Opinión

Compostela secuestrada

Últimamente se multiplan los artículos, en diferentes medios, denunciando la masificación del turismo en Compostela. Sus autores son compostelanos que ven la degradación del entorno que conocían por masas de gente en bermudas, zapatillas de deporte y gorras.

El negocio local se reconvierte en el negocio del recuerdo barato, malo y hortera. Desde las camisetas que aseguran que estuviste en Galicia pasando por las figuras chinas de plástico con meigas hasta las tartas de almendra, ‘torta de Santiago’; industriales hechas con huevina, esencia de almendra y maní.

Son cientos ya las ciudades del mundo secuestradas por las hordas de turistas. Ya no son solo japoneses los que lo invaden todo, sino gente de Madrid, de Murcia y de Iowa.

Amsterdam, París, Barcelona, Berlín y una larga lista de ciudades fueron secuestradas a sus habitantes que perdieron la ciudad, sus casas de comida, sus cafés y sus tascas para atender a todas estas personas que uniformizan el paisaje y pretenden comer y beber lo mismo en Amsterdam que en Barcelona.

Al visitante le interesa la foto con un lugar emblemático del lugar, pero poco le importa lo local. Es como consumir sitios, estar por estar.

No es un anacrónico romanticismo pretender que no nos llenen las ciudades de C&A, Starbooks, Zara o Mcdonald’s sustituyendo al comercio tradicional. Recuerdo de pequeño la emoción de poder viajar a otro sitio. Las diferentes tiendas y productos de los lugares, hoy de eso ya no queda casi nada y dentro de poco lo ‘local’ será un recuerdo fabricado en cualquier lugar con mano de obra barata.