El presidente de la Confederación de Casas Regionales de Castilla y León destaca la labor de intermediaria de la entidad

Fernando Guerra: “Hay diferencia entre estar en España y en Cuba o Argentina donde las demandas son de tipo vital”

Las 134 casas castellanas y leonesas en el exterior reconocidas por la Junta tienen en la Confederación Internacional de Casas Regionales un interlocutor válido a la hora de plantear sus necesidades, mucho más perentorias cuando llegan de algunos países de América, a los que es difícil enviar dinero. Y es que, a la hora de detectar problemas, “hay mucha diferencia entre estar en España y en Cuba, Chile o Argentina”, reconoce el presidente de la Confederación, Fernando Guerra, quien elogia las políticas de retorno del Gobierno autonómico.
Fernando Guerra: “Hay diferencia entre estar en España y en Cuba o Argentina donde las demandas son de tipo vital”
JUNTA DIRECTIVA CON MAÑUECO
Parte de la Directiva de la Confederación con el presidente de la Junta: –de izda. a dcha.– el secretario general, la vocal de Jóvenes, el tesorero, Alfonso Fernández Mañueco,el presidente Fernando Guerra, y el vicepresidente.

La idea que en 2007 se empezó a fraguar en la villa soriana de Almazán para crear una “red de comunicación entre todas las casas” castellanas y leonesas en el exterior, se afianzó tres años después durante un congreso en Zamora, del que saldría la propuesta en firme de crear la Confederación Internacional de Casas Regionales de Castilla y León. “Había más de 90 casas distribuidas por fuera de la autonomía; unas en la península y otras en América, sobre todo en Argentina, Cuba, México, Chile y Guatemala”, y “se trataba de agruparlas y coordinarlas” para trabajar con ellas de modo conjunto, desvela su actual presidente, Fernando Guerra López.

El objetivo, por encima del que pudieran estar cumpliendo las federaciones que las agrupan, era subir un peldaño en el nivel de representatividad de estas instituciones ante la Junta y presentarse ante ella, según Guerra López, con “una interlocución más ágil y dinámica”, de tal modo que la principal Administración autonómica pueda conocer de primera mano “las necesidades que tenemos [en las casas], por dónde tienen que empujar y los objetivos que se demandan”, que “son distintos”, dependiendo del territorio en que se asientan.

Actualmente son 134 las entidades castellanas y leonesas agrupadas en torno a la Confederación, que comparte sede con otras asociaciones de la región, en la madrileña Carrera de San Jerónimo. Su presidente, quien elogia las políticas de la Junta relacionadas con el retorno –en lo que respecta a la concesión de becas a los jóvenes y en ayudas al emprendimiento y a los mayores que se instalan de nuevo en el territorio–, considera, no obstante, que las miras deben estar puestas sobre todo en los que residen en el exterior, principalmente en América. Porque no tienen nada que ver las demandas que llegan de los centros en España que las originadas desde entidades de Cuba o Argentina. Ni tampoco las trabas para responder a esas demandas. “Empezando por la dificultad para el envío de dinero”, apunta, lo que es mucho más problemático cuando se trata de colaborar con entidades radicadas en cualquiera de esos dos países.

En el caso de España, relata, “no necesitamos más ayuda que la que se destina a actividades culturales, de entrenamiento cognitivo, de aprendizaje o creación de grupos de coros o rondallas” o para disponer de “un local social que favorezca la participación en juegos de mesa, donde celebrar conferencias o cursos”. Pero a estas necesidades, que “son comunes” a todas las entidades, donde quiera que estén situadas, hay que añadir las que se detectan en Cuba y Argentina, donde se demandan ayudas “de carácter social y algunas de tipo vital, como la alimentación”, que hacen que la colaboración en estos casos deba de estar más orientada a sufragar los costes que se derivan de situaciones perentorias.

Y es que “hay mucha diferencia entre estar en España y en Cuba, Chile o Argentina”, insiste el presidente de la Confederación. Su contacto constante con los representantes de las casas en todos los lugares del mundo le aporta un plus de conocimiento sobre la situación a la hora de analizar el contexto, porque son ellos los que le trasladan información acerca de las “necesidades” que se detectan en cada caso. La misión de la Confederación se centra en estos casos en “apoyar las peticiones” que le llegan desde esas entidades y ponerlas en conocimiento de la Junta, con la que los responsables del organismo trabajan “coordinados”. Porque esa labor de coordinación es algo que “nos interesa a todos, a ellos y a nosotros”, asegura. En el caso de la Confederación, se justifica porque es de la Junta de donde proceden las ayudas que reciben para llevar a cabo su labor y, además, porque deben “estar unidos” en el objetivo de “dar a conocer Castilla y León allá donde vivimos y donde estamos”, dice. El interés de la Junta lo sitúa dentro de su cometido de cumplir con la labor social que la Administración debe desarrollar en favor de los menos favorecidos en el exterior, y también porque se “está trabajando para crear una red de embajadores de Castilla y León más allá” de las propias fronteras, para lo que “cuentan con la colaboración de la Confederación y de las casas de la región en el exterior”.

