Opinión

Ignorado(s)

El pasado 17 de mayo se celebró el ‘Día das Letras Galegas’. Junto al euskera y catalán, el gallego es uno de los cuatro idiomas cooficiales del Estado español. Esto quiere decir que es patrimonio de todos los ciudadanos españoles, hablen o no gallego. Esta idea ‘patrimonial’ como riqueza y diversidad cultural dentro del Estado está muy bien vista en discursos oficiales y guías de viaje… la realidad es otra distinta.
Se congratulaba un emigrante español en Iberoamérica, en un medio de comunicación, que el rey de los españoles felicitase la Navidad en 2016 en español, inglés y francés y no en esas ‘lenguas’ minoritarias que no habla nadie, en referencia al catalán, euskera y gallego.
La importancia de una lengua no reside en el número de hablantes, sino en su propia existencia y en el ser una obra común de siglos de todos los que nos antecedieron. El catalán tiene más hablantes que el danés, el noruego, el islandés, el esloveno, el serbio o muchos otros idiomas europeos, pero su importancia no radica en el número sino en su propia existencia.
Contaba Jorge Luis Borges que en la primeriza Argentina independiente un grupo de políticos había intentado inventar un idioma para dotar a la nueva república de un idioma propio, pero eso no es posible ni para los argentinos ni para el país-imperio más poderoso del mundo, Estados Unidos de América, que tiene como propio el idioma del conquistador inglés.
Pese a ser idiomas oficiales el gallego, catalán y euskera, se repiten constantemente agresiones y desprecios contra sus hablantes. Desde las respuestas de funcionarios públicos que aseguran no hablar dialectos (respuesta muy habitual por parte de Policía Nacional y Guardia Civil) …, o funcionarios que contestan en español cuando el ciudadano pregunta en otra lengua oficial. 
Por eso los principales funcionarios públicos del Estado, el rey, la reina y sus hijas, las infantas, deberían dar ejemplo y practicar, aprender, hablar y escribir los idiomas oficiales de los habitantes sobre los que gobiernan... y no felicitar la Navidad a gallegos, vascos y catalanes en francés e inglés.