José María Calaza Couso, ‘El hombre incombustible’

Nació en A Coruña a las 9:30 de la mañana del 15 de octubre de 1852. Fueron sus padres Francisco Calaza Fernández, nacido en San Bartolomé de Corbelle (Lugo), y Rosa Couso Cerviño, natural de San Martín de Laxe. Según Alberto Vilanova, era pariente de Pedro Antonio Cerviño, héroe de la reconquista de Buenos Aires.
José María Calaza Couso, ‘El hombre incombustible’
José María Calaza.

Nació en A Coruña a las 9:30 de la mañana del 15 de octubre de 1852. Fueron sus padres Francisco Calaza Fernández, nacido en San Bartolomé de Corbelle (Lugo), y Rosa Couso Cerviño, natural de San Martín de Laxe. Según Alberto Vilanova, era pariente de Pedro Antonio Cerviño, héroe de la reconquista de Buenos Aires.
Llegó a Buenos Aires en 1868. Su primer trabajo fue con el gallego Manuel Martínez, quien tenía un comercio en la calle Reconquista nº169. Cuentan que estando en el trabajo oye gritos aterradores. Es una mujer que envuelta en llamas corre desesperada hacia la calle. Calaza no vacila, la abraza contra su cuerpo y sofoca las llamas. Seguramente este suceso lo llevó a enrolarse en el cuerpo de bomberos. Por aquellos años Enrique O´Gorman decide formar un cuerpo de Bomberos. Calaza ingresó al cuartel de Vigilantes Bomberos cuando apenas contaba 18 años. El destacamento contaba con 30 hombres y comenzó a funcionar el 2 de enero de 1870. En 1871 es ascendido a Cabo 2º. En aquel año se desata una epidemia de fiebre amarilla. Calaza les escribe a sus padres que están en Galicia: “la carrera elegida es dura, espero triunfar algún día”. Durante la epidemia es contagiado pero logra salvar su vida.
Participó personalmente de cuanta conflagración se desencadenara en la ciudad, poniendo más de una vez su vida en peligro. Calaza no solamente fue un destacado bombero, como los hombres progresistas de su época militaba en las ideas del librepensamiento, participando activamente de la masonería argentina. Sus ideas progresistas le llevaron a participar de la fundación del balneario ‘Mar del Sur’, cerca de la actual ciudad de Mar del Plata. Este proyecto comienza a forjarse en 1880. La idea era fundar un pueblo balneario que se convirtiera en el Gran Balneario Argentino. Para llevar a cabo este plan se contrata a técnicos alemanes, para que lo ubiquen en el mejor lugar de la costa atlántica, y, luego de un minucioso análisis, eligen el lugar donde hoy se emplaza la Villa, por cumplir con los requisitos para ser la ciudad balnearia ideal.
En la década de 1880 se funda Mar del Sur, al norte del arroyo ‘La Carolina’, en un área aproximadamente de 60 hectáreas compradas a Fernando Julián Otamendi, por los señores Juan Bautista Otamendi, Rómulo Otamendi, José María Calaza, Santiago Baravino, Julio Galona y el doctor Rafael Herrera.
Comenzaron entonces a construir el Hotel Mar del Sur, pero fue destruido por el avance de los medanos, aún no se contaba con las técnicas más modernas.
Se casó el 3 de mayo de 1882  con Clara de Santa Coloma y Azcuénaga.
Siendo Coronel de Guardias Nacionales en 1884, ese mismo año debe actuar en el incendio de la Farmacia Cranwel. El público que está en las proximidades corea conmovido su nombre al verle avanzar a la cabeza de sus hombres beneméritos, saliendo herido de la acción, y después de ser atendido de emergencia volver a las llamas. Recibe un premio una medalla de oro y diploma de honor. Iguales distinciones merece al año siguiente en ocasión de su labor personal en dos grandes siniestros. El alto comercio de Buenos Aires le hace entrega en 1887 de diploma y medalla de oro.
Por su actuación en el incendio de los depósitos de ‘Las Catalinas’ se hace acreedor al unánime reconocimiento materializado en una medalla de oro orlada de brillantes.
Los periódicos de la época lo llaman ‘El hombre incombustible’.
El 4 de enero de 1888 el presidente de la Argentina el doctor Miguel Juárez Celmán le nombra coronel de línea.
En 1890 participó junto a las tropas leales en la represión de la Revolución del Parque, siendo ascendido a coronel efectivo en el mismo campo de batalla por el mismísimo ministro de Guerra, general Lavalle.
