TRIBUNA ABIERTA DE ÁNGEL CAPELLáN

A las puertas del VI Mandato del CGCEE. Empresarios Españoles en el Exterior

Me atrevería a decir que uno de los sectores más descoordinados dentro de nuestro gran colectivo en el exterior son los empresarios españoles. Antes de nada debo clarificar que no me refiero tanto a las grandes empresas españolas en el exterior y a sus equipos (sin despreciar en modo alguno el trabajo que hacen).

A las puertas del VI Mandato del CGCEE. Empresarios Españoles en el Exterior
Angél Capellán
Angél Capellán

Me atrevería a decir que uno de los sectores más descoordinados dentro de nuestro gran colectivo en el exterior son los empresarios españoles.

Antes de nada debo clarificar que no me refiero tanto a las grandes empresas españolas en el exterior y a sus equipos (sin despreciar en modo alguno el trabajo que hacen). Más bien quiero centrarme en el pequeño y mediano empresario español y en los autónomos que han montado su negocio en el exterior (restaurante, construcción, inmobiliaria, importación, distribución, enseñanza, consultorías y un larguísimo etcétera). No hay duda de que se trata de un muy nutrido colectivo que cuenta con muchas docenas de miles de españoles.

Lo que sí puedo asegurar es que muchos de nuestros propios consejeros generales, así como muchos miembros de los CRE, son o han sido empresarios ellos mismos. Cuántos más no han sido los empresarios españoles que han contribuido con su tiempo, esfuerzo, dinero y sus conocimientos organizativos a la creación de las asociaciones y centros de españoles que existen en el exterior.

Lo triste es que uno oye con frecuencia comentarios de su propia boca indicando que se sienten desamparados. Y cuando intentan conseguir apoyo de organismos del Gobierno Español, frecuentemente se desilusionan sin conseguirlo. Es una situación de lamentar precisamente porque este colectivo es el que más contribuye a la promoción de España y del comercio español en el exterior.

Conozco especialmente la situación en los Estados Unidos, donde sí ha habido intentos de crear instituciones duraderas iniciadas por los empresarios: Entre ellas, la Asociación de Empresarios y Profesionales Spain/USA y algunas asociaciones de restauradores. Es una pena que no fueron duraderas ni llegaron a tener el empuje deseado. El resultado es que, a pesar de haber muchos miles de empresarios españoles, hoy día no hay ninguna institución que los aglutine y represente. No dudo que este podría ser el caso de tantos otros países.

La iniciativa privada

Soy de la opinión de que la iniciativa y el esfuerzo asociativo privados son los más duraderos y de mayor consecuencia. Fruto de ella son las asociaciones y organizaciones que engloban y protegen los intereses del pequeño y mediano empresario. Donde las hay, son por lo general pequeñas, incluso recientes. Buen ejemplo es el de Suiza donde está la Asociación de Empresarios y Autónomos Españoles de Basilea. Es un excelente modelo de cómo echarse a andar, un pequeño grupo, como ellos mismos dicen, con mucha ilusión y mucho futuro: restauradores, constructores y sector servicios (gráficos, abogados, agentes de seguros, contables,...). Los objetivos que presenta pueden ser ejemplo para asociaciones similares en otros países: “crear lazos y relaciones que permitan poner en común recursos y optimizar su capacidad empresarial”. Muchos tienen ideas. Ellos las han puesto en marcha.

No hay duda de que existen otras muchas asociaciones y grupos en otros países. Se trata pues de apoyar y promocionar más lo que hay y de estimular otras iniciativas nuevas.

Proyección y apoyo institucional

La proyección comercial del Gobierno Español hacia el exterior tiene una doble vertiente. Una es la oficial, con todas las oficinas comerciales de España en el exterior. De sobra es conocida la gran labor de estas oficinas. La otra la forman las llamadas “Cámaras oficiales españolas de comercio” en un buen número de países.

Dichas cámaras han sido impulsadas por el Gobierno Español desde fechas tan antiguas como 1887 (Argentina) hasta hoy. Pero también han surgido en otros casos de la iniciativa privada que ha buscado una colaboración del Gobierno para ponerse en marcha. Funcionan con un grado de dependencia del Gobierno mayor o menor según los países y ciudades. Frecuentemente se rigen con juntas directivas que incluyen una amplia representación de españoles, junto a empresarios del país donde están establecidas.

En los 44 años que llevo en Nueva York se me insistió que la Spain-US Chamber of Commerce no es un organismo gubernamental español, aunque muchos creen lo contrario. Aún siendo cierto, todo indica que tiene un importante apoyo del mismo y forma parte de la red de ‘Cámaras oficiales’ de comercio de España. Acoge a unos 273 miembros empresariales, en su mayoría grandes empresas, con un alto porcentaje de ellas radicado en España, así como muchas empresas norteamericanas.

Algunas como la Cámara Argentina agrupan a miles de empresas. Otras son mucho más modestas. Estas cámaras son parte decisiva del engranaje del comercio exterior de España, un importante eslabón en la cadena de asociaciones empresariales de españoles. Pero está claro que su interés primario no es el pequeño empresario y autónomo español. La meta sería que abrieran más su punto de mira y desarrollaran programas de apoyo para ellos también, donde no los hubiera todavía.

