Opinión

Dos poemas con Chile

Quizá estos dos poemas, escritos uno a muy pocos días del golpe y el otro bastante después, deberían haberse publicado el 11 de septiembre, cuarenta aniversario del primer zarpazo de la sangrienta garra pinochetista sobre Chile. Pero, en realidad, acaso sea mejor así. Porque el pensamiento vivo de Salvador Allende es el que se está concretando, cada día, en las nuevas democracias soberanas de América del Sur, unidas como nunca y como nunca atentas cada una a su propia identidad, a su propio camino dentro del destino general, en su gran mayoría ampliando las libertades constitucionales y los derechos humanos con la inclusión popular y la justicia social. Como quería Allende.

AY, CHILE

Me duele el corazón

pero me duelen

también el hígado, las manos, los riñones,

y también los testículos

y el alma.

Ay Chile, ay amor mío.

Los pequeños mendigos

de mi patria

que duermen en los subtes

no me han visto llorar.

(Buenos Aires, 19-9-1973)

AQUEL ALLENDE

Como un endecasílabo curioso

Avanzará la tarde a manos llenas

Y se abrirán las grandes alamedas

En nuestro desolado corazón

Estallarán en luces los opuestos

Y no se negarán contradicciones

Habrá ricos de amor cuando lo quieran

Y se abrirán las grandes alamedas

Al fin restañará su aura el obrero

Soldándonos de a uno uno a uno

Y no toda la luz será de sombra

Y se abrirán las grandes alamedas

Hacia lo que nos queda por hacer

Hacia lo que nos queda por vivir

(Buenos Aires, 17-2-2002)