Opinión

Venganza ‘Parot-Talión’

Venganza ‘Parot-Talión’

En el sistema penal español la pena máxima de cárcel es de 30 años, que se podía reducir debido a determinadas redenciones de pena como trabajar, estudiar, etc. Hasta que llegó la ficción de la llamada ‘Doctrina Parot’, que enseñaba a ensañarse con los penados, les quitaba todas las redenciones y les hacía cumplir la totalidad de las penas, sin tomar en cuenta que la finalidad de estas es la reeducación, y en algunos casos, las extendía. Para muchos, esos 30 años son insuficientes, sobre todo, para los que no han estado privados de libertad nunca. La pena de muerte ronda en la cabeza de muchos, a ser posible como en tiempos de Francisco Franco Bahamonde, con garrote vil, ajusticiando públicamente a corruptos, etarras, grapos…, etc. Condenar a 3.000 años queda muy bien en el papel, pero la realidad es otra. Podríamos dejar los cuerpos 3.000 años en la celda, para que fuesen vistos por las generaciones futuras, pero ¿tiene algún sentido castigar un cadáver?
Decía Mahatma Gandhi que de tanto aplicar la ley del Talión todos quedaríamos ciegos. Que miembros de ETA que han cumplido sus condenas según la legislación del Estado español por más de 20 años (y no como a ellos les vino mejor) salgan en libertad está ceñido a las normas legales del sistema penal español.
La suficiencia o insuficiencia de las penas no deja de ser subjetivo y nos obligaría al ojo por ojo para que las penas fueran “equilibradas”, pero siempre con la amenaza de aquellos que las ven “insuficientes”, y así podrían darse casos como en el fascismo franquista, cuando se enjuició y fusiló a cargos electos democráticamente en la República, como el alcalde de A Coruña Alfredo Suárez Ferrín y, como les pareció poco la condena, se multó con cantidades millonarias a sus familias.