterior, para el que ha sido elegido en la misma asamblea ordinaria en la que dejó sus responsabilidades como secretario general. Antes fue consejero general de la Emigración por Ecuador y, como experto, ha representado a la Feaer en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior.

 

Pregunta. ¿Cómo valora la Asamblea General Ordinaria que la Feaer celebró a finales de marzo?
Respuesta. Muy bien, me siento satisfecho del desarrollo de nuestra asamblea y de la participación obtenida. Ya tocaba, pese a las dificultades económicas, porque la Federación lleva tres años sin subvenciones, y al fin hemos podido realizarla afrontando los gastos de desplazamiento y alojamiento las asociaciones que la componen.
    P. ¿Tres años sin subvenciones?
    R. Sí desde el año 2006 no hemos recibido ninguna subvención de la Dirección General de la Ciudadanía Española en el Exterior a los proyectos presentados por esta Federación. Apenas nos ha ayudado en algo con las cuotas de algunos socios y los gastos de gestión y administración, que se subvencionan por vía del IRPF, que recibimos junto al resto de asociaciones. La situación económica ha sido insostenible; el año pasado sólo recibimos 1.000 euros. ¿Qué organización puede sostenerse con tal cantidad a efectos de cubrir gastos como alquiler, pagos de luz, agua, teléfono o contratación de personal?
    P. ¿A qué atribuye ese recorte de subvenciones?
    R. A aspectos políticos sin duda, he sido el cabeza de turco de mi organización ya que me ha tocado decir las verdades de lo que sucede en materia de retorno ante la Administración.
    P. ¿Podría ser más explícito?
    R. He formulado declaraciones en la prensa, especialmente la dedicada a la Emigración, sobre la situación lamentable en que se encuentran los emigrantes retornados, en particular las personas mayores. Canal 5 de televisión difundió un amplio reportaje en ese sentido y tuvimos que acudir al Defensor del Pueblo para pedir amparo y denunciar la situación de rechazo como miembros de pleno derecho en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior.
    P. ¿Cree que eso ha tenido que ver con que no hayan recibido más apoyo económico?
    R. Es evidente que la Administración concede las subvenciones por simpatías políticas, sólo tiene que analizar dónde y a quién van destinadas según la oportunidad política del momento, como elecciones o determinadas campañas mediáticas. La militancia en determinado partido político se explota al máximo, así como las declaraciones en la prensa a favor de la gestión de la Administración, que aunque ésta lo haga mal dicen que lo hace bien y eso obedece sin duda a los compromisos políticos.
    A pesar de ello, también hay que reconocer que hay asociaciones no politizadas, que por su propio peso, sea histórico o de evidente y prestigiosa labor pública, reciben y tienen que continuar recibiendo subvenciones ya que su trabajo diario es innegable e indiscutible. Pero lo que sucede muchas veces es que las subvenciones se vuelven entonces ‘indispensables’ y muchas asociaciones dependen básicamente de la Administración, lo que sin duda va a condicionar las reivindicaciones de nuestro colectivo. En ese sentido, la libertad de expresión de las juntas directivas o del personal voluntario queda coartada por la de sus trabajadores dependientes y eso genera conflictos internos en el seno de cada organización.
    P. ¿Ha conocido este fenómeno?
    R. Efectivamente, lo he visto en mi organización y en otras, pero permita que no dé ningún detalle ya que no quiero que se perjudique a nadie.
    P. En otro orden de cosas, ¿cuál es el balance de su gestión en la Feaer?
    R. Muy positivo a pesar de todas las dificultades, ya que me ha tocado congeniar con muchas personas distintas y de criterios dispares. Desde el año 2002, en que me hice cargo de la Federación, en nuestra Asamblea General en Sevilla, tuve que construir la estructura interna a través de su Comité Federal, nos llegamos a reunir más de dos veces por año hasta el año 2007, donde sufrimos los recortes económicos y tuvimos que improvisar nuestros encuentros en jornadas, congresos y eventos diversos.
    En el año 2004, participamos activamente en el Fórum Universal de las Culturas de Barcelona, estuvimos en charlas, debates y exposiciones. Recuerdo una intervención que tuvo la secretaria de Estado, Consuelo Rumí, en ese Foro, y el apuro que pasó ante las preguntas sobre la Ley de Extranjería que le hacían algunas organizaciones; junto a José Povedano, presidente en aquel entonces de la Coordinadora Europea, le tuvimos que echar una mano para suavizar el debate. También ese 2004 reformamos los Estatutos de la Federación, fijamos un nuevo rumbo, ilusionados todos en que la Administración celebraría algún tipo de convenio con nuestras organizaciones, que hasta hoy estamos esperando.
