Opinión

Rajoy

Tenemos ‘nuevo’ presidente, Mariano Rajoy Brey. Es el mismo que antes, pero con más canas… en la barba. Los miembros de su gobierno, su ‘masa’ de diputados, se dan palmadas en la espalda porque están otra vez ‘mandando’. Felices por el deber cumplido, sentiremos en carne propia como nada cambia para mejor, es como una siesta, un estado soporífero del que no vendrá ningún príncipe ni princesa a despertarnos.
Sus caras son poemas. Desde la de su portavoz, Rafael Hernando, hasta la de sus damas más representativas: María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría, nótese que ambas son ‘de’ de algo.
Ese ‘de’ desnuda a este ‘nuevo’ gobierno. Nunca fue fácil gobernar, los de abajo son insufribles y nunca les es suficiente. La situación no dista mucho de la de otros países europeos con grandes tensiones sociales. La vida es así. La limpiadora no puede ser ministra, ni la cajera del supermercado directora general… no tienen experiencia, ni de gobierno ni empresarial… ni la tendrán nunca. Experimentos, los mínimos. Desde la misma conformación de las listas a las elecciones de los partidos políticos, notamos cientos de funcionarios, empleados del Estado, que con una mano defienden lo privado y con la otra se alimentan y engordan con lo público. Ninguno se salva, el discurso es así, funciona, y lo que funciona no debe ser cambiado.
Rajoy Brey anunció que su gobierno será de conciliación-coalición, reconoce que en su partido hubo gente que se pasó con lo de las manos que alimentaban y daban de comer. No le quiero mal a Mariano Rajoy. Tal vez él no nos hubiese metido en la guerra de Irak ni parece una mala persona, y eso es algo que dice mucho a su favor.
Tampoco podemos exigirle algo que no está de su mano, porque él no es así, ni su partido ni su gobierno, ni su ideología: Mariano Rajoy Brey es una pera, su gobierno, un peral y la oposición, un olmo.
Tal vez debamos exigirle a la población, a la que se queja y le(s) vota, a la que se queja y exige sin tomarse siquiera la molestia de ir a votar.