Opinión

España: vencedores y vencidos

España: vencedores y vencidos

En la manifestación convocada en Madrid el domingo 27 de octubre por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) contra la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, que condena al Estado español por aplicar penas de privación de libertad con carácter retroactivo, su presidenta Ángeles Pedraza, aseguró que la lucha contra ETA tenía que ser con “vencedores y vencidos”.
De más está decir de qué lado se coloca Pedraza, lo preocupante es que su prédica es dogma de fe entre la población española.
Vencedores y vencidos ha sido el subtítulo de la historia de España desde su unión definitiva, en 1700, con la derrota de catalanes y otros que vieron esfumarse su capacidad legislativa y empezaron a ser mandados por leyes impuestas y extrañas: las castellanas.
Mal les ha ido a españoles con la sopa de vencedores y vencidos. Siempre vencidos cuando ponían un pie fuera de su estrecha huerta peninsular (incluida la aventura portuguesa del siglo XVII), quisieron dar una buena dosis de ‘jarabe de palo’ a los díscolos pueblos que dentro de la península se negaron a ser señalados como vencidos.
Si con los primeros que se ensañaron fue con los gallegos en el siglo XV, negándoles sus propias leyes, sustituyéndoles el idioma, la nobleza y la jerarquía eclesiástica (y el derecho a voto por más de dos siglos), luego pasaron a la acción, desde el siglo XVIII hasta hoy, con vascos y catalanes.
El discurso de vencedores (ellos) y vencidos (nosotros) no nos deja duda del lugar que debemos ocupar en el Estado español. Sus políticos, la jerarquía eclesiástica, su intelectualidad lo deja claro cada vez que abre la boca para escupirnos el lugar en el que desean que estemos. Creo que la cadena humana catalana pidiendo la independencia cada vez tiene más justificación, cada vez me parece más corta.