Por lo demás, nadie puede negar que el apoyo de las asociaciones empresariales de españoles en el exterior deba estar anclado en organismos del Gobierno Español en el país, como vínculos de difusión a públicos más amplios. De modo especial, esta responsabilidad recae en las oficinas comerciales y consulados. No ha sido siempre así. A menudo, el sentir del pequeño empresario español es que debe liderar con frecuencia por su cuenta. Tiene la impresión, sin duda  fundada, de que la misión de los organismos del Gobierno Español es la proyección del comercio en el exterior de cara a las grandes empresas españolas y a las autóctonas. Esos organismos se olvidan de que el lazo de conexión potencialmente más productivo entre ambos colectivos es precisamente el de los pequeños y medianos empresarios españoles establecidos ya en un país dado.

No cambiará esta situación si los pequeños empresarios españoles no tienen mayor acceso a los funcionarios de esas oficinas comerciales españolas. Un modo de potenciarlo más sería organizar reuniones frecuentes y fomentar otros muchos vínculos de apoyo con ellos.

Uno de los ejemplos más importantes de apoyo que una oficina comercial española puede ofrecer es el mantener un directorio al día, actualizado frecuentemente, con fichas de cada empresa española en su zona que quiera listarse. Dado que las páginas web de estos organismos tienen mucho más alcance que la de pequeñas asociaciones, estos listados ofrecen una importante plataforma con mayor difusión para el pequeño empresario. Si bien hay oficinas que cumplen ya con este cometido, no es muy frecuente. Queda trabajo por hacer.

Me es familiar de modo especial una de estas oficinas comerciales que tuvo durante un número de años ese directorio del que hablo (entonces en forma impresa). Era sumamente útil para todos (para los empresarios en el listado y para los que buscaban proveedores, servicios, o productos). De repente dejó de estar disponible. Se alegó que había quienes se habían quejado de que su empresa estuviese listada (sí, en afirmativo) y decidieron simplemente suprimirlo, decisión claramente irresponsable. Todavía sigue esta oficina sin mantener un listado de empresas españolas. Nada impide que estos listados sean voluntarios, pero que a la vez se difundan al máximo. Quién puede justificar que por las quejas de algunos que ni quieren listarse ni quieren que otros lo estén, se excluya este servicio.

Consejo General y los CRE

Si un nivel de apoyo institucional es siempre importante, lo es más si hablamos de instituciones cuyo objetivo específico es el de la defensa de los intereses de los españoles en el exterior. Esta es precisamente la misión del Consejo General y de los CRE. De nuevo los logros e iniciativas conseguidos hasta ahora no se pueden ignorar ni minusvalorar. En Nueva York, el CRE, bajo la presidencia del que escribe, junto con otros grupos, fue el que estimuló la creación de una Asociación de Empresarios y Profesionales Españoles fundada en 1998 (AEP). Llegó a tener unos 200 socios. Duró unos ocho años y quedó inactiva. Ahora está en vías de reanimación. Merece todo nuestro apoyo. Pero además, el CRE, que se ha renovado en esta ciudad recientemente, tiene también una comisión que está trabajando ya en fomentar contactos con la Spanish Chamber of Commerce y estimular el ‘networking’ entre empresarios y autónomos. Los proyectos de nuestro nuevo presidente y de todo el equipo del CRE son alentadores.

No dudo que otros CRE tienen ya esos objetivos y han desarrollado proyectos. Sería difícil comprender cualquier asociación de empresarios españoles en el exterior sin una estrecha colaboración y apoyo del CRE o los CRE que estén establecidos en ese país.

Es sin duda una clara responsabilidad de los consejeros generales y de los CRE que vigilen, impulsen, y en su caso intervengan para que los organismos del Gobierno Español ofrezcan el máximo apoyo y las mejores plataformas a los empresarios españoles en el exterior.

Nueva Comisión Delegada en el Consejo General

Todos sabemos cómo el Consejo General tiene ya cuatro comisiones delegadas con funciones bien delimitadas. Ninguna de ellas tiene como misión, ni la ha tenido, la protección del pequeño y mediano empresario español en el exterior. Por ello tampoco se han ocupado del tema. Nadie en el Consejo tiene la responsabilidad de llevar adelante la gran labor por realizar: facilitar y coordinar iniciativas, impulsar nuevos esfuerzos e ideas, mediar por una parte entre los empresarios y asociaciones que los representan y por otra los organismos del Gobierno Español y autonómicos dentro y fuera de España. Sin embargo es un cometido que encaja perfectamente en el Consejo General.

Naturalmente esto apunta a la necesidad urgente de crear una Comisión Empresarial en el CGCEE. Sus posibles funciones vienen en gran parte delineadas en las notas que preceden arriba pero podríamos depurarlas de esta manera:

• Servir de vehículo para canalizar todo tipo de iniciativas de empresarios individuales y de asociaciones de empresarios ante el Gobierno Español, tanto central como los autonómicos.

• Impulsar a los consejeros generales y CRE para que establezcan lazos de apoyo con esos empresarios y los representen ante las delegaciones locales del Gobierno Español.

• Facilitar y estimular el ‘networking’ entre el colectivo de empresarios españoles sobre todo por medio de los CRE.

• Facilitar a los españoles que van al exterior en busca de trabajo, o a los que ya están fuera, el acceso a empresas españolas ya establecidas que puedan contratarlos.

La misma comisión sería responsable de definirse más a fondo y establecer sus propias metas en éstas y otras líneas de trabajo.

El trabajo por hacer a favor de los pequeños empresarios españoles en el exterior es considerable. Pienso que tanto el Consejo General como los CRE deben tener una importante función en facilitar e impulsar esta labor.

 

Ángel Capellán Gonzalo, es consejero general de la Ciudadanía Española en el Exterior por los Estados Unidos