Opinión

Perder el tren

Hicieron falta 79 muertos para conocer el estado de las ‘modernas’ infraestructuras ferroviarias gallegas. La vida moderna es un engranaje de parcelas con responsabilidades y al parecer sin responsables. Un diente de un piñón desgastado, un tornillo mal ajustado, una pieza metálica en la pista de despegue puede costar la vida de decenas de personas. No es sólo responsabilidad del piloto o del conductor, es responsabilidad de muchos, cada uno en su sitio.

La línea férrea entre Ourense y Santiago de Compostela era hasta hace poco, “la más compleja y avanzada entre las infraestructuras del AVE español” pero ahora, después de 79 muertos, es degradada a tren regional rápido y de “avanzada” pasó sólo a ser “compleja” y acomplejada.

La piedra en el zapato fueron los 79 muertos. Ahora la empresa encargada del mantenimiento de las vías, Adif, reconoce que en los 7,5 kilómetros en las cercanías de Santiago de Compostela donde descarriló el tren ‘Alvia’ el sistema de señalización y protección se reduce a dos equipos de señales y balizas de Asfa Analógico, un sistema con más de 50 años.

Es asombroso que entre los kilómetros 80 y 87 de la línea férrea la única señalización sea el Asfa Analógico de más de 50 años, que no evitó el accidente, y entre el kilómetro cero y el kilómetro 80 de la línea Ourense-Santiago está instalada una de las tecnología de protección ferroviaria más moderna y eficaz, en la que se han gastado 163,9 millones… pero que no se utiliza.

El exministro de Fomento, José Blanco López, declaró que la terminal de Madrid T4 era muy bonita pero que la belleza poco tenía que ver con la seguridad (en referencia al accidente aéreo de ‘Spanair’).

La misma medicina es aplicable a un tren del siglo XXI en rieles del siglo XX que es la viva imagen del Estado español, lleno de obras faraónicas para millones de desempleados.