Después de once años de experiencia como dirigente del Centro Castellano y Leonés en Cantabria y seis meses al frente de la Confederación Internacional, Guerra observa un cambio de concepto en las casas desde la pandemia, ya que, antes de la crisis sanitaria, la vinculación se hacía en torno al bar o restaurante, donde la colectividad promovía sus encuentros. A raíz del coronavirus, la tendencia “ha evolucionado”, comenta, sobre todo en las casas repartidas por España, que han pasado de ser lugares de reunión a convertirse en “centros socioculturales”, donde se atiende, “desde problemas como la soledad o la orientación” a los recién llegados hasta la parte lúdica y cultural de los asociados, “con la organización de conferencias sobre historia, salud, derecho e, incluso, la promoción de manualidades”, relata.

Apuesta por las tecnologías

Avanzado el siglo XXI, subirse al tren de las nuevas tecnologías es para Fernando Guerra una necesidad, que debe ser tenida en cuenta por los dirigentes de las casas regionales.

“Es un tema importantísimo” y “tienen que procurar evolucionar y poner al día” en estas cuestiones, comenta, porque, si bien es cierto que en el momento actual, a los centros “solo van los mayores”, augura que en 6 o 7 años todo va a cambiar, puesto que las personas que se vinculen con estas entidades lo “van a tener superado” y habrá que facilitarles su uso.

La Confederación Internacional de Casas Regionales de Castilla y León se creó el 11 de enero de 2010. Integrada por un presidente, junta directiva –con varias vicepresidencias– y vocales, se reúne en asamblea “siempre que es necesario”, explica su actual presidente.

Transcurridos trece años desde que echó a andar, sus actuales dirigentes se preocupan por mantenerla fiel a los principios sobre los que fue concebida: agrupar y coordinar los intereses del conjunto de casas repartidas por todo el mundo, así como representar, defender y promocionar todo lo relativo a los valores e intereses que marcan a una población. Pero también prestar apoyo y promocionar las iniciativas de la Junta en favor de la colectividad en el exterior y defender y dar a conocer la historia, el patrimonio artístico y cultural, las costumbres, la economía y la gastronomía propia, más allá de las tierras de Castilla y León.



“Hay que fortalecer la pertenencia de los castellanos y leoneses a su Comunidad”

Desde que tomó posesión del cargo de presidente de la Confederación Internacional de Casas Regionales de Castilla y León –en noviembre pasado–, Fernando Guerra se marca como principal objetivo “reanimar”, porque “estaba dormida”, una entidad que tiene por delante el cometido de hacer llegar a la Junta de Castilla y León las demandas de los residentes en el exterior. Pero también contribuir, en colaboración con la Junta, al retorno de la colectividad deseosa de volver a sus orígenes. Para ello, están trabajando en la edición de seis vídeos en los que seis retornados a Castilla y León cuentan sus vivencias en su lugar de origen.

Asimismo, proyectan un encuentro de jóvenes de América para ofrecerles pautas sobre la dirección de órganos, con vistas al relevo generacional en las casas.

Otra de las iniciativas tiene que ver con la realización de un Congreso, en el mes de diciembre, para discutir el futuro de las entidades, que deberá pasar por la digitalización e incorporación de las nuevas tecnologías. Al mismo, están invitados los jóvenes para que tengan una idea de lo que se pretende hacer con las entidades.

El presidente pone, además, el acento en una de las cuestiones que considera más importantes y que van más allá de los asuntos que tienen que ver con emigración. A su entender, se observa un déficit en la vinculación de los castellanos y leoneses con su comunidad autónoma, por lo que pide a la Junta que “fortalezca el sentido de pertenencia de los castellanos y leoneses a su Comunidad”, ya que, si bien es cierto que la “gente está muy unida a sus pueblos”, no es perceptible ese mismo sentimiento hacia la Comunidad. Por eso, “hay que fortalecerlo, y no solo por los que estamos fuera, sino por los que viven en Castilla y León”, apostilla.

Residente en Santander, este vallisoletano, criado en Burgohondo (Ávila) y formado en Madrid, –estudio Filosofía– no se siente un emigrante como tal. En su caso, fue “un proyecto de vida”, más que una necesidad lo que lo situó en tierras de Cantabria.