Calaza se convirtió en una leyenda viviente. Siendo jefe de la fuerza, encabezaba él mismo la lucha contra el fuego, arrancando el aplauso del público a su paso. En 1907 el Congreso Nacional por ley presentada por el poder ejecutivo reconoció sus servicios militares con el grado de coronel de la Nación, concediéndole el retiro como general de brigada y creándole el cargo de inspector general de la División de Bomberos.
Durante su etapa al frente del Cuerpo de Bomberos formó una escuela de oficiales. Creó una escuela primaria dentro del cuerpo con el fin de eliminar el alfabetismo. Hizo adquirir materiales modernos de lucha contra el fuego en Europa. A él se le debe la modernización y profesionalización del cuerpo.
Rómulo Galíndez, en una breve semblanza, dijo de Calaza: “En la República Argentina, ¿quién no lo conoce? Es el más popular de los extranjeros. Todo el mundo lo venera...”.
En su último libro señala: “Me retiraré, pues, como he dicho, en busca del necesario reposo, para atender mi saluda si aún fuera tiempo, y al hacerlo he querido despedirme con este libro en el cual están consignados algunos de los anhelos que me impusieron en el desempeño de mis tareas públicas. Me hubiera retirado antes, dejando el puesto a las ardentías de los jóvenes, si la honrosa insistencia de gobernantes y jefes de policía, no me hubiese obligado a permanecer en el puesto, obligado con ello mi gratitud: pero por las razones brevemente expresadas, voy por fin en busca del necesario reposo”.
A pesar de este retiro anunciado fue nuevamente convocado por el presidente Sáenz Peña. En 1911 por decreto presidencial fue nombrado delegado extraordinario para representar al país en los congresos internacionales de Maniobras de Bomberos que se realizó en Italia.
Durante este viaje a Europa aprovechó para visitar a su familia en A Coruña. Su presencia fue objeto de recepciones y elogios periodísticos.
Durante su vejez cuando su retiró se lo permitió, mantuvo una estrecha relación con las instituciones de la colectividad gallega, recibiendo varios homenajes por parte del mismo. Formó parte de la Comisión organizadora del Homenaje a Rosalía de Castro presidida por Ángel Anido. La misma estaba constituida entre otros por López Osorio, Martín Spuch, Díaz Spuch, Basa, José María Cao, Conde Salgado, etc. Por tal fin se organizó una velada celebrada en el salón del Príncipe Jorge, el 15 de julio de 1897. Se inició con un sentido discurso del doctor Anido y continuando Castro López, Manuel Bares y Francisco Suárez Salgado.
El 30 de noviembre de 1900 el Cuerpo de Bomberos organizó un homenaje a su figura poniéndole su nombre a un camión de bomberos. Nombre que fue pasando a otras unidades más modernas. En 1906 en reconocimiento a su labor patriótica se le concede la ciudadanía argentina.
Fue en su tiempo una figura querida y reconocida no sólo por los porteños sino condecorado a nivel internacional. La infanta Isabel lo condecoró en 1910 con la Real Orden de Isabel la Católica.
Falleció en Buenos Aires el 28 julio de 1913. El gobierno argentino decreta honores de general. Su cuerpo fue trasladado desde la clínica donde falleció hasta su vivienda de la calle Chile acompañado por centenares de vecinos conmocionados por su muerte. Se decreta que la bandera argentina esté izada a media asta y sus restos son velados en el salón de recepción del departamento de Policía.
El posterior cortejo atrae a miles de personas los periódicos de la época hablan de casi 10 cuadras de personas (un kilómetro). Los periódicos le dedican las primeras planas para hablar de la trayectoria de Calaza.
Después de su muerte, en 1934 fue inaugurado un busto suyo en el patio central del cuartel de bomberos. Lleva su nombre el Cuartel Nº 1 de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal Argentina, de la Av. Belgrano 1547 de la Ciudad de Buenos Aires. También la Sociedad de Bomberos Voluntario ‘José María Calaza’ de la Provincia de Córdoba.
En su larga trayectoria profesional escribió los siguientes libros: ‘Materiales para incendios’ Buenos Aires (1882); ‘Plan de defensa contra incendios para la ciudad de Buenos Aires’ (Buenos Aires 1882); ‘Nuestros teatros y su seguridad contra incendios’ (Buenos Aires 1887); ‘Manual de Bomberos’ (Buenos Aires 1887); ‘Reglamento para el personal de las bombas flotantes’; ‘Libro demostrativo de las llaves de incendio de la Capital’ (Buenos Aires 1896); ‘Libro de hidratantes’ (Buenos Aires 1906), etc.