    Tras nuestro ingreso en la Coordinadora Europea de Asociaciones de Emigrantes Españoles, en ese mismo año, con la que habíamos colaborado antes, abrimos un abanico de proyectos de colaboración mutua. Desarrollamos conjuntamente las principales propuestas reivindicativas sobre la situación de los españoles pensionistas en el mundo, los problemas de la tercera edad en Europa, el famoso ‘decretazo’ del 24 de mayo de 2002, que abolió los derechos de muchos emigrantes al retornar a España, la situación de discriminación de la mujer emigrante española en Europa y la falta de programas de empleo para los jóvenes emigrantes y retornados. Hemos celebrado un montón de jornadas, cursos de técnicos para asociaciones en materia de pensiones, congresos y talleres para la mujer y la juventud, todo ello gracias a la colaboración estrecha de la Coordinadora Europea.
    Durante los años 2005 y 2006, participamos, debatimos e hicimos propuestas en la confección del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior, de lo que me siento muy satisfecho ya que la mayoría de nuestras propuestas se contemplaron, no como deseábamos pero sí en gran medida. Todo ello me llevó al Congreso de los Diputados a una comparecencia histórica, ya que por primera vez se habló allí de los problemas de los retornados y los partidos políticos tomaron nota de nuestra realidad; lástima que poco se haya hecho por nosotros.
    Nuestra participación como ‘expertos’ en el antiguo Consejo General de la Emigración y actual Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior fue determinante en denunciar una y otra vez nuestra situación y sobre todo para que el movimiento asociativo estuviera representado en él con voz y voto. Nadie puede reprocharme lo que luché por todas las asociaciones que están ahí representadas ahora, tal vez éste ha sido el precio que nos hayan hecho pagar al no incluirnos en ese Consejo como miembros de pleno derecho, y me pregunto ¿quién representa a los retornados ahora en ese órgano consultivo?
    Finalmente quisiera resaltar nuestra colaboración, estos últimos años, con las organizaciones de nietos de españoles y el nuevo debate que se mantiene abierto sobre el reconocimiento de la nacionalidad española para los nietos de españoles no sólo del exilio político sino también del exilio económico. Tenemos que reconocerles también ese derecho a la nacionalidad española y no dar un paso atrás con la recién aprobada Ley de la Memoria Histórica. En conclusión, y como siempre pasa en todo movimiento reivindicativo, se ha avanzado muy poco y todavía falta mucho por hacer.
    P. ¿Considera que el Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior será la solución a todas las inquietudes de la Emigración y el Retorno?
    R. Creo, muy personalmente y con honestidad, que mientras elaboramos y se está aún desarrollando el Estatuto, hemos perdido mucho el tiempo en debatir la forma y la normativa de aplicación, mientras existe en la calle una realidad que los políticos no quieren ver. No existe un plan de ayuda al retorno en condiciones sino ‘parches autonómicos’, según las realidades de cada comunidad autónoma. Nuestros mayores no pueden retornar a casa porque no hay viviendas ni residencias suficientes para ellos, nuestros jóvenes retornados sufren la carencia de un plan de empleo que les ampare y les garantice un trabajo, las mujeres emigrantes retornadas no gozan apenas de derechos, nuestros pensionistas tienen que acudir a los tribunales para que la Seguridad Social les reconozca las pensiones a las que tienen derecho, nuestros nietos no pueden acceder fácilmente a la nacionalidad, las Oficinas del Retorno de las diferentes Administraciones no funcionan bien y nuestras asociaciones de retornados cada vez están más olvidadas por la Administración central y autonómica.
    A nivel externo sólo hay que ver las resoluciones repetitivas que los consejeros generales han hecho año tras año en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior. Todavía, parece mentira, se está hablando del derecho al voto y de la representación de los emigrantes españoles en el exterior con diputados o senadores. Francamente se ha avanzado muy poco. Yo todavía me aferro, como principio básico reivindicativo, al artículo 42 de la Constitución Española que dice que el Estado velará por la salvaguarda de los trabajadores españoles en el exterior y orientará su política hacia el retorno. Debemos exigirle al Gobierno que cumpla con ese principio fundamental.
