Opinión

Vexilología

Un fantasma recorre la meseta: el patriotismo de bandera. No es el patriotismo constitucional de Jürgen Habermas, ese que nos quería meter el Partido Popular (PP) cuando de los 16 diputados que tenían en el momento de la votación de la Constitución, cinco se opusieron a ella y dos se abstuvieron; sino el otro, el que uniformiza y niega al otro. Ese patriotismo, que no es exclusivo del PP sino propio de todos los partidos españoles, sirve de gasolina para reavivar la llama identitaria de todos los que no nos sentimos a gusto con esa patria y esos colores al gusto de unas mayorías que entienden la patria por una combinación de Garbiñe Muguruza (que tiene su sede fiscal en Suiza), la ‘Roja’ y lo ‘mona’ que sale Letizia (así, mal escrito) en la revista ‘¡Hola!’.

Aquí en este Estado que se dice “abierto” y “plural” sólo catalanes, gallegos y vascos son bilingües, su respectivo rey constitucional les felicita desde Madrid la Navidad en español, inglés y francés, pero no en sus lenguas oficiales y constitucionales. Se considera “adoctrinamiento” enseñar la historia, la lengua y la geografía propia de Cataluña, Euskadi o Galicia en las aulas catalanas, vascas o gallegas, creen que ese saberse a sí mismos los rebaja… son el centro, de saberes y sabores, en todos los sentidos.

No les falta razón, pero todo proceso de aprendizaje no deja de ser un adoctrinamiento. Se quejaba hace años el escritor Suso de Toro de la ignorancia mesetaria, del no saber en los colegios de Madrid (Sevilla o Murcia) quién era Castelao, Companys o Agirre, todos ellos “españoles”, por cierto. Ese desconocimiento inundó las ventanas coruñesas con banderas españolas que negaban al gallego más importante que tuvo este país: Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

Cada bandera española en las ventanas gallegas es un rechazo a Castelao quien, refiriéndose a Cataluña, dijo: “Polo esforzo de Cataluña fixéronse posíbeis as aspiracións da nosa Terra” y ese esfuerzo no era otro que la lucha titánica por alcanzar cada vez más autogobierno.

La medalla más importante que otorga el autogobierno gallego lleva su nombre: Medalla Castelao. Después de tantas banderas españolas y de las declaraciones de Castelao sobre Cataluña, propongo que la cambien por Medalla Rafael Nadal; tendría más seguidores y sería más acorde con esta identidad, comprada en una tienda de chinos, que cuelga de ventanas y telediarios.