Opinión

Estado (español) de bomberos

Estado (español) de bomberos

‘Poner a zamuros a cuidar carne’ reza un dicho venezolano, que sería el equivalente a la metafísica pregunta: ¿quién vigila al que vigila?

Los numerosos casos de corrupción en el Estado español señalan, más que a las personas que los cometen, a toda una forma de entender el vivir y sobrevivir en una fachada democrática como la española.

El primer corrupto es el rey de los españoles y el último cualquier alto cargo político de la Administración del Estado, que entorpece cualquiera de los cientos de investigaciones que la Justicia tiene en este momento en proceso.

Por eso no es raro ver a elementos como Jaume Matas tranquilos y serenos, pues saben quiénes son los encargados de ‘colaborar’ con medios y pruebas para demostrar su responsabilidad y saben también la poca colaboración de la Administración (Hacienda, Fiscalía, etc.) para con la justicia.

Lo más sorprendente de Matas siempre han sido sus declaraciones. Con tono de asombro se sorprende cuando le preguntan por los cientos de miles de euros públicos que regalaba a miembros de la Casa Real o a amiguetes sin control ni justificación. Con tranquilidad responde que eso siempre fue así, es decir, que aquí eso de las leyes, la publicidad en la contratación, los concursos, licitaciones, méritos, el control del gasto público existe para la gente de la calle; los que hacen las leyes y quienes las administran y tienen como responsabilidad hacerlas cumplir saben que no son iguales para todos.

Es como el Estado futurista bomberil de Ray Bradbury,  Fahrenheit 451, que en el Estado español dejó de ser futurista para convertirse en actual, pues los ‘bomberos’ (políticos) están para crear incendios y no para apagarlos.

Los ‘bomberos’ que nos gobiernan tienen como fin último ‘quemar’ todo aquello en lo que creíamos y hacernos creer que ellos, como en Fahrenheit 451, queman libros (crean un Estado paralelo al Estado de Derecho) para que seamos más felices.