    P. ¿Cómo valora a la Oficina del Retorno creada por la actual Administración?
    R. Mientras la Dirección General de la Ciudadanía Española en el Exterior no haga un convenio de las asociaciones de emigrantes retornados con esa Oficina, no funcionará eficientemente. Desde su inauguración nadie nos ha invitado a reunirnos para colaborar con ella y diseñar un plan conjunto. Personalmente me acerqué un día para conocerla y hablar con el funcionario de turno y salí muy decepcionado. Hasta ahora es una operación de ‘marketing’ político, ya que su función es ir derivando de un lado a otro los problemas de los que retornan sin poder solucionar lo básico. Virtualmente da un servicio de registro y de estadística pero en la práctica nosotros ya sabemos hasta dónde puede llegar.
    P. Pero esa Oficina dice que atendió en el año 2008 un promedio de 8,25 consultas diarias.
    R. Sólo la Asociación Granadina de Emigrantes Retornados atiende a diario un promedio de 100 personas. Muchas personas aunque hagan fichas en esa Oficina acaban yendo a nuestras asociaciones pues la “acogida y el asesoramiento” que se les da, no puede darlo la Administración.
    Por ejemplo, a un pensionista que va a enjuiciar a la Seguridad Social porque la pensión que recibe está mal calculada, ¿cree que esa Oficina le va asesorar sobre cómo poner la demanda? Además nadie tiene tiempo en las oficinas públicas de tomarse un café y escuchar al que regresa con múltiples problemas; nosotros sí lo hacemos, somos “el pañuelo de lágrimas” y lo hacemos voluntariamente.
    P. Como antiguo consejero general de la Emigración, ¿cómo ve al actual Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior?
    R. Todavía no puedo evaluar si  será más funcional que antes, desde fuera veo que existe menos información y que todo dependerá de la Comisión Permanente que pasará o filtrará todos los asuntos y reivindicaciones hasta llevarlos a un Pleno General que ya lo encontrará todo hecho. Creo que esta nueva estructura se ha diseñado más pensando en el funcionario que en el consejero, y si no tiempo al tiempo.
    P. ¿Cómo ve el futuro de su organización, la Feaer?
    R. Con suma preocupación, ya que veo muchas divisiones internas. La política se ha infiltrado más que nunca en el movimiento asociativo y desde los partidos, o a veces desde alguna Administración, se condicionan algunas subvenciones o actividades. Siento no poder ser más explícito. De todos modos voy a seguir luchando por la unidad de nuestra organización y por nuestras reivindicaciones, las históricas y las actuales.
    P. ¿Puede comentarnos el mejor momento durante su mandato en la Feaer?
    R. El más emocionante y que más recuerdo ahora fue durante mi comparecencia en el Congreso de los Diputados. En mis últimas palabras hice mención a aquellos que no pudieron volver porque fallecieron o fueron exterminados en campos de concentración, y en mi mente pasaron los recuerdos de algunos de mis amigos que conocí en América, especialmente en Ecuador donde residí durante 17 años, y que deseaban regresar a España, algunos con las maletas hechas y que murieron pocos días antes de cumplir su sueño. Para mí fue un momento muy emotivo.
    P. ¿Y el peor?
    R. El momento más amargo y triste fue cuando en la última votación sobre nuestra inclusión en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, que se celebró en Almería en septiembre del año 2007, el actual presidente y antiguo compañero mío en el Consejo General de la Emigración, Francisco Ruiz, al tener que dirimir el empate a votos ocurrido sobre nuestro ingreso, votó en contra.
    El representante de la CIG había salido al servicio y manifestó posteriormente su voto a nuestro favor, así como el recién llegado representante de Guatemala quien se había equivocado, como manifestó después. Supe que habíamos ganado pero triunfó una injusticia que nos llevó a defender nuestra inclusión ante el Defensor del Pueblo. ¿Por qué se nos había pagado así? Todavía me lo pregunto.
    P. Y ahora que ya no es el secretario general de la Feaer, ¿qué piensa hacer en el ámbito del retorno?
    R. El año pasado dije a mi organización que no quería volver a presentarme como candidato a secretario general y que en la Asamblea General Ordinaria pondría mi cargo a disposición y convocaría elecciones, y así se ha hecho. Ahora trabajaré desde la retaguardia; estoy en el Comité de Relaciones con el Exterior de la Feaer y continuaré trabajando con mi organización en nuestras reivindicaciones a favor de los emigrantes y retornados con nuestras organizaciones amigas en el exterior, continuando nuestros programas y proyectos conjuntos. Habrá un poco más de tiempo para mi familia y mi trabajo, porque yo no vivo de esto, me dedico al mundo de la alimentación; en fin espero tener algo más de tiempo para todo.