Opinión

La verdad

La primera víctima de una guerra es la verdad. No la verdad de aquellos que contaban lo que habían visto desde las Cruzadas hasta la colonización de América o las trincheras de la primera guerra mundial, sino esa ‘verdad’ que, desde el 1 de septiembre de 1939, día de la invasión alemana de Polonia y comienzo de la segunda guerra mundial tituló en las cabeceras de medio mundo: “Polonia ataca Alemania”.

Ese fue el título de los periódicos alemanes y también, como no podía ser de otra forma, del español ‘ABC’. Hoy sabemos que la noticia era falsa, ¿o no lo era?, porque Alemania perdió la guerra y posteriormente se fue deshaciendo ese castillo de naipes de lo que hoy llaman ‘posverdad’, que no son más que noticias falsas con un fino hilo de verdad.

En defensa de todos aquellos que publicaron aquella noticia tendríamos que decir que efectivamente soldados con uniformes polacos atacaron un puesto fronterizo alemán. Las fotos y el contenido de las noticias que daban cuenta de ese hecho así lo confirmaban, la derrota de Alemania desmontó aquella mentira con apariencia de verdad.

En el mundo actual de la ‘información’ desinformada es poco probable que algún ser pensante pueda creerse que cualquier ataque de una potencia económica y militar contra cualquiera otro pequeño país pueda tener como detonante previo la agresión del pequeño contra el grande.

Así lo hizo Estados Unidos de América cuando se autohundió el ‘Maine’ en La Habana para declararle la guerra a una paupérrima España en Cuba. Hoy aplican la misma medicina, pero ya nadie traga lo de las agresiones de David a Goliath, es por eso que, en el mundo de las posverdades, o mentiras remasterizadas, la principal justificación para agredir a un país es que su gobierno masacra a su propia población.

Libia, Siria y la supuesta hambruna de Corea del Norte son las mentiras en alza. 

Pero esas verdades no aguantan la verdad de la historia. Hoy Libia, Iraq y todos los países ‘liberados’ por Estados Unidos y sus aliados son un pozo sin fondo de muerte y pobreza.